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Qué es un ictus, cuáles son sus síntomas y cómo prevenirlo

Los médicos subrayan la importancia de detectar los síntomas a tiempo para prevenir consecuencias graves

Una ilustración representa un ictus. / Getty

El ictus es la segunda causa de muerte en España —la primera en mujeres—, la primera causa de discapacidad adquirida en adultos y la segunda de demencia. Aunque en los últimos 20 años, la mortalidad y discapacidad por esta causa ha disminuido, gracias a la mejora en la detección precoz de los síntomas, en el control de los principales factores de riesgo y en la introducción de nuevas medidas terapéuticas, unas 120.000 personas al año sufren esta enfermedad en nuestro país, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Que las consecuencias de los ictus ya no sean tan graves no quiere decir que su incidencia haya bajado. De hecho, en los últimos 15 años, el número de pacientes atendidos en hospitales del Sistema Nacional de Salud (SNS) por enfermedades cerebrovasculares ha aumentado un 40% y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima en que los próximos 25 años la incidencia del ictus se incrementará un 27%.

¿Qué es un ictus?

El ictus es una lesión cerebral producida por una alteración brusca en la circulación sanguínea del cerebro. En el 85% de los casos se debe a una oclusión arterial —bloqueo de una o varias arterias—, mientra que en el 15% restante la causa es una hemorragia.

"Puesto que el cerebro necesita un aporte constante de oxígeno y nutrientes, que le llegan a través de la circulación sanguínea, el daño cerebral que produce un ictus depende en gran medida del tiempo en el que dura este trastorno y de la zona que se haya visto afectada", explica María Alonso de Leciñana, coordinadora del grupo de estudio de enfermedades cerebrovasculares de la SEN.

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Teniendo en cuenta que por cada minuto en el que una persona sufre detención o disminución de la circulación de sangre en el cerebro se pierden 1,9 millones de neuronas y 14 billones de conexiones neuronales, y que una hora supone un envejecimiento cerebral de 3,6 años y una pérdida de 120 millones de neuronas, el ictus es siempre una urgencia médica.

Síntomas de un ictus

Los síntomas del ictus suelen producirse de forma brusca e inesperada. Aunque su tipología depende del área del cerebro que se vea afectada, lo habitual es que sean fáciles de identificar. Los más frecuentes son:

  • Alteración brusca en el lenguaje, con dificultades para hablar o entender.
  • Hormigueo o paralización de una parte del cuerpo.
  • Pérdida brusca de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo. Generalmente, afecta a una mitad del cuerpo y se manifiesta sobre todo en la cara y/o en las extremidades.
  • Alteración brusca de la visión, como pérdida de visión por un ojo, visión doble o incapacidad para apreciar objetos en algún lado de nuestro campo visual.
  • Pérdida brusca de coordinación o equilibrio.
  • Dolor de cabeza muy intenso y diferente a otros dolores de cabeza habituales.

"La gran mayoría de los pacientes que sufren un ictus suelen presentar una combinación de varios de estos síntomas. No obstante, con sólo experimentar uno de ellos, ya es motivo de urgencia", señala Alonso. "Una de las claves para el éxito en la atención del ictus es la rapidez con la que se detectan sus síntomas iniciales y se contacta con el sistema de emergencias. La otra, sin duda, es la prevención", agrega.

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Rosa Rubio Oliver sufrió un ictus hace 10 años y contó su experiencia en el programa Hoy por Hoy. Lo primero que notó fue un dolor de cabeza muy grande, que nacía en el entrecejo. "Me producía mareos, veía puntos de luz, vomitaba... El médico me dijo que era estrés", relata. Llegó a pasar 20 horas en el hospital hasta que le diagnosticaron por qué le había ocurrido".

