Pablo Alborán presenta su nuevo disco, «La cuarta hoja», y ha querido hacerlo en los micrófonos de la Cadena SER, en Hora 25 con Aimar Bretos. «La cuarta hoja» tiene un mensaje claro: más que buscar la cuarta hoja del trébol fuera, hay que buscarla dentro de uno mismo. «Hay que tomarse las cosas de otra manera. Uno de los deseos que tengo es que se queden las cosas como están. Trabajo mucho... y deseo salud», comenta entre risas el cantante malagueño. En la entrevista íntima y profunda, Alborán asegura que tiene «la obligación» de disfrutar lo que la vida le da. «Y desde la pandemia mucho más», apostilla. Sobre la música habitual que escucha Alborán, él asegura que «va de un disco a otro». «Yo también estoy metido en la rueda de que voy de un disco a otro, todo rápido», explica. «Quiero que la gente piense lo que le dé la gana de mi nuevo disco. Que se cansen, que lo vuelvan a escuchar después de un tiempo. Creo que he hecho un disco con un disfrute... es el que más he disfrutado. Lo he hecho en mitad de una gira, con mucho movimiento, pero con mucho placer», dice Alborán. Porque, señala, ha sido más «consciente» de lo que estaba haciendo. Uno de los momentos más emotivos de la entrevista ha sido cuando Aimar Bretos le ha preguntado sobre los recuerdos. «¿Los buenos recuerdos son la mejor medicina?», ha preguntado el director de Hora 25. Y Alborán no ha dudado en contestar: «Siempre». «Ojalá se puedan repetir y se pueda acudir a ellos cada vez que puedas», ha explicado. ¿Pero cuál es ese buen recuerdo al que acude el cantante antes de un concierto o en cualquier circunstancia? ¿Qué dibuja el malagueño en su memoria cuando tira de recuerdos? Ahí Alborán se ha llevado las manos a la cabeza y antes de contestar le ha dicho, irónico, a Aimar Bretos «tú, cabrón, no me quiero emocionar, que estoy muy nervioso hoy». «A mí mi abuelo me pone en un lugar especial antes de salir a cantar, antes de dar una entrevista. Cuando estoy nervioso. Luego mi familia también. Antes de cantar o algo y si tengo un mal día llamo a mi familia y les cuento lo que me pasa. Lo hacemos todos juntos. Más que recuerdos son pensamientos positivos y tengo muchos», ha relatado el artista. En algunas noches de concierto, a veces ocurre algo especial. El cantante se quita el micro y empieza a cantar directamente al público. Son unos segundos mágicos, donde la unión entre el artista y los asistentes es particularmente emotiva. «Ahí tengo que tener mucho autocontrol también porque estoy cantando a capella. Tengo que concentrarme en que hasta el de la grada de arriba me escuche. Ahí también me quedo callado, para que la gente escuche el silencio. Veo la mirada de una señora mirándome fijamente. Veo también el gesto de alguien emocionado y me emociono yo también. Ese tipo de situaciones solo las otorga el silencio», explica con vehemencia Alborán.