La dificultad para presupuestar una obra más allá de una semana e incluso para calcular cuánto costará todo
No les gusta hablar. Lo suyo es construir casas, depuradoras, residencias, puentes... Pero ahora que los precios de los materiales con que se construye el mundo que conocemos han subido de media un 30% y ahora que los deseados concursos para obra pública quedan desiertos porque ni siquiera ese caramelo les compensa hemos querido saber cómo enfrenta un constructor esta tormenta
La nueva crisis de la construcción: imposible conseguir presupuesto para una reforma
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Madrid
En un pequeño pueblo de esa España que está lejos de casi todo, Sergio tiene su pequeña constructora, en el perímetro de un pueblo de Segovia de 600 habitantes. Son cerca de las 8 de la tarde y le encontramos trabajando: poniendo azulejos a un baño. Le quedan otros dos. Entre piezas, martillos de goma y llanas repasa para nosotros su propia lista de la compra: "El ladrillo tabiquero estaba a 12 céntimos y ahora está en torno a 60. El hierro ha subido muchísimo, casi un 70%. El cemento no ha subido mucho porque no pasa por hornos. Qué más... qué más... ¡la madera laminada! ha subido una barbaridad. Antes el metro cúbico estaba alrededor de 450 euros aproximadamente y ahora está alrededor de 1.000 euros".
Y lo peor no son los precios en sí sino gestionar la incertidumbre. Lo peor es no saber qué precio tendrán todos esos materiales mañana. Sergio cuenta que "los proyectos se presupuestan con una vigencia de una semana y la gente tiene miedo": "Muchas obras que estaban previstas se echan para atrás y ése es el mayor de los problemas que tenemos ahora mismo".
Para seguir trabajando ha tenido que reducir el margen de beneficios y cambiar los materiales que necesitan luz para su fabricación —y por tanto han disparado su precio— por otros más estables pero, sobre todo, ha tenido que esmerarse en mimar el trabajo para que no se rompa nada: "Antes se rompía una bovedilla y no pasaba nada. No era cara. Ahora se rompe una y nos miramos como diciendo ¡tenemos oro!". De paso, Sergio nos cuenta que la bovedilla es una pieza de cerámica que se coloca entre las vigas de hormigón.
Tirar la toalla
A 170 km de la constructora de Sergio y unas decenas de millones de euros se encuentra la sede de FTC Obras y su consejero delegado Alexandre Abalde: "Nosotros vamos a cumplir 20 años y por primera vez vamos a rescindir un contrato. Nunca habíamos rescindido un contrato en la historia de la compañía. Cuando sabes que va a ser imposible dar la vuelta a la situación hay que tomar una decisión como ésta. Era un contrato de grande, de 7 millones de euros". Y también era un cliente recurrente y era un dolor. Ya se había iniciado la obra: se había movido terreno y estaba en fase de cimentación.
Alexandre Abalde subraya que han llegado a no poder hacer presupuestos porque sus propios proveedores no les confirmaban el precio que les iban a cobrar por los materiales "el vidrio te lo ofertaban a una semana vista como mucho. Nosotros de hecho casi no pudimos emitir ofertas porque los proveedores no nos cotizaban los precios. Todo lo que tiene que ver con lo cerámico está indexado al día que lo pides en función de lo que cuesta el precio del gas ese día. Es una incertidumbre de tal calibre que no la puedes controlar. Ni controlar ni prever ni establecer unas reglas de juego con tu cliente porque no sabes lo que va a pasar ni sabes los motivos de por qué está pasando. Yo sinceramente no lo sé".
Cada vez son más los concursos de obra pública que se quedan desiertos. Las constructoras dejan correr lo que tradicionalmente se ha considerado un caramelo porque los precios no están actualizados "todos estamos en una dinámica de máxima prudencia y de máxima cautela. La administración pública es un buen cliente. Nosotros cada año nos presentábamos a unos 40 concursos. Este año no llevamos más de seis o siete". El final de año y el primer semestre de 2023, augura, no será mejor.
Lo paga el cliente final
La constructora de Ramón Echevarría se dedica a viviendas unifamiliares, pequeñas fases y reformas integrales. "tú tienes un contrato firmado con unos precios que tienes que respetar. Si has hecho bien los deberes y las calidades de construcción eran medias o altas, siempre puedes aflojar y variar en varias partes de la vivienda la calidad que no repercute en seguridad ni en ningún otro evento. Lo normal es que repercutas esa subida en las viviendas que quedan por vender. Al final lo repercutes en el cliente final".
La única ventaja respecto a otras crisis —la construcción sabe de varias— es que hay cierta sensibilidad en la sociedad porque se enmarca en un encarecimiento global "el aluminio está intocable. Hay en obras que me supone casi el 25% del importe de la vivienda. Estamos hablando de que una ventana de gama media-alta hace solo unos meses me costaba 350 euros y estoy recibiendo estos materiales ahora mismo por encima de 700 e incluso por encima de 800. El ladrillo ha subido escandalosamente. Era un material barato y ha llegado a multiplicar su precio por 7 e incluso 8. En la construcción el ladrillo es como la masa para el pan".
Y los clientes se echan para atrás ante unos presupuestos que, reconoce, llegan a duplicarse. O reducen la magnitud de su obra, o la posponen. El único interrogante es: ¿hasta cuándo?
Toñi Fernández
Edición Hora 14, sección de reportajes, Hoy por Hoy reportajes, Gerente de comunicación y jefa de prensa...