Un pequeño asador reparte pollos a quien los necesite por una frase que lo cambió todo: "Me lo dijo entre lágrimas"

Patxi y su mujer abrieron hace tres años un pequeño asador de pollos en Huércal de Almería. Durante este tiempo han tenido sus altos y sus bajos en el negocio —«todo el mundo sabe lo que cuesta levantar la persiana»— y ahora no están pasando por su mejor momento: «Nos han cortado el acceso de un puente que nos conecta con otros muchos pueblos por obras y se nota. El bar de al lado ha cerrado», cuenta Patxi que, aun así, se siente uno privilegiado. Lo vio claro hace tres meses cuando un conocido del pueblo llegó llorando a la pollería: «Es un señor de unos 50 años, albañil. No tiene trabajo, está mal de una rodilla y sobrevive recogiendo chatarra y haciendo chapuzas. Siempre ha trabajado en B y no tiene ni paro ni nada. Me dijo con lágrimas en los ojos que no tenía para comer. En ese momento le hice una tortilla y me cabreé tanto que saqué una mesa con unos pollos a la entrada», recuerda Patxi. Desde entonces, saca a diario 8 ó 10 pollos con un cartel que dice «si lo necesitas, cógelo». Se ha corrido la voz y «ahora siempre hay gente esperando en la acera» antes de que los saque: «Los cuatro primeros vuelan», apunta. Durante este tiempo, ante la notable subida de precios, su iniciativa ha ido ganando más adeptos. Este martes, la SER revela los apuros por los que pasan los Bancos de Alimentos: cada vez reciben menos donaciones y, por otro lado, tienen más gente a la que atender. En el Asador de Pollos Real, hay mucha gente que repite pero también se van sumando otros nuevos: «Llegan, te abrazan y te cuentan historias impresionantes». Una de las que más ha conmovido a Patxi es la de una mujer que va a menudo en autobús desde Almería: «Tiene a su marido en la cama y dice que prefiere gastarse un euro en el billete, que no tienen para comer». Lo mismo le ocurre a una joven del pueblo con seis hijos o a una mujer muy mayor a la que echaron de su casa: «Ahora vive en una casa cueva. Nos invitó a mi mujer y a mí allí y vive sin luz ni agua. La vimos hace tiempo cogiendo comida del contenedor y le dijimos que la cogiera de la pollería». La iniciativa de los pollos gratis viene precedida de otra. Hace tiempo un día fue una señora de unos 80 años a la pollería: «Era muy pequeñita y muy graciosa y se puso a rebuscar céntimos para pagarnos. Nos dimos cuenta de las dificultades de la gente mayor y decidimos poner en marcha un menú de 5 euros solo para ellos con un primer plato y un segundo», explica Patxi, que ya se sorprendió con el auge de esa oferta en el pueblo. Pero también se dio cuenta de otra cosa: «El día 15 o 20 de mes, esas personas mayores dejaban de venir. Ya no tenían dinero ni para eso. Algunas hasta me enseñaban la cartilla del banco». Después de todo este tiempo intentando poner su «granito de arena» para que la gente sobrelleve la subida de precios, saca una conclusión: «Hay más personas de las que nos pensamos con necesidad. No me imaginaba la de personas que te puedes encontrar».

Un pequeño asador reparte pollos a quien los necesite por una frase que lo cambió todo: "Me lo dijo entre lágrimas"

Una pequeña pollería de un pueblo de Almería lleva tres meses con esta iniciativa y sus dueños están asombrados con la cantidad de gente que no tiene para comer: "Te abrazan y te cuentan historias impresionantes"

Elisa Muñoz

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