Opinión

Del optimismo de Nairobi al bajonazo de Luanda: así cambió el ánimo de Sánchez sobre el pacto con el PP

Pedro Sánchez se subió al avión de vuelta a España ajeno a que la renovación del Poder Judicial iba a saltar por los aires mientras él volaba

Pedro Sánchez / Europa Press News

Madrid

El presidente del Gobierno estaba especialmente activo en el vuelo de regreso a España desde Sudáfrica. Ocupó su asiento sólo durante el despegue, en torno a las ocho de la tarde, y mientras servían la cena al resto de los pasajeros estuvo apoyado en el reposabrazos de charla con la ministra de Industria y el responsable de Economía de la Moncloa, Manuel de la Rocha. La puerta de la sala en la que viajan las autoridades estaba abierta así que los periodistas levantábamos de vez en cuando la cabeza disimuladamente a ver si pillábamos algo. Nada tenía que estar pasando. En esas primeras horas del vuelo posterior a un viaje oficial tan intenso, se relajan las conversaciones y las actitudes en todo el pasaje. Había un corrillo del equipo de protocolo en una esquina, los de seguridad comentando sus cosas y los periodistas, en los asientos del final, bromeábamos sobre los próximos destinos en la agenda. Y, por lo que contó después, en ésas estaba Sánchez: se subió al avión ajeno a que el Consejo General del Poder Judicial iba a saltar por los aires mientras él volaba.

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El presidente no tenía intención de contar a la prensa que regresaba con él a España que había hablado con Núñez Feijóo durante una hora en el trayecto de la cárcel de Nelson Mandela, en Johannesburgo, a la base militar de Pretoria, desde donde regresaba a España. Con decenas de coches detrás del suyo en caravana y la Policía abriéndole paso por las atascadas carreteras sudafricanas, Sánchez fue despachando con Núñez Feijóo. Una hora y una constatación: no pinta bien. Telefoneó luego a Félix Bolaños y Óscar López para avisarle de que el líder del PP daba indicios de empezar a arrugarse, pero que habían pactado una reunión para el día 2, primera fecha despejada en la agenda del presidente popular.

La sorpresa de Sánchez fue que el PP desveló esa conversación mientras el presidente estaba encerrado en el vuelo. Llevábamos días preguntándole si un acuerdo de esas características se podía firmar con el jefe del Ejecutivo de gira por África y lo que no sabíamos es que se iba a romper durante su ausencia. De hecho, esta breve gira africana será recordada por el contraste el optimismo de Nairobi (Sánchez despejó cualquier temor a una ruptura) y el bajonazo de Luanda, la capital de Angola, donde hizo escala el avión de Sánchez, recuperamos la cobertura y el presidente se acercó a la prensa para explicar lo sucedido sobre las doce de la noche, hora española.

Fue una conversación intensa y atropellada, con Sánchez lamentando que es el primer presidente español al que no se le reconoce la legitimidad de las urnas. A esas alturas del vuelo algunos pasajeros ya se habían quitado las lentillas y andaban en calcetines por el avión. Sánchez sin corbata y con chaqueta. Como el aparato tenía que repostar (el Airbus no tiene autonomía para vuelos tan largos) habían quitado el aire acondicionado. Hacía calor.

Se fue Sánchez a sus aposentos, corrieron los periodistas en busca de una wifi que permitiera lanzar una crónica apresurada antes de retomar el vuelo. Quedaban ocho horas para aterrizar en Madrid, en el bucle del bloqueo de cuatro años del Poder Judicial.

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