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"Algunos apuestan a que le vaya mal a Petro porque fue guerrillero, pero nos iría mal a todos los colombianos"

Hace unos días han comenzado en Caracas los diálogos de paz entre el gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional, el ELN, la última guerrilla que queda en América Latina. También estos días se cumplen seis años de la firma definitiva del acuerdo con las FARC, en realidad una hoja de ruta que aún está por desarrollar y que afectará también a la estrategia que el presidente Petro ha denominado “paz total”. Sentamos en la misma mesa a un exguerrillero de las FARC y a un ex paramilitar para que dialoguen sobre lo ya conseguido y lo que queda por resolver en el que puede ser el mayor desafío del mandato del nuevo presidente colombiano.

Conversación entre ex FARC y ex AUC en Medellín

Medellín, Colombia

Wilmar llega al encuentro acompañado por un guardaespaldas, también ex combatiente de las FARC, y reconoce que tenía algunas dudas con estos encuentros: “Pero una vez que te sientas ya uno dice ‘el pasado pisado’, el pasado, pasado está, vamos a ver cómo generamos confianza”. Álvaro, ex paramilitar, está más acostumbrado porque ya ha pasado por situaciones similares, pero no olvida la tensión que vivió la primera vez: “Nos sentamos en una mesa con el arma al lado, en cualquier momento el primero que la coge hubiera disparado, eso era muy tensionante”.

Uno fue miembro de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el movimiento que surgió en los años 90 para combatir a las FARC, la guerrilla de ideología de izquierdas en la que militaba el otro. El proceso de desmovilización de las AUC se dio de 2004 a 2006, y con él dejaron las armas cerca de 30.000 paramilitares. El acuerdo firmado por las FARC en 2016 supuso la vuelta a la vida civil de más de 13.000 guerrilleros. Unos y otros estuvieron enfrentados durante años por el control del territorio, con la financiación del narcotráfico de fondo. Entre los dos grupos dejaron más de 350.000 muertos y decenas de miles de desaparecidos. Este cara a cara es posible gracias a la colaboración de la Secretaría de No Violencia de la Alcaldía de Medellín.

Pese a militar en organizaciones contrarias y de ideologías opuestas, los dos coinciden en los motivos que les llevaron a ingresar: la ausencia del Estado, que se hacía especialmente llamativa en las zonas rurales. Hoy, ese mismo Estado les invita a reintegrarse en la sociedad en un proceso en el que aún se sienten etiquetados. “Ahora veo que todo lo que pasaba era culpa de las FARC: si suben los precios, es cosa de las FARC; si hay corrupción, es culpa de las FARC; si llueve… si hace sol… ahora todos ven que aquello era un mito porque el único responsable de la gobernabilidad del país es el Estado”, se lamente Wilmar. “Lo peor es la estigmatización de la sociedad, yo para optar a un empleo nunca he podido decir que soy ex AUC, porque me hubieran sacado”, explicar Álvaro.

La estigmatización

Esas etiquetas afectan directamente al día a día de su nueva vida. El ex paramilitar, que aún vive en el mismo territorio en el que vivía antes de abandonar la lucha pero no se siente seguro: “Mis vecinos saben que yo he apostado por la paz, y de momento me respetan la vida pero esto puede estallar en algún momento porque todos se han rearmado aunque ahora lleven otro brazalete”. Wilmar comparte esa visión: “Es una realidad, seis años es poco tiempo para superar la memoria de 60, puede haber personas que no estén preparadas para nuestra reincorporación porque aún tenga heridas profundas de su familia, de sus hermanos…”.

Más allá de esas experiencias personales, ambos comparten también la sensación de que no se está cumpliendo todo lo prometido (“Educación, vivienda, salud… no se ha resuelto, es un fracaso, y si a alguien que sólo ha hecho la guerra no le das eso, sigue haciendo la guerra”, comenta el ex paramilitar) y apuntan a la falta de compromiso de algunos sectores de la sociedad colombiana (“algunos sectores han hecho todo lo posible por enredar y poner obstáculos al proceso de paz porque en Colombia hay sectores políticos y económicos a los que no les conviene que nos reconciliemos porque la guerra es un negocio”, señala el ex guerrillero”).

Apuesta firme por la paz

Sin embargo, los dos se mantienen firmes en su apuesta por la paz y pese a todo confían en que el proceso no tenga marcha atrás. “Seguimos creyendo que la paz es el camino, es un compromiso irrevocable, la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos y a las nuevas generaciones”, dice Wilmar en la misma línea que Álvaro: “Hay que apostarle y creerle a este camino porque no hay otro, más guerra no; fuimos expertos en procesos de guerra, ahora tenemos que ser expertos en procesos de paz”.El éxito de ese compromiso puede depender del éxito que tenga Gustavo Petro, ex guerrillero de las FARC, que acaba de cumplir sus primeros 100 días como presidente. “Puede haber cambios sustanciales con él, y aunque no se cumpla todo en este periodo presidencial, se pueden sentar las bases”, analizar su ex compañero de guerrilla, consciente al mismo tiempo de los riesgos a los que apunta su antiguo enemigo: “Hay una serie de normativas que pueden servir para que algunos traten de impedir esos cambios sólo porque es guerrillero”; y a modo de conclusión, Álvaro añade: “Algunos quieren apostar a que le vaya mal a él, pero no es a él al que le va a ir mal, nos va a ir mal a todos, porque él está de paso. Ése es el problema que tenemos en esta nación”.

Seguidores del presidente de Colombia, Gustavo Petro, marchan para mostrar su apoyo al cumplirse los primeros 100 días de su llegada al cargo

Seguidores del presidente de Colombia, Gustavo Petro, marchan para mostrar su apoyo al cumplirse los primeros 100 días de su llegada al cargo / Carlos Ortega

Gustavo Petro asumió el cargo en el mes de agosto. El Congreso ya ha dado el visto a bueno a la ley ‘Paz Total’, que le autoriza a negociar con grupos guerrilleros aún activos (como los disidentes de las FARC o el ELN, con quienes ya está abierto el proceso) y también con bandas vinculadas al narcotráfico. Su propósito es convertir la búsqueda de la paz en una cuestión de Estado, e incluir en cualquier conversación a las comunidades, los grupos de población más directamente afectados por un conflicto, que pese a los acuerdos firmados, aún no está resuelto.

Rafa Panadero

Ha desarrollado casi toda su carrera profesional...