Karra Elejalde: "La cultura es como el papel de cagar, hipernecesaria y para todo el mundo"
El actor protagoniza 'Vasil', una comedia social sobre la inmigración, la incomunicación y la empatía con el otro. Avelina Prat dirige esta propuesta con la que el intérprete y su compañero, el búlgaro Ivan Barnev, ganaron el premio a mejor actor en la Seminci
Madrid
Confiesa Karra Elejalde que le gusta alternar proyectos porque en su oficio unos papeles 'curan' de otros. "El Unamuno te cura del Koldo de 'Ocho apellidos vascos' y ahora el Vasil me curará del Inchausti de 'La vida padre'. Me gusta como reto, primero por hacer personajes que no están en mi línea ideológica. Me encanta hacer un un torturador, un yonki, un asesino, un psicópata. Y también me encanta el reto de hacer personajes que están también muy lejos de lo que es mi carácter. En este caso es un personaje más lacónico, más monosilábico, de pocas palabras, como los actores de antes, los Robert Mitchum, los hombres de antes que no manifestaban sentimientos", expresa el actor en la cafetería 'Ocho y medio' un día antes de recibir el galardón en la Seminci por este papel en la ópera prima de Avelina Prat.
En 'Vasil' interpreta a un jubilado que acoge a un inmigrante búlgaro en su casa. La historia parte de la experiencia de la propia directora. "Un día me llamó mi padre diciendo que no podíamos quedar a comer porque tenía a un búlgaro en casa, que se iba a quedar un par de días para poder hacerle un favor a una amiga porque era un hombre que no tenía dónde dormir, pero ese par de días se convirtieron en un par de meses". Ese es el punto de partida de esta comedia tranquila, con tono de fábula social, que retrata el progresivo acercamiento de dos hombres en una historia sobre la incomunicación y la empatía.
"Si en una película me dicen, mira, eres un padre de familia muy bueno, que quiere mucho a su familia, que bebe agua, no fuma y va los domingos a misa, pues digo, casi que no me apetece hacerlo, ¿no? Siempre me han interesado más los canallas. El personaje que interpreta genialmente Ivan Barnev tiene que rebotar en algo. Entonces, si no tienes un malo o un frío no contrasta con lo otro. Por eso en el cine es casi imprescindible que haya personajes que estén en polos opuestos, porque si no, no hay colisión. Y si no hay colisión, parece que no hay película", sigue Karra hablando de un personaje que es cuadriculado, un poco cascarrabias y despegado, pero que poco a poco se va abriendo al otro. Es un buen hombre porque estas personas existen, como decía Luis Tosar de su personaje 'En los márgenes', algo a lo que no estamos acostumbrados en un cine dominado por cínicos y malotes.
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El punto de vista de la película es la mirada de los otros mientras Vasil -fantástico Ivan Barnev en su interpretación- va conquistando e iluminando a todo el entorno con su bondad y amabilidad. Ya sea en casa, en las partidas de bridge o ajedrez o en su estoicismo al chocar una y otra vez con las trabas burocráticas a los inmigrantes. "El planteamiento a mí me apasiona", toma la palabra Karra Elejalde. "Esto es España, ¿no? Un andaluz no tiene porqué sentirse sin opciones y con problemas burocráticos en Galicia. Pues bueno, también somos Europa, o eso queremos creernos a tenor de cómo le va a Inglaterra con el Brexit. Somos Europa y somos europeístas, pero un europeo se puede sentir emigrante en la propia Europa. Nos cuesta tanto relacionarnos, comunicamos con el otro solo porque es del bloque de al lado o del pueblo de al lado, ya si es de otro país y con otro idioma ni te cuento. Y luego somos tendentes a prejuzgar. Si tú no comunicas, si eres picassiano, si tienes enormes problemas de comunicación con tu propia hija, cómo vas a empatizar con alguien así. Poco a poco este hombre nos va iluminando, va contaminando y contagiando positivamente todo lo que toca".
"Queremos el talento, pero no nos preocupan los derechos"
La película se va desarrollando de una forma muy orgánica, sin subrayados y en un tono que recuerda al de comedias sociales como 'Seis días corrientes' -con la que comparte productora, Distinto Films-, ahondando en las dinámicas sociales y en ese deshumanizado laberinto administrativo tan del cine de Ken Loach. "Aquí tenemos grandísimos directores, Icíar Bollaín o Fernando León de Aranoa, que han tocado el tema de lo social. A mí me encanta que se nota la mano de una directora. Ellas son distintas a la hora de plantear estas cosas. La película no queda como una especie de reivindicación, de alegato o de panfleto, sino más bien como una reflexión acerca de cómo somos", analiza el actor. Ese cómo somos queda fantásticamente reflejado en una escena en el salón de bridge. Las señoras con perlas se rifan a Vasil por su destreza en el juego pero se desentienden de su situación personal. Queremos el talento pero no nos preocupan los derechos. Una idea que pone al espectador ante el espejo en su relación con la inmigración.
