Paula Ribó, además de ser Rigoberta Bandini, es actriz, guionista, dobladora y directora de teatro. Cree que su experiencia en las tablas le ayuda mucho ahora a encontrarse en el escenario y siente que todo lo que hace «forma parte de la misma cosa». Asegura que lo que más le gusta de su alter ego, Rigoberta, es que «consigue todo lo que se propone» pero piensa que los fracasos de Paula, las veces que se ha encontrado «salas de teatro vacías», tienen una parte creativa: «Sin eso no puedes resurgir». De momento a Rigoberta le va tan bien que a Paula a veces le da «rabia» pero ella no quiere dejarse llevar por una productividad constante: «Necesito hacer cosas pero sin dejarme la vida en ello». Por eso, tras los últimos conciertos de su gira, parará un tiempo para reencontrarse con su familia y amigos y buscar su «habitación de Virginia Woolf» para componer pero antes ha anunciado este miércoles que suma una última cita con sus seguidores antes de acabar el año el próximo 18 de diciembre en el Wizink Center de Madrid. Escuchando a Aute, Paula Ribó se retrotrae a su infancia y adolescencia, cuando su padre se lo ponía en casa: «Siempre me ha impactado su música, aunque lo haya escuchado muchas veces, era un poeta increíble». Ahora acaba de publicar La Emperatriz, su primer disco, en el que reúne todas las canciones que ha ido publicando y algunas nuevas. Un título que tiene que ver mucho con la inspiración: «Todo empezó con la carta del tarot que me acompañó en la composición de las primeras canciones por lo que me transmitía esa carta cuando la miraba. Y luego se transformó a todas las personas que me inspiran, entre ellas mi abuela, de la que hablo en la canción. Es como la energía femenina de creación infinita». Una «energía femenina» que le contagian también artistas como «Rosalía o Zahara». Se alegra mucho de que nos «estemos desintoxicando muchas cosas que hemos escuchado desde pequeñas, como que las mujeres somos rivales» y que ahora le inspiren y motiven tantas mujeres que le hacen creer que puede llegar «a cualquier sitio». Su hijo tenía 3 meses cuando Rigoberta Bandini comenzaba a compartir sus primeras canciones. Ambas cosas supusieron un cambio de vida completo: «A veces me cuesta discernir porque fue todo a la vez... cuando nació mi hijo nació un amor que no tenía precedentes. Era todo muy intenso, para lo bueno y para lo malo, un nivel de vulnerabilidad... nadie me había importado tanto nunca... He conseguido calmarme pero él saca una parte de mí que nunca había conocido y es que el amor tiene todo el abanico de sensaciones», resume. En La Emperatriz le dedica un par de canciones, además de su famosa Ay, mamá, un tema que ya es universal: «Yo no tenía ni idea de que fuera a conectar así con la gente, pensaba que hablar de madres no estaba de moda, pero era una canción que me salía muy de mi verdad, como madre y como hija. La sentía muy profunda y eso la gente lo nota, nota cunado estás conectada con esa verdad para contar las cosas». Aunque Rigoberta ya había publicado varias canciones antes del Benidorm Fest, fue ahí cuando se hizo conocida en todo el país. Ahora recuerda todo como una ensoñación: «Estuvimos una semana en Benidorm aislados. Recuerdo el impacto cuando entró el público y todo el mundo cantaba tanto la canción que no me oía tanto a mí misma. Lo recuerdo como una experiencia muy bonita... también de mucho miedo, las cosas en televisión son como un tiro, así que también lo recuerdo como mucha ansiedad, pero guay».