Un año fuera de su casa en La Palma y sin saber cuándo podrá volver: "Los alemanes son los que más me han ayudado"
Laly, Pilar, Rodolfo y José comparten en 'Hoy por Hoy' sus experiencias tras la erupción del volcán que frenó su vida en seco
El testimonio de las víctimas por el volcán de La Palma
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Madrid
Este lunes se cumple un año del inicio de la erupción del volcán de La Palma. Hubo 1.000 familias que perdieron su primera vivienda, para 750 era la única. Alrededor de 2.000 personas no pueden volver a sus casas por los gases tóxicos. Hay negocios cerrados, fincas enterradas, 3.000 camas turísticas bloqueadas o fundidas, gran parte de la producción de plátanos se ha perdido y más de un millar de personas están en ERTE.
Queda mucho por reconstruir y es difícil predecir los tiempos. Los expertos calculan que los gases seguirán emanando durante un año o año y medio. Una de esas 2.000 personas que no puede volver a su casa ni al bar que tenía en Porto Naos es Laly Villalba. Ahora vive de alquiler en la otra punta de la isla, en San José, y su negocio permanece cerrado, con 4 trabajadores en ERTE. Solo recibió ayuda para el alquiler durante cuatro meses y lamenta que desde marzo ya no sea compatible trabajar a media jornada sin pagar autónomos porque para que salga rentable "tienes que cobrar un pastón". Sobrevive gracias a la rebaja de sus caseros, los 660 euros de cese de actividad y la comida que recibe de Cáritas: "A mí me han ayudado los alemanes, la ayuda mayor que he tenido ha sido de ellos porque los alquileres aquí se han duplicado e incluso triplicado".
Laly no ha podido volver a su casa desde noviembre: "Estuve 15 minutos y parecía que había entrado alguien a robar. Vacié el armario y puse todo encima de la cama. Cogí el ordenador de mi hija... te llevas cosas que después dices ¿por qué me llevé esto?", reflexiona. Tiene muchos amigos que lo han perdido todo y piensa que al menos ellos, "pueden respirar y pensar qué hacer después": "Nosotros no sabemos ni cuándo volveremos ni cómo ni dónde. Si nos esperan meses, años... Ya llevamos un año así", recuerda y lamenta que la política tenga "unos tiempos diferentes" a la población y la cantidad de burocracia. Durante este tiempo ha pensado alguna vez en abandonar la isla e irse a Extremadura, la tierra de su padre, pero hay algo que le retiene: "Porto Nao es como mi paraíso".
"Unos ángeles nos donaron su casa"
José Alonso sí perdió su casa tras la erupción. Contó su historia en redes sociales y de repente aparecieron "unos ángeles", como él dice, que le hizo el regalo de su vida: “Somos una de las familias más privilegiadas. Hemos recibido una casa en donación de un matrimonio alemán. Unos vecinos que no conocía de nada nos donaron una casa y encima era el día de mi cumpleaños. No podía parar de llorar", relata emocionado en el programa.
Precisamente, José y su mujer habían estado tiempo atrás paseando por la zona por la que viven ahora y se fijaron en la que hoy es su casa por lo bonita que era. Llegaron incluso a fotografiarla. No puede creer ese golpe de suerte y la generosidad de ese matrimonio al que hoy considera unos segundos padres. Ahora, aunque su casa se hubiese salvado, tiene claro que no volvería allí otra vez: "El paisaje que hemos conocido ha cambiado".
José se sabe un afortunado pero quiere llamar la atención sobre todas aquellas personas que siguen pasándolo muy mal por la situación: "Nadie ha muerto pero hay mucha gente que está muerta por dentro. Eso sí se lo aseguro. La gente no se llega a imaginar lo que sufren los damnificados. Además, hemos pasado de ser una isla solidaria a una isla de depredadores, los alquileres se han duplicado", critica.
De vivir sola a ser cinco en casa
Pilar Pérez vivía sola pero el volcán arrolló la casa de su hija y toda la familia se fue a vivir con ella. Ahora son cinco en la mesa, pero cree que eso no es un problema: "Se llena la olla y ya está". Reconoce que no pensaba que "fuera a durar tanto" y cuenta que su hija lo está pasando mal. Su nieto, Rodolfo, tiene 22 años y pudo ir a su antigua casa un rato: "Pude entrar gracias a ser voluntario grupo de avituallamiento en El Paso. A la vez que entregábamos comida y agua pude entrar en casa y lo vi todo destrozado, era apocalíptico. Cogí mis ahorros y libros prestados, pero lo que más valoraba era el paisaje, el barrio, que en la casa". Él sabe que, si quiere quedarse a vivir en la isla, tendrá que convivir con el volcán: "Tengo claro que habrá más erupciones, la cosa es cómo gestiona uno eso".
Al lado de los afectados
El presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, lamenta la situación de muchas familias un año después de la catástrofe pero asegura que "las administraciones han hecho lo máximo que han podido": "Que vuelvan a sus casas no es cuestión de Presupuestos, es por los gases tóxicos", recuerda, e insiste en que "se ha dado respuesta y ha habido una gran lealtad por parte de todos los ayuntamientos".