1ª jornada
Lusail Iconic Stadium
Países Bajos
-
Argentina
Argentina se encomienda al sufrimiento de los penaltis y al 'Dibu' Martínez para meterse en semifinales
La Albiceleste se impone a Países Bajos en la tanda (3-4) tras dejarse remontar en el minuto 90 (2-2)
La Albiceleste no sabe lo que es ganar sin verse al filo del abismo. La exhibición de Messi avalaba el billete a semis, pero esta selección no sabe lo que es la gloria sin antes pasar por el barro. De ahí la sacó el 'Dibu'. Argentina se dejó empatar por Países Bajos y la pizarra de Van Gaal, y tras rozar el pase en la prórroga, acudió a la agonía de los penaltis para alcanzar las semifinales. Emiliano Martínez paró los dos primeros y señaló el camino que Lautaro culminó en el quinto. Croacia les espera.
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Messi rompe el tablero
Salió Argentina con la pasión y el ahínco con la que grita su 'Marcha Patriótica'. Iba arriba, tenía el balón, pero Países Bajos, doctora de la línea de tres centrales, se fue haciendo con el partido fruto de la experiencia de su bloque con dicho sistema, hasta que apareció Leo Messi. Tenía a Aké persiguiéndolo por todo el campo, saltando allá donde fuera. Pero ni con esas se puede detener a Leo cuando tiene ese brillo, este brillo, en los ojos.
Corría el minuto 35 cuando Messi recibió en medio campo y frotó la lámpara para, entre el mar de piernas neerlandes, filtrar un pase de los que no existen hasta que él los inventa. Nahuel Molina, entrando con la fe de un pueblo en el área, recogió la asistencia del 10 para poner el 0-1 frente a Noppert. Partido 1001 de Messi y pase de los que daba en los 200 y en los 700. El fútbol de Messi no se acaba ni caduca. El fútbol de Messi rompió el tablero. Y el partido cambió.
Argentina ya tenía el golpe. Tenía a Messi. Países Bajos no encontraba a sus delanteros. Intimidaba por la grandeza de su zaga desde el balón parado, pero su fuego quedó apagado ante la determinación de Romero, Otamendi (vaya Mundial a sus 34 años) y Lisandro Martínez. Cambió Van Gaal al descanso añadiendo un centrocampista más a la ecuación y para que minutos después pasase a formar con cuatro atrás, pero el partido estaba en los pies de Messi. Argentina lo fiaba todo a conservar la ventaja, luchando cada balón, jugando sin desordenarse y a que el 10 liderase.
Ante Messi, la pizarra de Van Gaal
Cada transición nacía en los pies de Messi. También la que encontró a Acuña pisando el área y que significó el penalti que significó el gol del capitán. El 'huevo', tormento para Dumfries en el choque (se perderá los cuartos por aucmulación de tarjetas), quebró al carrilero neerlandés, que lo trabó y lo hizo caer a falta de 20 minutos. Messi, lejos de inquietarse por el penalti fallado ante Polonia, se llenó de calma en su carrera, corta y con parada, para escupir el balón suave al lado derecho de Noppert e igualar a Batistuta como argentino con más goles en los mundiales (10).
Países Bajos se resistió a dar su brazo a torcer. A falta de ocho minutos reglamentarios y diez de descuento, el gigante Weghorst cabeceó dentro un centro e hizo del partido una caldera. El 1-2 metió el miedo en el cuerpo y los nervios en Argentina, que buscaba trabar el partido, tangana mediante de Paredes. El centrocampista se jugó la roja tras barrer a Aké y lanzar un pelotazo al banquillo 'orange'. Mateu Lahoz disuadió el conflicto con una amarilla sobre el 5, pasado de revoluciones desde su salida al campo. Tanto árbitro como jugador. El colegiado español quiso comerse la escena con su habladuría y particular gestión de los partidos y lo que acabó es por desquiciar a todos. 16 tarjetas amarillas y una roja a Dumfries para marcar un récord en los mundiales. Puro Mateu Lahoz.
Quiso remangarse Argentina, hundirse y defenderse desde el 0-2 ante las torres neerlandesas (Luuk De Jong y Weghorst) que buscaban por alto cada centro con destino el área. Los cambios de Scaloni no sólo la mandaron a la prórroga, sino la carta maestra que Van Gaal tenía guardada en su pizarra. Una inncesaria falta en la frontal de Pezzela, con el minuto diez de descuento en el marcador, lo cambió todo. Weghorst apareció, de nuevo, para que con su corpachón, girase sobre la barrera y desatase la locura con el 2-2.
Argentina lo merece en la prórroga y lo consigue en los penaltis
Otra bronca tangana cerró los 90 minutos e inauguró la prórroga, que hasta los últimos quince minutos no tuvo esa emoción cardíaca digna de un Mundial. Argentina apretó con la entrada de Di María hasta ahogar a Países Bajos. Tuvo dos en botas de Lautaro, un córner olímpico de Di María y dos de Enzo Fernández, la última al palo en el 120, que no sirvió para evitar la agonía de los penaltis. Ahí apareció Emiliano Martínez para coger el relevo de Messi en el verde y vestirse de héroe. Paró los dos primeros. Messi, Paredes y Montiel hicieron los deberes. Enzo Fernández falló el cuarto y fue Lautaro Martínez el que metió el quinto y decisivo. La Albiceleste sufre y vive. Siente y padece. Los argentinos no saben hacerlo de otra forma. Ya están a dos partidos del título.
Los cracks
Leo Messi en los 120 minutos, Emiliano Martínez en los penaltis. Cada uno en lo suyo, marcó la diferencia que empujó a La Albiceleste a semifinales. El 10 fue jerarca y líder, futbolístico y espiritual. Recogiendo balones, filtrando pases, sacando a Argentina, rompiendo presiones con simples giros y presiones, dibujando eslalons como si los años no pasasen por él. Las pidió todas e hizo de todo. Leo quiere el Mundial. Argentina lo quiere. El Dibu lo quiere. El meta secó a Países Bajos deteniendo los dos primeros penaltis. Messi guió a los suyos marcando el primero. Los hombres de la noche, aunque el capitán lo sea en todas y cada una en las que se calza las botas.
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