El negocio tiene más valor que los derechos humanos

Madrid

Hoy La Mirada se enreda con la información deportiva porque en la Feria del Libro de Fráncfort se disputó un partido de fútbol entre las selecciones de Alemania y España. Es tradición que escritores y escritoras de Alemania reten al país invitado a un partido. Así que nuestras escritoras y escritores aceptaron la apuesta y formaron la selección cervantina. No voy yo a dar cuenta aquí de la calidad de nuestra selección. Ni siquiera voy a informar del resultado. Prefiero señalar la relación del fútbol y la vida que algunos participantes detallaron al hablar de ilusiones, miedos, desengaños, alegrías, lecciones éticas y formas de aprender a ganar o a perder. Daba gusto oírlos hablar. El deporte es hoy una estrategia eficaz para atraer la atención hacia la cultura española en muchos países del mundo.

Decía Eduardo Galeano que el fútbol es lo más importante de las cosas que no tienen importancia. He citado con frecuencia poemas de Alberti, Miguel Hernández y Benedetti cada vez que se ha confundido el fútbol con la dictadura española o el proceso argentino. La culpa no era del fútbol, sino de Franco y de Videla. Este juego sobrepasa los 90 minutos reglamentarios, entra en los corazones y atrae a los buitres que sobrevuelan nuestras maneras de vivir. Una tristeza que la memoria inocente, las lealtades y las ilusiones de las cosas sin importancia sean utilizadas por los poderes mediáticos para perderle el respeto a las cosas importantes.

Una tristeza que el negocio tenga más valor que los derechos humanos, que la luz del verano se convierta en invierno y que las obras de los estadios del próximo mundial en Qatar se cobren tantos muertos como las pirámides de Egipto. Los goles caerán además sobre la humillación de las mujeres. Y da miedo recordar que el último mundial se celebró en Rusia. Lo que pase no será culpa del fútbol, sino de los buitres.