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Woody Allen: "Hacer una película para Netflix es mejor que conducir un taxi, pero no es lo que me gustaría hacer"

Días antes de comenzar el rodaje de su película número 50, el director neoyorquino publica un nuevo libro de monólogos, 'Gravedad cero', donde vuelca sus obsesiones a través del humor y los chistes

Woody Allen: "Hacer una película para Netflix es mejor que conducir un taxi, pero no es lo que me gustaría hacer"

Madrid

A sus 86 años, Woody Allen se levanta cada mañana a escribir. Esa ha sido su rutina siempre, que cambia solo cuando rueda una película, es decir, una vez al año, ya que el neoyorquino es uno de los directores más prolíficos del cine actual. Dice que no es adicto al trabajo, pero le gustan los rodajes. La pandemia paralizó el último que tenía pendiente, el de su película número cincuenta, que rodará en París en unos días. Cogió su máquina de escribir y empezó a configurar nuevos monólogos de humor. Textos como los que solía escribir cuando todavía no imaginaba que acabaría dirigiendo películas. En aquel momento, el Nueva York de los setenta, ese hombre delgado, bajito y con gafas de pasta y voz aguda se subía a los escenarios nocturnos de su ciudad. Woody Allen publica ahora nuevos relatos inéditos en los que el humor trata de descifrar las conductas humanas de las estrellas de cine y de los personajes que pueblan su mundo y su amada ciudad. Gravedad cero llega esta semana a las librerías españolas de la mano de Alianza Editorial después de haber pasado casi inadvertida su publicación este verano en Estados Unidos. Mientras Europa celebra y apoya al director, envuelto en una acusación por abuso sexual a su hija, Estados Unidos evita darle cualquier tipo de visibilidad.

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En una casa con una biblioteca enorme y a través de Zoom recibe a la Cadena SER. "Solo me veo a mí mismo", es lo primero que dice en la reunión online. Su fama de torpe con la tecnología es legendaria, aunque usa el iPhone para escuchar música. "No escucho podcast ni nada de eso", apresura a decir. No tiene redes sociales ni ve la televisión. Ama el cine en pantalla grande, salir a cenar, el deporte y tocar el clarinete. "Con la pandemia he estado sin tocar con la banda y lo echo de menos, ojalá pronto podamos volver a reunirnos", dice un incansable Woody Allen a sus 86 años, y con obras maestras como Annie Hall o Medianoche en París. A lo que no parece estar dispuesto es a retirarse, aunque es consciente de que su última película podría ser la que empieza a rodar en breve. Su miedo a la muerte le hace seguir escribiendo día a día, nos cuenta.

Publica Gravedad cero quince años después de su último libro de monólogos. ¿Por qué volver ahora al humor y a la escritura?

Estaba en casa hace un año y medio preparando mi nueva película, que iba a rodarse en París, y entonces llegó la pandemia. Todos acabamos encerrados en nuestras casas, no podíamos ir a ningún lado. Todo se detuvo, también el trabajo, por supuesto el rodaje. Así que durante ese último año que pasé en casa no tenía nada que hacer. Entonces recuperé algunas historias que había publicado hace tiempo en la revista The New Yorker y seguí con ellas, escribí algunas más que tenían ese mismo tono y estuve ocupado. Hasta que finalmente las publicamos.

Hemos vivido una pandemia durante los dos últimos años. Estamos en medio de una nueva guerra. Y nos enfrentamos a una nueva crisis económica.¿Necesitamos más que nunca el humor?

La gente suele decir eso del humor. No sé si estoy de acuerdo, porque las guerras, la pandemia y las crisis económicas continúan todo el tiempo. El humor no parece hacer mucho para detener nada de todos esos desastres. Tal vez supone un poco de distracción, pero es una distracción leve, porque luego todo eso permanece ahí.

Relatos, enredos y sexo

Con la ciudad de Nueva York como escenario de sus enredos, ya escriba sobre caballos que pintan, autos que piensan, la vida sexual de las celebridades, los inconvenientes de asistir con tu pareja a una orgía o la injusticia de reencarnarse en langosta, el humor de Woody Allen siempre es original y transgresor, popular y sofisticado al mismo tiempo, políticamente incorrecto, agudamente observador y, lo más importante, implacablemente divertido.