Cómo prevenir un ictus

En declaraciones a Radio Dénia, el neurólogo del hospital de la ciudad alicantina Àngel Mateu explica que "un mal control de los factores de riesgo vascular aumenta el riesgo de padecer un ictus". Estos factores son:

  • La hipertensión arterial.
  • La hipercolesterolemia
  • La diabetes.
  • Las enfermedades cardiacas previas.
  • Los niveles de azúcar elevados.
  • El tabaquismo.
  • El consumo de alcohol.
  • Las terapias hormonales.
  • La vida sedentaria.
  • La oesidad
  • La edad.

De acuerdo con la SEN, el 90% de los casos de ictus se podrían evitar con una adecuada prevención, que pasa por la corrección y el tratamiento de los factores de riesgo modificables. "Generar el hábito de control de la tensión arterial, el peso, de la cintura abdominal y llevar a cabo un estilo de vida sano, que pasa por el abandono del tabaco, el consumo moderado de alcohol, reducir peso, hacer ejercicio y reducir la sal en las comidas, serían los principales consejos", destaca la la doctora Alonso de Leciñana.

"En todo caso, cuando hablamos de prevención hablamos tanto de llevar a cabo medidas para prevenir esta enfermedad en personas que no lo han sufrido hasta el momento, mediante hábitos de vida saludables, como para evitar que el ictus se repita", sostiene. "No hay olvidar que el hecho de haber sufrido un ictus, es un factor de riesgo para poder sufrir un segundo. Por lo tanto, estas personas, deben seguir un tratamiento farmacológico adecuado", valora.

La edad es otro factor de riesgo, ya que la incidencia del ictus aumenta considerablemente a partir de los 60 años. No obstante, el ictus, puede aparecer a cualquier edad: un 0,5% de todos los ictus se producen en personas menores de 20 años. Además, en los últimos 20 años ha aumentado un 25% el número de casos de ictus sufridos por personas de entre 20 y 64 años.

Diagnóstico del ictus

El doctor Enrique Martínez, también neurólogo del hospital de Dénia, explica que un correcto diagnóstico de la causa de un ictus requiere de dos estudios básicos para conocer la circulación cerebral y el funcionamiento del corazón: "El abordaje cardíaco pasa por revisar la funcionalidad, ritmo del corazón y si existe alguna anomalía estructural. Por su parte, el estudio neurovascular ofrece datos sobre el funcionamiento de las arterias que comunican el corazón con el tejido cerebral. De esta forma es posible conocer la mayor parte de las causas que pueden desencadenar un accidente cerebrovascular".

Francisco Moniche, vocal del grupo de estudio de enfermedades cerebrovasculares de la SEN, insiste en la necesidad de "pillar a tiempo el ictus": "Hay unos datos de alarma en una cefalea que son claves: que no responda a tratamiento, que produzca vómitos, que haya pérdida de fuerza de un lado de cuerpo, imposibilidad de hablar, pérdida de visión". La rapidez en la atención es vital, dice el doctor. "Hablamos de tiempos-cerebro, perdemos millones de neuronas por cada minuto en el que no actuamos", aclara.

Por eso, la población general tiene que conocer los síntomas, y así poder actuar: llamar inmediatamente al 112 y activar el "código-ictus"; esto no solo ayuda a que se salven vidas, sino a conseguir que esas vidas vuelvan a la situación previa al ictus, porque esta patología deja secuelas con mucha frecuencia.

Tratamiento de un ictus

Los especialistas insisten en que el tiempo de reacción es fundamental en el ictus ya que, si un paciente con sintomatología llega a tiempo al hospital, se puede administrar un tratamiento intravenoso con el objetivo de disolver el trombo que ha provocado la obstrucción. Si este tratamiento no es eficaz, en función de las características del paciente, se puede realizar un cateterismo cerebral para intentar retirar dicho trombo.

Una vez el paciente ha pasado la fase aguda del ictus, en la mayoría de los casos, es importante iniciar un tratamiento de rehabilitación y, de manera simultánea, administrar antiagregantes y anticoagulantes para evitar la formación de nuevos trombos.

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