Isabel, 32 años como médico de familia en Madrid, se rompe al hablar de su trabajo: "Cada día sales con el alma partida"
"A los médicos nos gusta hablar de pacientes, pero las administraciones los llaman huecos vacíos": la Atención Pimaria "agoniza" ante la saturación de las consultas
Crisis de la Atención Primaria
Madrid
Por una "sanidad 100% pública, universal y de calidad". Este era el lema que retumbaba en las protestas, celebradas en Madrid, del pasado 13 de noviembre. Según a las cifras de Delegación del Gobierno, la marcha congregó a más de 200.000 manifestantes, mientras que los propios organizadores databan la participación por encima de las 600.000 personas a favor de una mayor inversión en la atención primaria. Falta de personal, pacientes condenados a la atención privada o médicos desbordados, estas son algunas de las denuncias públicas de los sanitarios.
"No echo de menos los aplausos de la pandemia, ahora tengo los de mis pacientes, me lo agradecen cada día", apunta Isabel García. Tiene 62 años y lleva la mitad como médico de familia en el Centro Universitario Ciudad de los Periodistas. Ha vivido, dice, la degradación del sistema asistencial. "Supuestamente atiendo a 39 personas, pero en la práctica llegan a 55, depende de los compañeros que faltan, ya que las ausencias no se cubren", lamenta.
Ángel Vicente "subraya" las palabras de su colega. Es presidente de la Sociedad de Médicos de Atención Primaria en Aragón, pero, además, ejerce como médico de familia en Utebo, una localidad que cuenta con 18.000 habitantes. "En total, dentro de la posibilidad telefónica, presencial o a domicilio, puedo atender a 60 pacientes en una jornada", asegura. Y, precisamente, quiere centrarse en ese término. En "paciente", pues explica que "las administraciones" los deshumanizan al "hablar de huecos en la agenda".
En Aragón 1 de cada 3 habitantes tiene más de 65 años, y el 25% de la población vive en soledad, explica para dibujar la presión a la que se someten cada jornada. "Hay que tener en cuenta el sistema público que podemos dejar en unos años si no nos ponemos a trabajar", comenta Ángel. Por su parte, Isabel considera que en Madrid la sanidad privada "está colapsada", lo que supone un síntoma sobre la salud del sistema público, ya que "la privada depende de lo que la pública no puede hacer bien".
El autocuidado
Isabel dedicaría "unos cuatro minutos por paciente" si no ampliara, por voluntad propia, su horario laboral. Su jornada termina a las tres de la tarde, pero permanece hasta dos horas más para cumplir con sus enfermos. "Este trabajo es droga dura, repercutes en la vida del paciente", matiza. A esto se suman los pacientes que "piden disculpas por estar enfermos" y acuden sin hora, ya que encuentran en este servicio su única alternativa a "las listas de espera interminables".
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Este comportamiento, acorde a la postura de Ángel, no supone una "mala educación médica" por parte de la población. Es una cuestión de necesidad. "Se repite la frase, pero por mi experiencia, muchos acuden adonde pueden", explica antes de comentar que la sanidad privada se ha convertido en una alternativa cuando de pruebas diagnósticas se trata: "Ha aumentado desde la pandemia", señala. Una contradicción cuando la capacidad tecnológica del sistema público está en su apogeo. "Tenemos muchas herramientas que podrían facilitar, pero por algún motivo no se usan", destaca Isabel.
La madrileña apunta que "cada vez están peor". Recuerda que cuando hacía la residencia en el Hospital 12 de Octubre "pasaba consulta junto a una auxiliar". "Yo no hacía papeles, de esta forma se facilitaba el circuito asistencial ya que optimizaba el trabajo". Lejos de aquella realidad, dice que ahora prima "la ignorancia respectiva". Al actuar como "secretaria" no solo deja de hacer su trabajo, sino que lo hace peor que otra persona.
"Nuestro sistema es mejor que el inglés"
Además, Isabel es profesora en la Universidad Autónoma de Madrid y tutora de MIR, por lo que no solo asiste sino que forma. "Tenemos mucha capacidad de resistencia, pero estamos muy quebrados, no sé cuantos años podemos aguantar, soy optimista, llega un punto que las cosas están tan mal que solo pueden mejorar", comenta mientras intenta no emocionarse.
Declara que se incluye dentro de ese 92% de sanitarios que, según el Colegio de Médicos de Madrid, tiene "agotamiento emocional: "Cada día sales con el alma partida, llega un momento en el que no puedes más", lamenta. Por su parte, Ángel recuerda sus primeros años en Newcastle. Un periodo del que sacó una conclusión clara: "No tenemos nada que envidiar a su sistema, todo lo contrario, el de España es mejor que el inglés", matiza.
Para el aragonés, la clave está en la práctica política, adonde no llega la "palabrería". "¿Cuántas veces han oído a políticos hablando de la atención primaria como parte fundamental del sistema? Pero hay que refrendar esas palabras con hechos", declara. En su opinión este servicio supone "la vertebración de nuestro país", por lo que "no va a desaparecer del todo, pero sí va a ir agonizando poco a poco", culmina.