La "diabólica" accesibilidad a los 'vapers' que atrapa incluso a los jóvenes que odian el tabaco: "Van dirigidos a que se hagan adictos y les puede matar"
A los expertos en tabaquismo les preocupa estos nuevos dispositivos que son "muy peligrosos" para la salud
La "diabólica" accesibilidad a los 'vapers' que atrapa incluso a los jóvenes que odian el tabaco
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Madrid
No hace falta ir a un estanco para hacerse con un vaper desechable. Estos dispositivos, generalmente de forma cilíndrica, pequeños, con colores atractivos y de sabor agradable, están al alcance de cualquiera. Se venden en bazares, en kioscos de chucherías, en tiendas especializadas o directamente por internet, donde la oferta se dispara sin ningún tipo de control. Una moda que ha eclosionado en los últimos meses y que tiene, según los expertos, un público objeto claro. "Van dirigidos a nuestros jóvenes para que se hagan adictos a la nicotina y esto les puede llegar a producir la muerte", asegura Carlos Jiménez-Ruiz, neumólogo especialista en tabaquismo.
Este producto tiene en vilo a los profesionales sanitarios. El doctor Jiménez-Ruiz, que también es miembro de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), califica lo que está ocurriendo de "diabólico" y, sobre todo, como "muy peligroso". Los potenciales consumidores perciben que estos dispositivos son más sanos que el tabaco tradicional. Algo que no es así. "No hay diferencias. La población general y, sobre todo, los jóvenes deben saber que las sustancias tóxicas presentes son idénticas". Entre sus componentes se encuentran desde nicotina, que produciría adicción, a carbonilos, como el acetaldehído (elemento que provoca los efectos de la resaca) o el formaldehído (gas que consumido a altos niveles puede producir ardor en los ojos, nariz o pulmones).
Los vapers también llevan aromatizantes y saborizantes. Estos compuestos son capaces de producir "infecciones en el aparato respiratorio" y facilitar "el desarrollo de cánceres en todo el árbol bronquial y en otros órganos del cuerpo", sostiene Jiménez-Ruiz. Ni siquiera los que son sin nicotina se libran de estas consecuencias fatales para el organismo. Tampoco sirven, como muchos consumidores creen, para dejar de fumar. Según Jiménez-Ruiz, "hasta un 70% de esos sujetos que han utilizado el cigarrillo electrónico como un dispositivo para ayudarles a dejar de fumar, no lo han conseguido y se han convertido en fumadores duales, es decir, de cigarrillos normales y de cigarrillos electrónicos a la misma vez".
Sin embargo, y a pesar de sus posibles perjuicios para la salud, la imagen que se proyecta de ellos es totalmente inocua. En torno a los vapers se ha tejido una sólida red de marketing y promoción que alienta a su consumo sin pensar demasiado en las consecuencias que produce a corto y largo plazo. No se perciben como peligrosos. Primero por su buen olor y, sobre todo, por su sabor. Esto se convierte en un arma de seducción e incita a su consumo, especialmente a los más jóvenes e incluso a personas que nunca antes habían fumado.
Según la última encuesta sobre el uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES), de 2021, "el consumo de cigarrillos electrónicos realizado alguna vez en la vida por los estudiantes de 14 a 18 años es del 44,3%". Los chicos son los que más los utilizan, un 55,3%. Otros datos generales, publicados por Sanidad y recogidos por SEPAR de principios de 2022 confirman, según el doctor Jiménez-Ruiz, este incremento especialmente entre los jóvenes: en 2020 los usaban alrededor de un 1%, mientras que a inicios de este año se ha duplicado, ha subido a un 2,5%.
Sergio es un ejemplo de esta realidad. A este joven, de 25 años, el tabaco tradicional siempre le ha horrorizado. No le gustaba su olor, ni su sabor. Para él, el simple hecho de encender un cigarro le parece un proceso "más agresivo". Un rechazo que no le pasa con estos dispositivos desechables. Todo lo contrario. "Creo que es un tema visual. El vaper es cilíndrico, como tiene colores agradables, sabores, te parece más inofensivo para la salud". Reconoce que le gusta "muchísimo" el sabor que le deja en la boca, también como huele porque "no se pega al cuerpo", como sí ocurre con el tabaco tradicional. "Obviamente, no somos conscientes del daño que nos puede suponer a largo plazo porque vivimos más el presente", reflexiona.
