La otra cara del funcionariado: "Tras días sin dormir, me recetaron ansiolíticos. No estaba preparado para trabajar en esas condiciones"
EL 45% de los funcionarios públicos afirma que consumen a diario antidepresivos o somníferos, según un estudio del sindicato CSIF
La otra cara del funcionariado: "Tras días sin dormir, me recetaron ansiolíticos. No estaba preparado para trabajar en esas condiciones"
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Madrid
Los funcionarios públicos disfrutan de una plaza fija, trienios que aumentan su sueldo cada tres años y unas condiciones laborales que son la envidia de muchos trabajadores del sector privado, pero un informe del sindicato CSIF indica que el mal ambiente laboral, la ansiedad y la depresión también son la norma para, al menos, el 45% de ellos. Casi la mitad de ellos consumen a diario ansiolíticos, antidepresivos o somníferos. “Sufrimos mucho por el desprestigio que sufre nuestra labor en la sociedad. Nos atacan por todo. Si un alumno no trabaja, es culpa del docente. Y si nos enfadamos, también. Se nos cuestiona absolutamente todo”, afirma Sofía, una profesora que no quiere dar su nombre real para no ser reconocida. Tiene 36 años y consume Valium todas las semanas – un tipo de tranquilizante-.
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En el estudio, el sindicato afirma que las cifras se refieren, sobre todo, a profesionales de la educación y la salud, concretamente mujeres de entre 45 y 54 años. María, tampoco quiere dar su nombre real, tiene 46 años y lleva trabajando como enfermera 17. Siempre había querido dedicarse a ello, pero durante la pandemia, la incertidumbre y el caos en su hospital, provocó que tuviera insomnio durante meses. “Empecé a no dormir, a despertarme con sobresaltos, a tener pesadillas y a encontrarme muy mal. Yo misma no lo reconocía como un problema hasta que acudí a mi médico de la Seguridad Social y me diagnosticó trastorno ansioso depresivo”, afirma.
Muchos profesionales públicos no reconocen o no cuentan los síntomas que tienen hasta que pasan varios meses, como es el caso de María, que hasta que no tuvo su primera crisis y vio que su salud estaba en peligro, no se lo comunicó a nadie. Mercedes Bermejo es vocal en el colegio de Psicólogos de Madrid y confirma esta tendencia: “No son conscientes del problema de salud mental que viven. Cuando vienen a consulta y ponemos nombre a estos síntomas, toman conciencia de falta de autocuidado. Entre estar mentalmente sano a tener una enfermedad mental hay una línea muy fina, y muchos de ellos, cuando ya lo reconocen, están al borde de la enfermedad”.
El exceso de trabajo y un mal ambiente laboral condicionan el día a día de estos profesionales. Nicolás Cisneros tiene 35 años y es de Aragón. Se dedica a la docencia desde hace 7 años y, cuando trabajaba como profesor de Historia en un colegio, decidió coger la baja por ansiedad: “El sentirte cuestionado en tu trabajo afecta mucho”. En el colegio donde trabajaba no se sentía valorado. Los alumnos a los que daba clase se quejaban todo el rato. Tras varias noches sin dormir y preocupado por los ataques de ansiedad que comenzaba a desarrollar, decidió acudir al médico: “Me recetaron ansiolíticos y me pedí la baja. No estaba preparado para trabajar en esas condiciones”.
"Es muy difícil captar la atención de un niño tan pequeño a través de un ordenador, era agotador"
Los profesores interinos lo tienen incluso peor, ya que muchos no deciden coger la baja por miedo a perder el trabajo. Es el caso de Laura, una chica de 27 años, que estuvo trabajando durante la pandemia en un colegio del País Vasco. Tuvo que dar clase a niños de tres años a través de una pantalla: “Era imposible poder enseñares matemáticas o cualquier asignatura. Es muy difícil captar la atención de un niño tan pequeño a través de un ordenador, era agotador”. Laura estuvo así varios meses y esto, junto con las críticas constantes y la exigencia de los directores del colegio, provocó que acabará tomando antidepresivos durante meses. “Estaba muy triste, no quería salir de casa. Yo tenía media hora en transporte hasta el trabajo y al cabo de unos días, me di cuenta de que ni me apetecía ir escuchando música ni la radio”, confiesa.
En la mayoría de los entornos laborales de los funcionarios no hay psicólogos a los que puedan recurrir en caso de urgencia, según el estudio de CSIF. Por eso se creó en 2005 la figura del Defensor del Profesor al que pueden acudir los docentes cuando se enfrentan a estas situaciones. Este servicio depende del sindicato ANPE y existe en todas las comunidades autónomas del país.
"En educación se necesita más inversión y, sobre todo, bajar las ratios en las aulas"
Guadalupe Pérez trabaja como coordinadora del servicio en Madrid. También es profesora, por lo que entiende de primera mano lo que sienten los docentes que acuden a ella. Según asegura Pérez hacen falta más orientadores en los centros y una ampliación de plantilla para liberar docentes. “Se necesitan más recursos, un profesor para 25 alumnos es muchísimo. Se necesita más inversión y, sobre todo, bajar las ratios en las aulas”, sentencia.
Mercedes Bermejo asegura que desde la pandemia cada vez más funcionarios acuden a su consulta con problemas de salud mental. La solución para la psicóloga se basa en “dotarles de herramientas y recursos que les ayuden a mejorar su sistema de salud y de bienestar. El trabajo es el que tienen, pero tienen que aprender a mejorar su manera de comportarse en otros ámbitos para aumentar su calidad de vida”. María seguirá trabajando como enfermera mientras sigue intentando salir de la ansiedad que sufre y que no le dejó dormir durante meses.
Laura Álvarez
En Hoy por Hoy Madrid Oeste, anteriormente en informativos de fin de semana en Cadena SER. Graduada...