"No sólo eso, es que son tantas cosas, los españoles es para darnos de comer aparte. Espero que esto no forme parte de ningún titular, nadie es profeta en su tierra, digo yo. Siempre lo de fuera es mejor, tenemos una bajísima autoestima de nuestros propios productos. Decimos, oye, pues para ser española no está mal, qué película tan buena, no parece española. Pero de repente, nos cambia el chip, y decimos, este no es de los nuestros, no es de aquí, o sea que somos puñeteros para lo uno y para lo otro. Por una parte no tenemos gran autoestima sobre nosotros, pero tenemos mucha menos estima sobre aquel que es distinto, sobre el forastero. Hay una visión de cierta superioridad por ser europeos y sobre todo al mirar a la Europa del Este o a otros países con cierta condescendencia cuando somos iguales o inferiores. Y mirad, no hay un habitante de cualquier país que fue de los del Este que no toque un instrumento musical. Ya pudiéramos todos los españoles, cada uno, tocar mínimamente un instrumento musical. La verdad es que la gente de los países del Este es tantísimo o más educada o capaz o solvente que nosotros, pero somos tendentes a prejuzgar, a prejuzgar. Que un inmigrante europeo tenga problemas de índole burocrático en Europa no es de recibo. Tenemos que arreglar eso. No puede ser. No puede ser más en un país como el nuestro que ha sido inmigrante, de 'vente a Alemania, Pepe', y donde de alguna manera en la posguerra nos acogió tanta gente y nos trataron bien porque somos como somos", profundiza Elejalde.
Más allá de la inmigración, 'Vasil' es una historia entrañable de amistad y aceptación que explora con humanismo y humor lo cotidiano. Avelina Prat logra imprimir un ritmo preciso a una cinta que reivindica el entendimiento y la curiosidad por aprender del otro. En este ambiente, Karra Ejelalde ofrece un registro distinto, bajo en revoluciones, al de sus anteriores comedias. "Yo suelo decir en broma que lo hago por solidaridad con aquellas personas que tenéis problemas de comunicación, porque yo no los tengo, me gusta ser como una especie de insecto liberador que va de flor en flor. Cuando hago teatro y en la función número 40 me aburro, digo, sustituirme ya que voy a otra cosa. Además es bueno profesionalmente y les invito a los compañeros actores a que lo hagan, a no quedarte en tu lugar de confort, probar con cosas distintas. Y a veces, pues también me sirve estratégicamente para mirar, pasar de una comedia a un drama y de ahí a otra cosa y a otra cosa porque me gusta. Siempre está el reto de interpretar a personas que que son muy distintas a mí. El actor puede hacer lo que le salga de los huevos. Yo, como actor, intento ser lo más completo. Me encantaría ser como los actores americanos que cantan, bailan, hacen esgrima y se tiran en liana. Soy osado y lo reconozco, a veces te metes ostiones como un templo, pero hay que probar cosas que me hagan separarme de como soy. Yo no soporto los silencios. Yo sería incapaz de jugar una partida de ajedrez de más de dos horas. Diría, mira, vale, has ganado, me voy a tomar una cerveza", ríe el actor siempre también apasionado a la hora de explicar sus personajes y su visión el oficio en las entrevistas.
En un otoño cargado de estrenos y festivales, y con la taquilla sin despegar, 'Vasil' se estrena en salas en una semana en la que también llegan otros títulos españoles, como 'El agua' o 'No mires a los ojos'. "Nunca ha ido menos espectadores al cine que ahora. Por una parte, la familia, la industria del cine se está moviendo más que nunca porque las cadenas están en una especie de pulso y están haciendo muchas producciones. Esto, indudablemente, a nosotros nos ha venido bien, pero también es verdad que el cine es para verlo en el cine", se arranca el actor al ser preguntado por las cifras de asistencia a salas en uno de los mejores años para nuestro cine. Y a partir de ahí expone su crítica y los cambios que necesita el sector. "Como actor y como tío que me toca, tengo que decir que no tenemos una ley que defienda nuestro cine. Tú no puedes ir a un bar y pedir un pincho de tortilla de patatas y que te digan un euro, y luego pedir un pincho de caviar y que te digan un euro. Si una película española cuesta dos millones de euros y una película americana cuesta 40.000 millones de dólares, el precio de la entrada no puede ser el mismo. Y aquí los exhibidores se van a enfadar, pero lo mismo que hay ayudas con la gasolina o con la luz, no podemos quitar en una sala pequeña de 100 localidades una película cuando tiene 85, porque ahora me viene la de Brad Pitt y voy a llenar esos 15 asientos. Debería haber un cupo por el cual no se puede quitar una película porque no está llena la sala. Y si el gobierno tiene que subvencionar a ese exhibidor para que mantenga esa película también debería hacerlo. Hemos tenido tiempos mejores en las leyes para el cine y lo que no es de recibo es que la cultura es como el papel de cagar, perdón, quiero decir, hiper necesaria y para todo el mundo. No podemos grabarla con un IVA de impuesto de lujo. La cultura no es un lujo, es una necesidad, es un bien que enriquece a todo un país de uno u otro color. Con lo cual gravar con IVA cualquier entrada a un evento cultural es un flaco favor que nos hacemos como país. Me toca decirlo y lo digo", concluye Karra Elejalde.
José M. Romero
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