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La dieta de la longevidad: esto es lo que comía la reina Isabel II en el día a día para llegar a los 96 años

Pescado en el desayuno, comidas ligeras y la sagrada hora del té, así se alimentó la monarca británica durante sus 70 años de reinado

La reina Isabel II se toma un té durante uno de sus viajes oficiales.

La reina Isabel II de Inglaterra murió el pasado jueves 8 de septiembre a los 96 años, tras estar al frente del Reino Unido y sus territorios de ultramar durante 70 años. Aunque en los últimos meses de su vida, la monarca habría visto su salud deteriorarse, lo que la habría alejado de algunos de sus actos oficiales como el Jubileo o la apertura del Parlamento por primera vez en casi seis décadas, la realidad es que la soberana británica disfrutaba de una agilidad y una energía inusual para su edad.

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El secreto para su 'salud de hierro' se esconde en su pasión por pasar tiempo en el exterior ya sea paseando a sus corgis o montando a caballo, su gran pasión. Pero, junto a eso, la reina Isabel ha llevado una dieta variada y saludable a lo largo de su vida, nunca abusando de comidas copiosas y evitando a toda costa los hidratos de carbono. Un talentoso equipo de chefs, tanto en el Palacio de Buckingham como en el castillo de Windsor, ha estado al servicio de la reina, satisfaciendo sus caprichos culinarios. El antiguo cocinero real, Darren McGrady, compartió con la revista 'HELLO!' cómo era alimentar a una de las monarcas más emblemáticas de la historia reciente.

Dos desayunos

La reina empezaba el día con energía, desayunando, no una, sino dos veces. El primer bocado del día era ligero, formado simplemente por un té Earl Grey, sin azúcar ni leche, y unas galletas junto a sus perros. El segundo desayuno, sin embargo, sería algo más consistente en su comedor privado en el Palacio de Buckingham, incluyendo cereales, yogur y tostadas con mermelada entre sus favoritos.

Entre sus elecciones más curiosos para desayunar, destacaba su amor por los arenques. En el libro 'Cena en el Palacio de Buckingham', el exsirviente real Charles Oliver, explicaba en un extracto que la reina no ha dejado de apostar por este pescado y otras variedades de ahumados en su desayuno desde los tiempos de guerra, cuando ella y su hermana, la Princesa Margarita, estaban en el castillo de Windsor.

Para la reina Isabel II, la hora del té era sagrada.  (Photo by Tim Graham Picture Library/Getty Images)

Para la reina Isabel II, la hora del té era sagrada. (Photo by Tim Graham Picture Library/Getty Images) / Pool/Tim Graham Picture Library

Apuesta por la simpleza

Para su almuerzo, la reina Isabel II no se mostraba "exquisita" ni exigente en cuanto a su menú. McGrady comentaba que la monarca prefería un plato de pescado con verduras, por ejemplo, un trozo de pescado con una capa de espinacas cocidas. De hecho, la soberana prefería renunciar a productos con almidón como las patatas o la pasta cuando come sola.

Dulce en la merienda

La reina era fiel a las tradiciones británicas. Isabel II de Inglaterra nunca se saltaba la famosa "hora del té", que combinaba con algún dulce como tarta de chocolate. de jengibre o galletas. En ocasiones también apostaba por el salado, eligiendo un sandwich de pepino con huevo y salon ahumado .

Cocina británica o francesa para cenar

Los gustos de la reina para cenar eran más variados y más abundantes, contrario a lo que se suele recomendar. Tal y comentaba Darren, la carne solía introducirse en su dieta a la hora de cenar, prefiriendo como plato principal un solomillo de venado con champiñones en salsa de Whisky. De entrante la soberana no escatimaba. Le encantaba el paté Gleneagles con salmón ahumado, trucha o caballa.

El Chef Robert Burgmeier prepara una tarta de chocolate y galleta. Photo: JENS KALAENE/dpa | usage worldwide   (Photo by Jens Kalaene/picture alliance via Getty Images)

El Chef Robert Burgmeier prepara una tarta de chocolate y galleta. Photo: JENS KALAENE/dpa | usage worldwide (Photo by Jens Kalaene/picture alliance via Getty Images) / picture alliance

A la reina le encantaba utilizar productos autóctonos de sus estados. De postre, solía elegir fresas cultivadas en Balmoral o melocotones del castillo de Windsor. Pero la perdición de Isabel II era, sin ninguna duda, el chocolate. De nuevo, la monarca cerraba el día con un toque dulce en cualquiera de sus formas.

A pesar de tratar de llevar una dieta equilibrada, la reina no perdonaba una copa por la tarde. Su Majestad se decantaba por el ginebra o el Dubonnet, bebida dulce y aromática con vino que se toma en los aperitivos. Además, McGrady asegura que cuando la reina consumía alcohol en la cena solía ser una copa de vino dulce alemán.

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