Karmele Marchante ha besado la mano de Simone de Beauvoir, ha conocido a Clara Campoamor y ha entrevistado cara a cara a narcos colombianos. Se ha recorrido el África Subsahariana y ha pasado un fin de año en la casa de Mario Benedetti. Ha cenado en secreto con Santiago Carrillo o La Pasionaria y, por si faltaba algo, tiene además la nacionalidad islandesa por un señor con el que se casó y que acabó absorbido por una secta. Estas son solo algunas de las anécdotas que la periodista plasma ahora en su libro de memorias «No me callo» (Ediciones B) y que recuerda durante la entrevista con Aimar Bretos en Hora 25. Uno de esos sucesos ocurrió en otras épocas, en esos tiempos en los que el mundo de la política, la comunicación, el famoseo, el alcohol y las drogas se confundían en un magma de libertad y de democracia todavía muy joven. «El club de las 25 invitaba a una persona cada mes y hacíamos un almuerzo en el Palace. Las invitadas eran siempre mujeres, pero con Carrillo hicimos una excepción», explica Marchante. El club se fundó como un colectivo feminista, formado fundamentalmente por mujeres periodistas, y que se reunían para cenar o comer con alguna persona de interés público con la que debatían sobre actualidad. «Me estaba pintando los labios y salimos a fumar. Yo tenía en el bolso una pitillera con unos porritos de la noche anterior. Como yo fumo de esos cigarrillos liados, me equivoqué de pitillera y me puse a fumar», relata Marchante. Según la periodista, Carrillo se acercó y le preguntó que qué estaba fumando. «Yo por poco me pongo del color de todo el arcoíris. Me preguntó si podía probar y estuve a punto de desmayarme. El tío se lo fuma y me dice »ah, pues como la picadura de la guerra«, o sea, que le gustó. Es anecdótico, pero existe la foto y personas que estaban allí», señala Karmele. Otro de los momentos más curiosos de la entrevista ha sido cuando Marchante ha contado por qué conserva la nacionalidad islandesa. «La sigo teniendo porque si pasa algo me voy a Islandia. Yo me casé con un señor islandés. Es un vikingo puro, guapísimo, altísimo, rubio. Estaba haciendo un doctorado en Barcelona en Lenguas y nos casamos. Me fui a vivir a Islandia y estuve allí dos años», relata. «No me di cuenta de que se había metido en una secta y me lo quitaron. Cuando me dijo »es que me he hecho Bahai« yo le dije »pues ya me dejarás leer el libro«. Me fui al diccionario y no estuve muy conforme, así que les dije que no. Les dije que ya me había salido de mi propia secta y que no quería más religión», explica la periodista. Su exmarido, según ella, vive actualmente en las Islas Feroe y Karmele sigue teniendo el pasaporte y la nacionalidad islandesa. «Si viene Vox, me voy a Islandia», ha sentenciado Marchante entre risas.