"Son sabores muy ricos, como fruta, Coca-Cola, menta", enumera Mercedes, de 26 años. Ella tampoco era fumadora antes de conocer estos dispositivos. Ahora los consume principalmente cuando está con amigos en un ambiente distendido. En momentos de ocio es cuando más se recurre a estos dispositivos. Susana -nombre ficticio- tiene 25 años y dejó de fumar tabaco tradicional hace tiempo por el mal gusto que le dejaba en el paladar. Después de años libre de nicotina, ha vuelto a ella. "Empecé cuando salía de fiesta, porque relacionaba cubata con vapers porque encima en los locales se puede tomar sin problemas. Eso incita al consumo", admite.
Raquel Fernández, presidenta de la Asociación NoFumadores.org, apunta a que todo se trata de una estrategia de la industria tabaquera para captar a nuevos clientes. "Lo tienen muy estudiado y están apostando por este tipo de dispositivos, que no están debidamente regulados, para conseguir enganchar a la adicción a los jóvenes. Evidentemente, un sabor fresa, nube, sandía, melón, etc. no va dirigido a una persona de 40 años". Además de su agradable gusto, Fernández señala otro factor clave que facilita su consumo: su accesibilidad. Para hacerse con uno de estos vapers desechables no tienes que ir necesariamente a un estanco.
Se pueden encontrar en las estanterías de algunos bazares, al lado de las gominolas en los kioscos, en tiendas especializadas o incluso se dan como premio en algunas atracciones de feria. Todo ello sin ningún tipo de control, a pesar de ser un producto nocivo para la salud. Además, su precio está al alcance de cualquiera, oscila entre 6-7 euros. Los jóvenes pueden permitírselo y tienen larga duración, generalmente, unas 400, 500 o 600 caladas por dispositivo. Su compra por internet es otro mundo. No se controla si se es mayor o menor de edad y cuestan menos dinero si se adquieren en grandes cantidades.
Diego compró este verano 120 de estos dispositivos por internet. Lo hizo de una forma muy fácil a través de una página china, en la que no le pidieron que demostrara tener más de 18 años, ni tampoco le dieron detalles sobre los componentes del producto. "Me pasó los modelos de vaper que tenían y el precio. Solo tenía que ingresar el dinero a través de una aplicación y me lo mandaban a mi casa". Este chico, de 27 años, trabajaba en un pub nocturno y observó cómo los clientes, sobre todo, los más jóvenes, algunos incluso menores, lo demandaban cada vez más: "Pensé que era una buena oportunidad para ganar algo de dinero". Y así fue. "Recuerdo que el primer día que los compré el WhatsApp echaba humo. Me escribió gente que no me había hablado en la vida". Para publicitarlo solo necesitó colgar una foto en su perfil de Instagram. Los agotó en cuestión de días.
Las redes sociales son otro foco de normalización de los vapers. Se publicitan con total impunidad, incluso hay algunos perfiles que prometen sorteos al conseguir cierto número de seguidores. "Se hace en TikTok, en Instagram, donde están los chavales. Vemos a sus influencers usarlos. Y esto no es algo casual. Evidentemente, alguien les está pagando", apostilla Raquel Fernández. La presidenta de NoFumadores.org sostiene que estas son algunas de las triquiñuelas que usa la industria tabaquera para promocionarlo de forma indirecta y así eludir la ley, que prohíbe publicitarlo libremente desde el año 2005.
"Hay un vacío legal enorme", asegura el doctor Jiménez-Ruiz, quien también lamenta que no haya una legislación que regule estos dispositivos y ataje su creciente comercialización. "Desde SEPAR hemos hablado con el Ministerio de Sanidad en muchísimas ocasiones y les hemos dejado claro que esto es un problema gravísimo de salud pública y que además estos dispositivos están dirigidos a los jóvenes para que se hagan adictos a la nicotina y se conviertan en vapeadores y en fumadores de cigarrillos normales". Este especialista afirma que incluso los vapers sin nicotina, que también contienen las mismas sustancias nocivas, buscan generar una dependencia al tabaco a largo plazo.
SEPAR pide modificar la norma, equiparar estos productos desechables al tabaco tradicional en cuanto a "su producción, publicidad, patrocinio, distribución y venta". Desde NoFumadores.org quieren ir más allá y abogan por su prohibición total. De momento, el único paso que ha dado el Ministerio de Sanidad para erradicar este crecimiento exponencial ha sido a muy largo plazo. Según se recoge en el anteproyecto de Ley del Mercado de Tabacos, aprobado el pasado mayo en el Consejo de Ministros, las tiendas de cigarrillos electrónicos y vapeadores desaparecerán en cinco años y tampoco se podrán publicitar en estancos. Una medida que para Fernández es insuficiente: "En cinco años ya tenemos una generación de adictos. Somos idiotas".
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Minerva Marcos López
Periodista en la sección digital de la SER. Antes en Radio Madrid, el programa 'Hoy por Hoy' y en la...