Dormir en la copa de un pino o recorrer 'Amanece, que no es poco': cuatro destinos alternativos para este puente

Madrid

A una hora de Barcelona, en el Parque natural Montnegre y Corredor, se puede dormir a nueve metros de altura sobre la copa de un pino negro en Cabanes Dosrius, un hotel en medio de la naturaleza formado por siete cabañas de madera. De hecho, Sandra, la propietaria, cuenta que funcionan a la antigua usanza: “Uno de nuestros valores es volver a los orígenes, las habitaciones no tienen ni agua ni luz para salir de lo habitual y sentir el bosque con los cinco sentidos”. El alojamiento ofrece distintas actividades para hacer durante el día, como visitar el Santuario del Corredor, el municipio Dosrius, el Dolmen de Pedra Gentil o el Pozo del hielo de Canyamars.

En la otra punta, en Galicia, el parador Costa da Morte ofrece vistas al mar. Está en Muxía, muy cerca de Finisterre, abrió sus puertas hace unas semanas y fue una de las promesas de la Xunta tras la tragedia del Prestige. De hecho, en su interior se exponen fotografías y pinturas que retratan el desastre que hubo en la zona hace 20 años. También en la comunidad gallega, otra opción es el parador Santo Estevo de Ribas do Sil, un antiguo monasterio declarado Monumento Histórico Artístico en 1923, cuyas 77 habitaciones ahora hacen de hotel de cuatro estrellas. Está en la montaña rodeado de castaños y por eso, su plato más típico son los huevos rotos con salteado de castañas pilongas y chorizo de manzana, además del pulpo a la parrilla con salteado de grelos.

La ruta de destinos alternativos para este puente acaba en la Sierra del Segura. Siguiendo el camino de río Mundo, encuentras los tres pueblos donde se rodó en el verano de 1988, la película de José Luis Cuerda Amanece, que no es poco. Hace más de diez años, la Junta de Castilla-La Mancha inauguró la ruta Amanecista para visitar las localizaciones donde se grabaron algunas de las escenas, como la plaza mayor de Molinicos o la ermita de Belén en Liétor. Miles de fans se han acercado desde entonces para visitar estos pueblos y al propio alcalde de Ayna, Juan Ángel Martínez, que hacía de niño deprimido. Una de las paradas obligatorias es Casa Segunda para probar las migas ruleros y el cordero segureño, o el mirador del Diablo para ver el amanecer, aunque aquí, en el sur de Albacete, no siempre sale el sol por donde debe.