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Annie Ernaux, la escritora que usó la autoficción para demostrar que género y clase van de la mano

La escritora francesa ha abordado estos dos aspectos en su obra en títulos como Un lugar, El acontecimiento o Vergüenza, usando la primera persona narrativa y retratando la memoria de un país

GRAF8570. COPENHAGUE, 06/10/2022.- Fotografía de archivo de la escritora francesa Annie Ernaux, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022. EFE/ Cati Cladera / Cati Cladera (EFE)

Annie Ernaux ha sido una escritora discreta en la literatura francesa, aunque su prosa intimista, seca y directa ha influido en escritores como Édouard Louis, Virginie Despentes o Emmanuel Carrère. Nació en 1940 en un pueblo pequeño de Normandía, Yvetot. Su Macondo, aunque Ernaux no necesitaba cambiarle el nombre. Porque sus libros hablan de ella, de su infancia, de su adolescencia, de sus padres, de su entorno social, la clase obrera francesa, que apenas sale en libros o en películas.

Ha dedicado su vida a la enseñanza y es autora de una obra autobiográfica con títulos como La mujer helada, Memoria de chica, Los años, o El uso de la foto. En sus libros, prefiere no llamarlos novelas, también hay una disección de la condición femenina. Ahora recibe el Premio Nobel por una obra que indaga en la autoficción, utilizando el cuerpo y la vida de la escritora para retratar a una generación de hombres, pero sobre todo mujeres, de clase obrera, que a penas ocupaban las páginas de la literatura con mayúsculas.

Sus padres, a quienes los lectores conocen gracias a sus libros, tenían una tienda de comestibles y una cafetería. Ese hogar ha sido el escenario de algunas de sus novelas, un escenario pobre, pero ambicioso, con padres que habían pasado de la supervivencia proletaria a una vida burguesa, donde rara vez se abordaba la política. En su escritura, Ernaux, de manera consistente y desde diferentes ángulos, examina una vida marcada por la diferencia de género y clase. Sus primeras novelas las leía gracias a su madre.

Su debut se produjo en 1974 con Los armarios vacíos una obra que llegaba este año a España, de la mano de Cabaret Voltaire. La editorial española lleva ensalzando en los últimos tiempos la obra de Annie Ernaux, compuesta por distintas piezas que ensamblan la realidad de su autora y, por extensión de una Francia que tiene mucho que ver con la situación de estos días. Los armarios vacíos es una novela ficcionada, en la cual Ernaux todavía no se había rendido al uso de la primera persona, tan característico en el resto de sus trabajos.

El cambio de narrador y, por tanto, de punto de vista, no fue radical en su escritura, fue orgánico. "Ocurrió sobre todo cuando hablé de mi condición de mujer en mi libro La mujer helada. Ahí se juega con las dos posturas. No hay un apellido o un nombre en el libro claro y se juega con que el del narrador será el nombre que parece en la portada, el de la autora. Y los lectores lo tomaron así. Creo que han sido los lectores los que me han animado y empujado a que yo, como autora, tomara esa responsabilidad de decir “yo”, en primera persona, y que ese yo se refiera a mí", explicaba en la Cadena SER.

La mujer helada y Un lugar son quizá los títulos donde mejor se observa uno de los temas capitale en su literatura y en su vida, el de la clase social. "Creo que es un mito el ascenso social sobre el que se ha funcionado en el último medio siglo", incide la escritora que vive alejada de París, en un suburbio totalmente nuevo, donde dice la uniformidad le aleja de las tradicionales ciudades francesas, donde todo está estratificado en función de las clases sociales.

Precisamente fue con Un lugar donde retrató a su padre y el medio social donde se había criado y donde abandonó todo dispositivo ficticio en una especie de búsqueda de la verdad. Sin darse cuenta usaba esa teoría de la distinción del gusto, que postuló Bourdieu, y que hablaba de cómo a su padre le gustaba Luis de Funes y a ella la nouvelle vague. A su madre la conocimos unos años más tarde, en un retrato aún más corto, Una mujer, publicado en 1987. En solo unas páginas Ernaux firmaba un tratado íntimo, ficcionado, real y sociológico. Una pequeña clase de historia, que reflejaba el sufrimiento de las mujeres obreras.

Experta del 'lenguaje cuchillo'

Su prosa es plana, lenguaje cuchillo lo llama ella. Un ejemplo es ese primer párrafo de La vergüenza, que suena como un auténtico latigazo: “Mi padre intentó matar a mi madre un domingo de junio, a primera hora de la tarde”. De Barthes y de la semiótica francesa aprendió a usar el lenguaje con una gran carga política, que en su obra se revela como una especie de sentimiento de traición de clase social, de la que ella parte y por tratar de comprender una Francia alejada del centro parisino. Esa Francia a la que hoy se acusa de votar a la extrema derecha.

La autoficción le ha servido también para contar su historia sentimental. Su matrimonio, su maternidad y su divorcio. Para ella, la literatura ha sido su refugio para escribir lo que es imposible comunicar a los demás. De ahí que la vergüenza y los temas relacionados con el sexo abunden en sus libros. “Una vergüenza distinta a la de ser hija de tenderos. Es la vergüenza de haber estado alguna vez orgulloso de ser objeto de deseo”, dice en uno de sus libros.

En Posesión diseciona el amor romántico y el daño que ha hecho a las mujeres. Sobre las bases de las notas de su propio diario, que escribio tras el abandono de un amante, un espía o político ruso, no sabemos muy bien, cuenta una imagen de sí misma como mujer desesperada, cumpliendo estereotipos y lamentándose de ello al mismo tiempo. Los celos, el control y la obsesión aparecen en esa novela que fue llevada al cine. También a la gran pantalla se ha trasladado otra de sus obras, El acontecimiento, donde retrata con crudeza y pasión un aborto clandestino que sufrió cuando era joven y todavía era ilegan en Francia interrumpir el embarazo. Quizá una de las obras más lauredas sea Los años, al menos, la más ambiciosa. Una especie de autobiografía colectiva en la que cuenta una época.

Annie Ernaux: ''La República francesa se ha convertido en una especie de monarquía que ha abandonado a la clase desfavorecida"

Inscrita en una tradición literaria de una literatura autobiográfica, como la de Jacques Roussau, Stendhal, Chateaubriand, autores a los que ella misma suele citar en las entrevistas. Admiradora del cine de Carlos Saura, acaba de debutar también como director. Presentó su película, rodada junto a su hijo, en el Festival de Cannes, Les Années Super 8. Son imágenes íntimas, como sus libros, que explican las dinámicas sociales. Lo íntimo como político. Imágenes que además fueron rodadas en la misma época que Ernaux dejó de dar clase y se dedicó a la escirtura. Época en la que se separó y tomó conciencia de su independencia.

La escritura de Ernaux desmiente a aquellos que consideran la clase como el único elemento para entender las dinámicas de la sociedad. La rabia de clase está presente en todas sus líneas, pero también su condición de mujer y aquellas cosas que la atraviesan, como el machismo, la violencia o el deseo, siempre contados a través de su vivencia. La literatura de Annie Ernaux puede parecer, a primera vista que está lejos de los grandes tratados filosóficos. Sin embargo, en ese tratado del yo individual y colectivo que es su obra, se insertan muchas conexiones con las teorías de filósofos y sociólogos como Marx o Bourdieu. Es curioso que ella, un producto de ese mito llamado ascensor social, reniegue de él, y a pesar de su ascenso social, de la clase obrera a la intelectualidad literaria, siga luchando contra el clasismo en la Francia de hoy.

Pepa Blanes

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...

 
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