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Las dificultades judiciales cuando las víctimas son menores

Mother and daughters with their backs turned, go hand in hand on the way to school. Concept of education and back to school. / DBenitostock

Mother and daughters with their backs turned, go hand in hand on the way to school. Concept of education and back to school.

Cuando las víctimas de delitos son menores de edad se enfrentan a unas dificultades no reflejadas en la edad adulta y determinadas, en parte, por la forma en que las niñas, niños y adolescentes interiorizan su condición de víctima. Entender los efectos de la victimización secundaria resulta clave para evitar que los menores sufran al enfrentarse a la maquinaria de la justicia.

Revictimización y victimización secundaria

La victimización primaria es una consecuencia derivada de un delito. La persona siente que son vulnerados sus derechos como persona y por ello asume el rol de víctima. Sin embargo, la victimización secundaria o revictimización es la respuesta que da el sistema a una víctima. Esta segunda hace que la persona reviva la situación traumática y asuma de nuevo su papel de damnificada. Esta vez no es sólo víctima de un delito, ya que el propio sistema le hace revivir una situación contraria a la ley. Por tanto, para garantizar el respeto de los derechos de la infancia el sistema judicial español se debería adaptar para tener en cuenta las exigencias de los menores.

Víctimas de delitos sexuales o en un contexto de violencia de género

En cuanto a los menores, víctimas de delitos sexuales, la estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para Europa, Canadá y EEUU determina que una de cada cinco niñas/adolescentes y uno de cada 13 niños/adolescentes sufrirá violencia sexual antes de cumplir los 17 años. En el caso de los niños y niñas adolescentes con discapacidad intelectual, el riesgo de sufrir violencia sexual asciende al doble. Aproximadamente un 85% de los delitos contra la libertad sexual se cometen sobre niñas, niños o adolescentes. Por otro lado, en relación a los menores, víctimas de delitos en un contexto de violencia sobre la mujer, una macroencuesta de 2019 refleja que el 89,6% de las mujeres víctimas de violencia física, sexual o emocional tenía hijos pequeños en el momento en que se produjeron los episodios violentos, siendo éstos testigos directos de la violencia contra la madre. De este porcentaje, un 51,7% también sufrió violencia por parte de la pareja agresora.

En el ámbito de la violencia sexual, los niños, niñas y adolescentes desconocen que pueden ser víctimas de violencia sexual y la mayoría no han recibido educación afectivo-sexual, ni se les ha enseñado sobre cómo actuar ante este tipo de violencia. Normalmente, la sociedad traslada a los niños, niñas y adolescentes que los peligros se encuentran fuera de casa, alejados de la familia y de las personas de confianza.

Un estudio general de los procesos judiciales que afecta a los menores concluye que éstos declaran hasta cuatro veces en un procedimiento que puede tardar una media de tres años. Un dato que debe tomarse como punto de partido para que todos los operadores jurídicos, desde el legislador, reflexionen en aras de llevar a cabo las reformas oportunas.

Para que el proceso sea lo menos traumático posible para el menor sería necesario preconstruir la prueba como regla general reduciendo el número de declaraciones a una, dentro de la fase de investigación. En el proceso de la toma de declaración, el juez podría acordar que la audiencia se llevara a cabo a través de equipos psicosociales expertos que auxiliaran al menor para que el tribunal trasladara las preguntas con la mayor sensibilidad y conseguir así la comodidad del menor.

 
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