Ha escrito nuevos monólogos para este libro ¿Qué cosas le hacen reír a Woody Allen? ¿Qué cosas cree que son graciosas?

Hay ciertos cómicos que me encantan y que siempre me han hecho reír, por ejemplo las películas de los Hermanos Marx. También escritores como S. J. Perelman, al que igual no conoces, pero para mí, probablemente sea el más gracioso de todos los escritores que he leído. Me hace reír mucho. Me gusta mucho la comedia y me río de muchas cosas, también de lo que hace Lenny Bruce.

Estamos viviendo un momento de corrección política en la sociedad ¿Le preocupa que el humor tenga límites?

No me preocupa esa corrección política en términos de humor. Me preocupa en términos de fascismo. Quiero decir, la corrección política y la censura y todas esas cosas terribles que coartan la libertad de expresión en la cultura, en el cine, en las universidades, también en la esfera política, creo que no nos van a llevar a nada bueno.

¿Y cree que algunas de sus películas hoy no se podrían estrenar debido a este momento de corrección política?

Creo que sí se podrían estrenar, pero siempre habría un grupo de fanáticos que encontrarían algo que criticar en ellas. Yo no presto atención a esas cosas, ni a esta gente, porque creo que es algo muy circunstancial, es decir, que en algún momento esas críticas pasarán, pero las películas seguirán ahí. Ha pasado mucho en la historia este proceso. Ahora nos reímos de esos que trataron de censurar a escritores como James Joyce o novelas como El amante de Lady Chatterley. En su momento se prohibieron, ahora nos reímos de esa anécdota. Eso pasa también ahora. Se cuestiona la obra de Mark Twain o incluso El guardián entre el centeno se censura o se retira de las bibliotecas. Cuando suceden estas cosas, parece que ganan estos censores, que han cogido impulso, pero con el tiempo el relato cambia y, a la larga, se convertirán en los tontos de la historia.

Antes que director de cine usted escribía y recitaba monólogos en Nueva York, ahora que ha vuelto a escribir monólogos en este libro, ¿echa de menos su vida como monologuista? ¿Le gustaría subirse a un escenario?

Sí. De vez en cuando lo pienso. No es algo que piense las 24 horas del día, pero cuando estoy en casa, a veces sí pienso, vaya me encantaría salir a un escenario. Tengo tantas cosas que me gustaría decir y tantos chistes que sé que podría hacerlo de nuevo. Eso lo pienso cuando estoy en casa, pero luego, ya se hace de noche y pienso que tengo que salir, vestirme, llegar a la sala de conciertos, enfrentarme al público, trabajar... y es entonces cuando se me quitan las ganas. Así que nunca acabo sobre el escenario.

En el libro hay muchos chistes sobre actores, como Miley Cyrus con la que usted trabajó, también sobre productores y películas ¿Es Hollywood es un gran chiste?

No diría que Hollywood es un gran chiste, pero sí que hay muchas cosas humorísticas en la industria y, también, otras cosas negativas alrededor, como ocurre con cualquier gran fenómeno, ya sea una gran corporación o un gobierno, o el sistema sanitario o la industria del arte. Hollywood es una industria gigantesca con muchas cosas que podrían ser divertidas. Conozco a mucha gente que trabaja ahí, porque yo he estado haciendo películas con ellos durante muchos años. Sé que es exactamente igual que el resto de grandes organizaciones, es un chiste sí, pero tanto como lo puede ser el Congreso Americano o la Policía. Cualquier gran organización tiene cosas buenas y malas, y Hollywood no es diferente.

¿Cuándo volverá a tocar con la banda?

Me gustaría ir a España a dar algunos conciertos. No he tocado en público desde el comienzo de la pandemia y siempre me hace muy feliz tocar con la banda. Tengo muchos amigos en España. Me encantaría ir a Oviedo y San Sebastián y Barcelona y Madrid, todos estos lugares en los que ya he estado. Es un bonito sueño que tenemos, volver a reunirnos y salir de gira y espero que tengamos la oportunidad de cumplirlo.

Le dijo a Alec Baldwin, con el que ha trabajado en Blue Jasmine y en A Roma con amor, en un directo en la red social Instagram, que podría rodar su última película, ¿Es eso cierto?

