El peligro de ir contra Putin en Rusia
Tras la “movilización parcial” de soldados en Rusia muchos hombres han huido del país. Quienes critican la guerra se arriesgan a años de prisión
Los que alzan la voz en Rusia
Desde la llamada a filas a 300.000 reservistas que hizo el presidente ruso Vladímir Putin esta semana, se ha vuelto mucho más difícil salir de Rusia. Los billetes de avión ya están vendidos o tienen precios astronómicos y hay largas colas en las fronteras de los países que permiten la entrada de ciudadanos rusos.
El periodista ruso Ivan Pustovalov lo hizo hace años, vive desde 2011 en España con su familia y en los últimos dos años y medio no ha vuelto a pisar su país. Con quienes mantiene el contacto, dice, “no pueden expresarse sin miedo porque todas las conversaciones están grabadas”. Es un delito manifestarse en contra de la guerra o de acudir al Ejército.
Ante el reclutamiento forzoso de hombres Pustovalov teme por su hermano y sus amigos. Cree que lo que hace Putin con este movimiento es “incrementar la tensión”. Recuerda que todos los líderes mundiales le han pedido que acabe la guerra, incluso los afines como China o Turquía. Esto es un mensaje de que pretende continuar. “Ahora pienso que podría empezar en cualquier momento una guerra nuclear”, dice el periodista.
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Cuando las tropas rusas empezaban a perder territorios, este impulso con más de un millón de soldados nuevos hace pensar a Pustovalov que la guerra no está aún perdida para Rusia. “No sé hasta qué punto va a llegar este hombre, pero será un lugar dramático”, alerta. “Su fin será con mucha sangre”.
Ante esta situación, asegura, “Europa debería abrir fronteras, y en lugar de esto las cierra”. Cada hombre que pueda salir de Rusia, es un hombre menos que puede ir a luchar a Ucrania, sostiene.
Sobre las grandes protestas que se están produciendo, el periodista cree que no servirán. “El primer objetivo de Putin después de Ucrania es ganar su régimen, por eso todos los intentos de revolución van a ser reprimidos sin problema”. Para que cambie la protesta social, cree Pustovalov, hará falta que se sumen otros hombres o las familias de los soldados fallecidos, porque ahora quienes protestan son los opositores de siempre, jóvenes y seguidores de Alexéi Navalni, explica.
¿Qué les pasa a quienes se oponen a la guerra?
Quienes levantan la voz contra los planes de Vladímir Putin en Rusia se arriesgan a ir a prisión. Aunque la libertad de expresión nunca ha estado muy boyante en el país, tras la invasión de Ucrania se ha encrudecido la represión a todo el que desafíe las consignas oficiales. El mero hecho de calificar de guerra la “operación militar” es motivo de cárcel, no solo para los periodistas con visibilidad pública, sino para cualquier ciudadano.
Amnistía Internacional tiene documentadas unas 200 personas que se enfrentan en estos momentos a procesos judiciales y a las que pueden condenar a hasta 15 años en algunos casos. Cifras difíciles de cuantificar, señala Eva Suárez, directora adjunta de AI en España, ya que solo durante los primeros días tras la invasión se detuvo a más de 16.000 personas en las protestas contra la guerra de las que muchas fueron puestas en libertad. A esto siguió “una modificación legislativa en lo que podríamos considerar un uso del sistema de justicia penal para poner en marcha una caza de brujas contra cualquiera que se atreva a difundir una información alternativa sobre lo que está ocurriendo en Ucrania o hacer cualquier crítica a las autoridades”.
Además de las penas de prisión, se imponen multas de decenas de miles de dólares, pero los casos que más han llamado la atención a la organización son los de detenidos a los que se ha sometido a tratamiento psiquiátrico involuntario recluidos en centros psiquiátricos.
Uno de los casos más representativos de la represión del Kremlin es el de Marina Ovsiannikova, la periodista rusa que protestó contra la guerra en televisión con una pancarta. Fue multada, tuvo que dejar su trabajo y salir del país. Luego regresó y realizó una protesta hablando de los niños asesinados en Ucrania que le valió un arresto y el registro de su casa. Por un delito de difusión de información falsa fue puesta bajo arresto domiciliario donde todavía permanece.
La prensa ha estado en el epicentro de la represión de Putin con el cierre de varios medios críticos. También las organizaciones no gubernamentales, como AI, cuya oficina en Moscú fue cerrada en abril. Van contra “cualquiera que suponga un obstáculo para la información que difunden las autoridades”, subraya Suárez. Desde abogados a empresarios o estudiantes que simplemente comparten información en sus redes sociales.
Entre ellos, la artista Alexandra Skochilenko, que tomó la iniciativa de sustituir las etiquetas de los precios de los productos en los supermercados por consignas o información contra la guerra. Como consecuencia fue detenida acusada de difundir deliberadamente información falsa y se enfrenta a una pena de entre cinco y diez años de cárcel. Durante su arresto no se le ha proporcionado la dieta especial que necesita siendo celiaca ni la asistencia médica adecuada. Un ejemplo representativo del nivel de represión que viven los ciudadanos en Rusia en este momento.