De la polarización al hambre de 33 millones de brasileños: estos son los retos del futuro Gobierno de Brasil

Madrid

El nuevo Ejecutivo tiene por delante grandes desafíos para mejorar la situación de un país lastrado en lo económico, en parte, por la pandemia y con elevados casos de agresiones, la mayoría por razones políticas.

La polarización

La primera vuelta de las elecciones puso de manifiesto la enorme división que hay entre la población brasileña. Y es que el apoyo que reciben es casi proporcional al rechazo que generan tanto el izquierdista Lula como el ultraderechista Bolsonaro. Las últimas encuestas iban en esta dirección: un 51 por ciento de los brasileños renegaba de Bolsonaro y un 46 por ciento de Lula. ¿A qué se debe este rechazo? y ¿cómo se puede revertir este fenómeno, la polarización? "El nuevo Ejecutivo tendrá la misión de apaciguar las cosas y gobernar para todos los brasileños. Ahora existen dos bandos, que son como enemigos. Personas que se insultan y agreden porque apoyan a los otros candidatos. El nuevo presidente tendrá que calmar los ánimos y mostrar al mundo que Brasil es un país único", explica Soraia Marcelino Vieira, doctora en Ciencias Políticas y profesora en la universidad de Salamanca.

Armas y violencia

Las armas y la violencia, no sólo política, que existe en Brasil es otro de los caballos de Troya para el nuevo Ejecutivo. Durante la campaña, simpatizantes de uno y otro se han enfrentado de forma violenta en varias ocasiones. Según sondeos recientes más del 67 por ciento de la población teme ser agredida por motivos políticos. Organizaciones en defensa de la libertad denuncian el aumento sistemático de la violencia. En el último mes se han producido en Brasil 54 asesinatos y más de 100 agresiones a civiles. Detrás de estas cifras está el uso de armas, diariamente se compran en Brasil más de 1.300 al día, algo que ha potenciado el Ejecutivo de Bolsonaro.

Brasil está entre los 10 países donde más homicidios se producen. ¿Cómo regular este asunto? A pesar de estas cifras, los índices de criminalidad en Brasil han descendido en los últimos años. La profesora Vieira cree que se debe a la pandemia, pero la realidad es que Bolsonaro ha potenciado a través de decretos -sin pasar por el Parlamento- el uso de armas. Estos decretos son contrarios al estatuto de las armas que está vigente en el país tropical. "Se necesita formación para los agentes, porque además de la problemática de las armas y de la violencia por motivos políticos existe el narcotráfico, muy presente en las grandes ciudades. Una posible solución es la inversión en políticas preventivas que impidan a los criminales el acceso a las armas y al dinero", asegura Soraia.

Hambre y desempleo

33 millones de brasileños pasan hambre en la actualidad, según datos oficiales. Un 7,2 por ciento más que en 2020. Naciones Unidas sacó al país tropical del mapa del hambre en 2014, pero ahora ha retrocedido a cifras de hace más de dos décadas. El desempleo es la principal razón de que haya hambre. 11 millones de brasileños están parados y esto ha provocado el aumento de las personas sin hogar.

¿Qué tipo de políticas son necesarias para volver a colocar a Brasil entre las mejores economías del mundo? "Lo primero es revalorizar el salario mínimo. En Brasil está por debajo de la inflación (que ronda el 7 por ciento) y hay millones de brasileños que viven con ese salario mínimo. Lo segundo, hacer contratos de trabajo porque hay una parte de la población que no tiene uno. Y lo tercero, políticas para generar empleos, potenciar la industria y el comercio precisamente para generar puestos de trabajo".

Medio ambiente

Las políticas de Bolsonaro han ido en favor de la industria y se ha acusado a su gabinete del asesinato de activistas indígenas... Frenar la destrucción de la Amazonía, clave para la lucha contra el cambio climático es un reto vital para el futuro del mundo entero. Pero, ¿qué se espera de Bolsonaro y qué de Lula? Del izquierdista hay un compromiso firme para la protección del medio ambiente. Del ultraderechista no se espera nada porque no hay propuestas concretas para solucionar, por ejemplo, los conflictos laborales con el personal que trabaja en los organismos medioambientales. Más de 700mil km cuadrados de La Amazonía se han deforestado desde 1980.