Emanuele Crialese, el director italiano que narra su infancia como niño trans: "La identidad no es una cosa dada, es una construcción"
El autor bucea desde la ficción en su memoria en 'L'immensità', un drama luminoso en el que Penélope Cruz interpreta a la madre de ese niño que se hace preguntas sobre su identidad en una familia religiosa y conservadora

Emanuele Crialese en la Seminci presenta L'Immensità (Photo by Juan Naharro Gimenez/Getty Images) / JUAN NAHARRO

Valladolid
Las madres que ha ido creando en su cine el director italiano Emanuele Crialese reflejan la idealización de unos niños que encuentran en la figura materna el agarre para continuar en el mundo. Valeria Golino en Respiro, como esa madre soñadora y libre, algo más pragmática Donatella Finocchiaro en Terraferma. A esa lista se suma Penélope Cruz en L'immensità, película con la que el director indaga en su infancia como un niño trans. "La figura materna es importante porque es la figura generativa, la figura creativa... Y en el mundo artístico en concreto es donde es más importante todo lo que tiene que ver con lo generativo y lo creativo, al menos para mí. Penélope es la encarnación de la mujer de siempre, la mujer del pasado, del presente y del futuro", explica en conversación con la Cadena SER durante su visita a la Seminci de Valladolid.
La actriz madrileña interpreta, a ritmo de Raffaella Carrà, a una madre triste y alegre a la vez. Una mujer de los años 70 con un marido déspota y machista y unos hijos a los que debe proteger. Son los recuerdos del propio Crialese, los recuerdos pasados por el filtro del tiempo en su historia más autobiográfica. El niño protagonista es su alter ego. "Cuando un director es autor de sus propios textos y no adapta textos ajenos, siempre es autobiográfico. Por supuesto todo el material que hay en una película es de origen autobiográfico, todo, ahora bien depende un poco del acercamiento, en unos casos puede ser un poco más íntimo y en otros menos. Las películas son siempre transfiguraciones, cuando hay cosas muy íntimas, las transfigura, porque la misión del director es buscar lo universal desde lo personal", cuenta sin querer entrar en su historia personal pero sí en el poder de la ficción para abordar la identidad y la memoria. "La memoria está muy ligada a la cuestión de la identidad, la identidad se construye en el tiempo a través de la memoria. Y es una cuestión dinámica, la identidad es dinámica. Lo que yo recuerdo hoy y cómo lo describo hoy es muy distinto de cómo lo hubiera contado hace diez años o dentro de diez años. La memoria es selectiva y es un filtro que utilizamos nosotros mismos para relacionarnos con el tiempo que pasa", añade.
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L'immensità es una película sobre la maternidad, sobre el amor de un hijo con su madre, pero también una película sobre la identidad de género, con un niño trans que crece en una familia católica y conservadora. El director evita el conflicto, los subrayados y se dedica a explicar la belleza que habita en los cuerpos, cuando éstos son libres. Lo hace con imágenes poéticas y sensoriales, como cuando los niños juegan con muñecas cuyas partes corporales han sido quitadas o cambiadas, o cuando en el colegio católico, niños y niñas, lanzan sus uniformes identitarios, símbolo de cómo el patriarcado nos sitúa en un sitio o en otro sin posibilidad de elegir. Crialese opta por la luminosidad y la inocencia frente a otros relatos que han abordado la transexualidad desde zonas oscuras. "Para mí este era un tema muy importante, salir de la convención legítima, aunque negativa, de esta imagen de la condición de la transexualidad. Era también muy importante para mí encontrar la forma de contextualizarla en un proceso de normalización. Ante todo es la historia de un ser humano que se pone preguntas, que no da por descontada su sexualidad por nacimiento, y que, por lo tanto, se trata de una cuestión de especificidad y marginalidad". Esta última idea conecta el film con sus anteriores trabajos, donde se adentró, por ejemplo, en la inmigración. "Me interesan las situaciones de marginalidad, para mí siempre están presentes. La marginalidad es una lucha ligada a la evolución, al sentido evolutivo del ser", precisa.
