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Sociedad

Cómo afectan las supersticiones a la vida cotidiana

Aunque la ciencia todavía no ha sido capaz de descifrar todos los misterios, lo paranormal sigue afectando, en muchos casos, la cotidianeidad de las personas

Dos niños mantienen sus dedos cruzados en señal de 'buena suerte' / Donald Iain Smith

Un martes 13 para mucha gente puede ser indicativo de un mal día. Esto se puede deber al simple hecho de ser martes o simplemente por ser el número 13. Está dicho: “los martes, ni te cases ni te embarques”. Además, el número 13 se suele eliminar de las filas de los aviones y de algunos edificios porque se considera como el número de la mala suerte. Al hablar de supersticiones este no es el único caso. Los gatos negros, por ejemplo, cuentan con una probabilidad menor de adopción en comparación con el resto y esto también tiene que ver con el mito de la mala suerte que persigue a estos animales.

Aunque muchas personas consideren que nos son supersticiosas, también han vivido circunstancias donde la superstición tenía un papel importante, como los sueños que después parece que se cumplen o usar la sábana para evitar que el monstruo de la noche se acercase.

La revista Investigación y Mente apunta a que tres de cada cuatro estadounidenses creen en la existencia de fenómenos paranormales, según una encuesta realizada en EE.UU en 2005. Ante este porcentaje tan elevado, los psicólogos se han preguntado por la existencia de posibles mecanismos en el cerebro que ayuden a creer en supersticiones. Aunque existen muchas investigaciones al respecto, según esta misma publicación, el cerebro está configurado para tolerar este tipo de fenómenos paranormales. Es decir, los mismos mecanismos del cerebro que ayudan a desarrollar las conclusiones a partir de datos y a crear patrones, pueden también conducir a falsos positivos.

Creer que los sueños sirven de preaviso de la realidad se llama precognición onírica y es una de las formas más corrientes de creencia paranormal.

A nivel cerebral hay mucha investigación sobre el tema, el psicólogo de Oxford Justin Barrett determina esta creencia como “detector agente”, debido a que el cerebro está constantemente intentando completar la información que le falta con hechos que ya ha vivido y visto (consciente o inconscientemente). Pues esos procesos cerebrales pueden conducir a creer ver cosas que realmente son inventadas.

Sin embargo, el investigador Petter Brugger cuenta con otra teoría, para este autor, la sociedad debe tener en cuenta que el cerebro tiene dos hemisferios y ambos pueden hacer las mismas tareas, pero también es cierto que cada hemisferio tiende a especializarse en ciertas formas de pensamiento. El derecho

se centra en materia creativa, imaginativa, visual y musical, pero, el izquierdo, se basa en el lenguaje, las matemáticas y el razonamiento.

A finales de los 90, Brugger llevó a cabo una serie de experimentos y determinó que muchos de los efectos que llevaban a los individuos a creer en los fenómenos paranormales están relacionados con el hemisferio derecho del cerebro. Es decir, estas personas prefieren dejarse llevar por el pensamiento intuitivo antes que el racional. Esas personas, además, son mucho más propensas a ver rostros donde no los hay.

Sin embargo, esa teoría no la compran todos los estudiosos y se sigue investigando porque hay una parte de la ciencia que esto no lo ve del todo fiable.

 
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