Lo estoy pensando. No tanto porque esté cansado o porque no tenga ideas para nuevas películas. Es más porque el negocio del cine ha cambiado tanto que no es tan atractivo para mí. Cuando era niño y veía las películas, soñaba con entrar en el mundo del cine. Luego empecé a hacer películas y se estrenaba en cientos de cines en Estados Unidos y en toda Europa. Y la gente esperaba en la cola e iban a una bonita sala de cine y la veían todos juntos. Ahora, ya sabes, todo pasa por la televisión, por el streaming, y apenas están un par de semanas en las salas. A veces ni eso, porque el negocio es diferente. Antes había una cultura cinematográfica que me gustaba mucho, había una comunidad internacional, con las películas de Truffaut y Godard, Fellini y Bergman y demás. Y yo quería ser parte de eso. Ahora ya no existe. Hay muchos adolescentes sentados en sus casas con sus ordenadores viendo películas, mientras las salas de cine cierran una tras otra. Ya no es lo mismo y no sé si quiero seguir haciendo películas en estas circunstancias. Si haces lo que ellos llaman una película taquillera, que no tengo ningún interés en hacer o ver, es la única manera de llegar a los cines. Pero ese no es el tipo de películas que querría hacer o que querría ver. Por eso digo que no estoy seguro de querer continuar, de querer hacer películas cuando la industria del cine está desapareciendo.

¿Qué pasaría si Netflix le ofrece un cheque en blanco para hacer la película que siempre ha soñado y no ha podido hacer? ¿cogería el cheque y la haría?

Me encantaría eso, que alguien me ofreciera un cheque en blanco. En ese caso, creo que solo me sentaría y pensaría antes de rechazar ese cheque. Pero no sería lo mismo para mí si me lo ofrecieran solo para hacer una película para televisión o para el streaming. Solo si me dijeran que me dan un cheque en blanco y me permiten poner esa película en las salas de cine durante un año, o al menos seis meses, y luego ya llegaría a la televisión, entonces puede que me interese. Pero hacerlo para la televisión, sé que está bien, que es mejor que conducir un taxi o conducir un ascensor, pero no es lo que me gustaría hacer.

Usted no tiene redes sociales y es conocido por su reticencia tecnológica, ¿cómo fue usar Instagram por primera vez con Alec Baldwin?

Ni siquiera sabía qué estaba usando. Me senté y hablé, como lo estoy haciendo ahora, hablando contigo. Nunca había visto un Instagram, nunca he escuchado un podcast, ni nada de eso. No sabría cómo ponerlo en mi teléfono. No tengo un portátil, ni un ordenador. No soy bueno tecnológicamente. No soy competente tecnológicamente. Entonces, en ese momento, simplemente me senté con Alec y tuvimos una charla agradable.

Si viajamos a aquella época, cuando hacía monólogos y soñaba con hacer cine, ¿alguna vez se le pasó por la cabeza que acabaría haciendo 50 películas?

No... en absoluto. Ni un solo segundo. Ya me parecía alucinante poder hacer una sola película. En ese momento solo pensaba en que funcionase, que fuera lo suficientemente buena y así quizá algún día me dejaran hacer otra. Y seguí haciendo películas y haciendo películas. He hecho muchas, pero no soy adicto al trabajo. No trabajo frenéticamente. Tengo tiempo de sobra para tocar con la banda y para ver deportes en televisión, para jugar con mis hijos, caminar por Nueva York con mi esposa y salir cenar. Ahora tengo 86 años y miro hacia atrás y pienso: '¡Dios mío, si he vivido haciendo películas y voy a hacer la número 50!' Lo que me impresiona además es que he escrito, dirigido y hasta protagonizado muchas de ellas. He vivido una vida en el cine, haciendo películas, que ha sido muy satisfactoria, muy desafiante y muy estimulante.

¿Y qué nos puede decir sobre la próxima película?

Muy poco, pero sí puedo decirte que en cuanto al género se parece mucho a Match Point. Si la hago bien, claro. Creo que si sale bien será emocionante, de la misma manera en que lo fue esa película para mí, con ese poso dramático. Pero es fácil decirlo ahora que todavía no hemos empezado. Luego en el rodaje yo cometo muchos errores, así que a ver cómo sale.

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...