Halloween y el cine

El cine y Halloween siempre se han llevado bien. De hecho toda la parafernalia de la fiesta, tal y como la conocemos hoy en día, la hemos importado de los americanos a través de lo que hemos visto en infinidad de películas: disfraces, las calabazas huecas con velas en su interior o el “truco o trato” con el que los niños consiguen caramelos de los vecinos

En Halloween Cary Grant visitaba a sus encantadoras tías en Arsénico por compasión y era la noche también en la que Scout, la hija de Gregory Peck en Matar a un ruiseñor, conocía por fin a Boo Radley. En Odio y orgullo, Robert Mitchum y Ava Gardner eran dos amantes que se reencontraban en Nueva Orleans durante la fiesta criolla de Halloween. Y gracias a Cita en San Luis de Vincente Minnelli, conocimos otra costumbre de la noche que afortunadamente no se ha implantado en nuestro país: arrojar harina a todo aquél que llame a la puerta pidiendo el truco o trato. Algunas de las escenas más divertidas de ET el extraterrestre transcurrían en Halloween y en Halloween también Brandon Lee regresaba de la tumba en El cuervo. Era la noche en la que los estudiantes de Línea mortal practicaban sus experimentos con la muerte o la que elegía Kevin Costner para fugarse de la cárcel y raptar a un niño en Un mundo perfecto de Clint Eastwood.

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El cine de animación ha dado también buena cuenta de Halloween. La fiesta aparece en numerosos cortos Disney y en muchas otras películas del género. Quizá la mejor de todas sea Pesadilla antes de Navidad, con la que Tim Burton y Henry Selick nos presentaron a Jack Skelleton, el rey de la ciudad de Halloween. En los últimos años hemos visto también varias películas de animación que giran en torno a la fiesta del Día de los Muertos, la versión mejicana de Halloween, con sus calaveras, sus tumbas decoradas y sus altares familiares. Es el caso de Coco, ganadora del Oscar en 2018, y de otras como El libro de la vida o Día de muertos. Y siguiendo con el cine infantil y familiar, un baile de Halloween era la excusa para que el fantasma Casper se convirtiera en niño de carne y hueso y pudiera bailar con Cristina Ricci. Y en Halloween también volvían a la vida Bette Midler y sus amigas en El retorno de las brujas.

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Pero hay un género en el que Halloween se ha hecho especialmente fuerte y es el género de terror. La noche de difuntos era la cita anual preferida del psicópata Michael Myers para cometer sus crímenes en las trece películas de La noche de Halloween. El éxito que tuvo la primera película de John Carpenter, estrenada en 1978, dio lugar no solo a la larguísima saga del psicópata de la máscara blanca, cuyo teórico último capítulo, Halloween ends, se estrenó hace un par de semanas, sino también a todo un subgénero del terror en el que se mezclan asesinatos de adolescentes con disfraces y caramelos, títulos como Noche infernal, El misterio de la dama blanca o La noche del baile de la medianoche. Una de las mejores quizá sea Truco o trato: Terror en Halloween, dirigida en 2007 por Michael Dougherty, a la que algunos críticos la llegaron a calificar en su día como el Pulp fiction del terror.

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Este lunes los niños volverán a llenar las calles y edificios con sus disfraces y su truco o trato. Y no solo ellos lo pasan bien, Halloween se ha convertido en la excusa perfecta para que los mayores también se diviertan y se disfracen, como si de un segundo carnaval se tratara. Habrá sesiones especiales de medianoche en los cines o maratones televisivos de películas de terror. Porque de lo que se trata es de eso, de pasarlo bien y de jugar y reír con las cosas que habitualmente nos dan miedo. Como se decía en una película “es Halloween y todos tenemos derecho a un buen susto”.