Exhumar

Madrid

La exhumación del genocida Queipo de Llano y de su cómplice criminal, Francisco Bohórquez, nos permite hablar hoy del verbo exhumar, la versión clásica y etimológica de desenterrar. Porque exhumar es eso, sacar un cadáver de la tierra, humus en latín, e inhumar es hacer justo lo contrario, enterrarlo. De ese humus latino deriva también trashumar, llevar el ganado de una tierra a otra. Y hasta la palabra humano, que nació inspirada por sucesivos mitos en torno a la creación, desde el Prometeo griego hasta el Dios del Génesis, que sostienen que el ser humano fue creado a partir del barro, de la tierra húmeda.

Hay otras palabras fronterizas con inhumar y exhumar, como ahumar, que nada tienen que ver con el humus sino con el fumus latino, que acabó siendo humo en castellano. Ahí quedó en nuestra ortografía una de esas haches rupestres de las que habló Gabriel García Márquez y que nos recuerda que esa letra muda, que aparte de hacer bonito no hace nada más, fue en su día una efe. Pero esa pobre efe no fue inhumada del todo. Quién sabe, quizás fue algún navegante colombino de regreso a España el que la recuperó para acuñar un nuevo verbo con el que nombrar aquello que hacían con el tabaco traído de América, y lo llamó fumar. Sin embargo, uno fuma, pero con su humo no afuma, sino ahúma. Salvo en Asturias que, nos dice el diccionario, sí tienen el verbo afumar. El Diccionario General de la Lengua Asturiana recoge una segunda acepción del verbo afumar que es ·ahuyentar los malos espíritus". Y nos viene como anillo al dedo para lo que ha sucedido esta mañana en la Basílica de la Macarena de Sevilla.