El agua que se desperdicia sin que lo sepamos: uno de cada cuatro litros no llega a nuestros grifos

Madrid

“No todo ese agua que se pierde son pérdidas físicas y ni siquiera las pérdidas físicas son pérdidas en sentido estricto porque infiltran en los acuíferos y es agua que vuelve a estar disponible en algún momento”, explica Gonzalo Delacámara, director del Centro de Agua y Adaptación al Clima del Instituto de Empresa. Además ahí también se incluyen fraudes, consumos no autorizados y errores en los contadores. “Pero en todo caso, es agua para la cual hemos hecho un esfuerzo inversor y no hemos sido capaces a través de las empresas de servicios de agua de facturar por ella”.

El dato exacto de Agua No Registrada (ANR) se sitúa en el 23’5% y lo publicó el pasado mes de noviembre la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas (AEAS). Fernando Morcillo, su director, tiene clara la principal razón: “Hace tiempo que venimos advirtiendo de que tenemos unas redes bastante envejecidas, obsoletas, son redes que se han hecho hace muchos años y desde 2008 se ha dejado de invertir”.

La primera opción sería tratar de reparar esas infraestructuras que ya empiezan a estar obsoletas. Agustín Ramírez es fundador de Aganova, la única empresa española que se dedica a estas tareas: “Nosotros lo que hacemos es introducir un sensor en la tubería que viaja libremente a través del mismo caudal y va recolectando datos para localizar las fugas”. Su recomendación es hacer una revisión al menos anual pero la situación actual de la red da para mucho más: “Hay clientes que hacen dos veces al año, pero estamos ante la única industria en el mundo que tiene estas pérdidas, es una locura, obviamente aquí hay mucho trabajo por hacer”. Y a modo de conclusión hace la siguiente comparación: “Tú ves en tu barrio una farola encendida día y noche y llama mucho la atención; pues eso mismo está pasando en las fugas de agua, estamos echando agua las 24 horas del día esto y eso no puede ser”.

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Más allá de reparar una infraestructura que en su mayoría se hizo en los años 60 y 70 y está ya cumpliendo son su vida media, en algún momento habrá que remplazar esas tuberías. La cuestión es quién debe asumir ese gasto. El modelo de gestión del agua en España hace que esa respuesta no sea sencilla. Desde AEAS llevan años pidiendo un regulador central, pero la realidad es que la responsabilidad final es de cada ayuntamiento y en nuestro país hay 8.125 municipios. En las grandes ciudades, por economías de escala, el problema no es tan acuciante y en capitales como Madrid o Barcelona las pérdidas de agua apenas rondan el 5%. Pero en otros pueblos y ciudades más pequeñas responsabilizarse de una inversión que no da a un alcalde el mismo prestigio que la inauguración un puente o de una carretera no es sencillo.

“No es una inversión que capte la atención de nadie porque parece como enterrar dinero. Los políticos, ante la necesidad de priorizar cosas, siempre creen que esto puede seguir como está, que si la tubería ya ha durado 70 años, por qué no va a durar 75”, reflexiona Morcillo; y aún cuando un alcalde se decida a dar el paso necesitará dinero para la inversión y subir la tarifa del agua sería algo bastante impopular que además puede volverse en su contra.

“Cada españolito está pagando 20 céntimos al día por el agua y estamos hablando de que tendría que subir a 30 céntimos; y aquí puede caer un gobierno autonómico si hace esa subida”, explica Julio Berbel, catedrático de Economía Agraria en la Universidad de Córdoba. “Todo el mundo quiere salvar el planeta y los pingüinos, pero luego no están dispuestos a pagar 10 céntimos al día porque las redes de su pueblo estén en condiciones”. La cifra que maneja no es casual. Según AEAS bastaría con poner unos 50 euros más por persona al año, entre 10 y 15 céntimos al día, para garantizar la calidad de toda la red.

Aunque el escenario descrito no es muy diferente en otros países, la situación en España es especialmente alarmante por el riesgo hídrico al que estamos expuestos. “Simplemente la realidad que tenemos en España es que la sequía forma parte del clima; si miramos la trayectoria desde que hay buenos datos estadísticos vemos que un 25% de los años tenemos sequía seria”, advierte el profesor Berbel. En la misma línea argumenta Gonzalo Delacámara: “Nuestro país tiene el 70% del territorio en riesgo de desertificación y más de un 20% del territorio ya está desertificado, es decir, somos un país altísimamente vulnerable al cambio climático. En este contexto es esto una prioridad ciudadana que nos debe movilizar, por ejemplo, a la hora de votar. ¿Lo haremos en esta clave o vamos a votar en clave de bajada de tarifas”.

La Unión Europea ha aprobado una normativa que obligará a todos los Estados miembros a presentar de forma unificada los datos relativos al agua que se pierde en la red de distribución, como primer paso para controlar y reducir las pérdidas. Pero no entrará en vigor hasta 2026. Hoy, sigue circulando sin registro por nuestras tuberías agua suficiente para llenar unas 740 piscinas olímpicas cada día.