Emanuele Crialese retrata con finura la incomprensión, la búsqueda de la identidad y la ruptura del orden familiar establecido de una manera sutil, bella y emotiva. También violenta por la presencia de un padre que intimida el hogar. "La familia es el primer núcleo donde tomamos conciencia con nuestros roles. Bien el hijo con el rol de la obediencia, o bien el padre con el de la autoridad. Y la importancia que estos roles juegan en nuestro papel como ciudadanos y seres humanos dentro de la sociedad, en relación con otros seres humanos". La relación con el otro, la mirada del otro, es otra de las ideas que están en el film. Como un niño trans fuera de su entorno, cruzando el descampado que hay enfrente de su casa, no tiene que explicar a otros niños quién es. "La identidad es siempre construida, la identidad de cada uno de nosotros se construye a través de las relaciones. Son las relaciones las que nos identifican muchísimo, pensamos muchas veces que la identidad es una cosa dada, nosotros siendo nosotros, pero no, la identidad es una cosa muy específica ligada a la relación que tenemos con los otros".
El director se apoya en la música y en los programas televisivos de la Italia de los 70, donde Raffaella Carrà y Patty Bravo eran una vía de escape para esa madre y sus hijos. Las escenas musicales dan a la película un respiro y nos permiten ver a Penélope bailar y cantar caracterizada como la cantante italiana y estrella de la televisión. "Esta es una película de gente atrapada, en sus cuerpos, en esa casa, en la familia, y el único espacio para salir de ahí es la televisión. Ahí tienen el mundo que conecta con otros mundos. Es una historia de gente que sueña con ser otra persona", contaba la actriz. Junto a la ella destaca el personaje de Adrián, interpretado por Luana Giuliani, joven piloto de motos.
En ese retrato de su infancia y de tantas infancias, la película evita los tópicos y las explicaciones. Es a través de los ojos de la niña protagonista cómo vamos entendiendo lo que sucede. Ella no sabe ponerle palabras, intelectualizar lo que está pasando y su madre se convierte en una niña más para no enfrentarse a algo que no sabe cómo encajar. Lo que sí sufren ambas es el peso de salirse de 'la norma' en un entorno represivo por la religión. "En los años 70 la religión nos convencía de que estábamos así porque era un pecado. El catolicismo considera contra natura cosas que para nosotros no son contra natura. Para un niño católico sentir lo que sintió era una ruptura de una regla divina, como si no tuviera legitimidad a la existencia porque era algo malo ¿Cómo se le puede decir algo así a un niño de 10 años? ¿Cómo puede concebir un niño de 10 años su existencia como mala?", se pregunta el director.
Esas ideas regresivas contra la diversidad y a favor de un modelo tradicional de familia han vuelto hoy a Italia con la proclamación de la ultraderechista Giorgia Meloni como primera ministra. Entre sus primeras decisiones está crear un ministerio de la natalidad y la familia que amenaza muchos de los avances sociales. "Tenemos una regresión tremenda. La regresión sale siempre de un momento histórico de miedo. Es un producto del miedo, una manipulación del miedo. Cuando el ser humano tiene miedo, y lo tenemos por la pandemia, por la guerra, por la recesión económica, sale siempre la derecha tradicional con más miedo. No hay propuestas para evolucionar, ahí la humanidad se para, se suspende, y rearman sus posturas. Esto también es una cuestión de identidad ¿Cuáles son las ideas de la izquierda? Tienen que redefinirse porque no hay proletarios, dónde buscamos los valores y la energía de nuevas propuestas. Cuando no hay propuestas, volvemos a tiempos regresivos en busca de la seguridad. Eso es lo que está pasando", concluye Crialese con preocupación pero sin perder la esperanza tras presentar este relato íntimo y bello sobre la dureza de una sociedad que impone identidades.




