Hoy somos un país mucho mejor con la salida de Queipo de Llano de la Macarena

Queipo de Llano ya está fuera de la Macarena de Sevilla. Sus restos han salido de madrugada de la basílica, en una operación que empezó a última hora de la noche, que presenciaron un puñado de familiares y que congregó, alertados por la noticia, a algunos representantes de organizaciones memorialistas. La exhumación de Queipo se ha hecho con nocturnidad, pero eso no ha evitado que la noticia corriera inmediatamente, seguramente, por un calambre de emoción de todos aquellos familiares de gente que fue represaliada o asesinada por este militar golpista, responsable de la muerte de miles de personas, y cuyos restos seguían ocupando un lugar de honor dentro de la basílica, junto a los de su esposa y uno de sus principales colaboradores en la represión en Andalucía, Francisco Bohórquez. Los tres están ya fuera.

Ha sido la Ley de Memoria Democrática, la que Feijóo quiere derogar si llega a gobernar, la que no apoyaron, evidentemente, ni la derecha ni la ultraderecha, la que ha hecho posible esta exhumación, 47 años después del fin de la dictadura. Es evidente que este país no resiste, en esta materia, ni media comparación con ningún otro país democrático. Aquí la derecha y la ultraderecha siguen retorciendo nuestro pasado, siguen, con su silencio y, a menudo, con sus acciones, defendiendo un golpe y una dictadura sanguinaria que fue verdugo de decenas de miles de personas. Porque en nuestras cunetas siguen enterrados muchos de los represaliados.

Y todavía vive una generación que les busca. Sobre todo hijos, pero también nietos que quieren mantener la memoria de lo que a menudo se olvida y es que tras el golpe, tras la guerra civil, hubo ganadores y hubo perdedores. Y los perdedores no solo perdieron su presente, sino que también perdieron su futuro. A los muertos hay que sumar los que vivieron con miedo el resto de su vida, los que se jugaron, precisamente, la vida, para luchar por nuestras libertades de ahora. Y ese manto de silencio que cubrió a miles de familias y que ahora por fin pueden reivindicar su pasado.

Tenemos un problema como sociedad si hemos necesitado 47 años para que una Ley de Memoria Democrática empiece a saldar la deuda histórica que este país tiene con las víctimas. Y gracias a esta ley que ha permitido, por ejemplo, la salida de Queipo de Llano de la Macarena somos, hoy, sin duda, un país mucho mejor.