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Rodrygo despierta al Real Madrid de su resaca de Año Nuevo

Un gol del delantero brasileño ante el Cacereño valió el pase de los de Ancelotti a la siguiente fase de Copa del Rey

Rodrygo celebra su tanto ante el Cacereño. / CRISTINA QUICLER

Pese a que por momentos el partido se pareció a alguna sonada eliminación copera de un grande, el Real Madrid ganó al Cacereño en dieciseisavos de Copa del Rey. Un solitario gol de Rodrygo en el minuto 69 despertó a los de Carlo Ancelotti de su letargo, permitiendo que, pese a su gris partido, pasen a la siguiente ronda.

El Madrid sufre, pero pasa de ronda

Como si fuese un fiel reflejo del momento del año en el que nos encontramos, Cacereño y Real Madrid comenzaron protagonizando un bonito símil futbolístico. Los primeros estaban con la ilusión de un niño que espera los Reyes Magos, disfrutaban de su regalo adelantado ante el vigente campeón de Europa, yendo a por cada balón como si fuese el último; los segundos, en cambio, veían como se alargaba la resaca de Año Nuevo, borrachos aún de éxito. Además, en su desazón, se añadía el mal estado del césped, muy lejos (evidentemente) de lo que es la élite. Así es el fútbol modesto, para lo bueno y lo malo. Para rematar, quedaba esa inconsciente desgana que tienen los grandes en estos partidos. Los de Carlo Ancelotti, casi sin bajarse del autobús, resistían los voluntariosos intentos de sus rivales a medida que el público del Príncipe Felipe se lo creía cada vez más.

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La segunda parte comenzó siendo un calco de lo visto en la primera. El Cacereño presionaba muy arriba y no dudaba en buscar el juego directo, dando esa incómoda sensación para el rival de llevarse todos los balones divididos. Por mucho que se moviese el banquillo, los blancos estaban desaparecidos en combate. No se puede decir que los extremeños estuviesen teniendo ocasiones claras, pero el partido de los de la capital era un incómodo déjà vu de la cena de nochevieja con ese familiar que nadie soporta. Rodrygo Goes venía siendo, por su parte, la otra cara de la moneda. Si otros dividen en estas reuniones, él debe ser el que une a todos. Escabulléndose entre dos y colocando el balón en la escuadra con una facilidad pasmosa, el brasileño despertaba al Madrid de su resaca de año nuevo. Nunca es tarde si la dicha es buena.

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El Cacereño, lejos de asimilar ese tanto del brasileño como carbón debajo del árbol, siguió buscando obtener su aguinaldo. No era para menos, ya que el Príncipe Felipe estaba volcado con los suyos. Los minutos fueron pasando y se decretó su eliminación copera, pero poco se podía reprochar a los suyos. Habían tenido a merced, a base de ilusión, al vigente campeón de Europa. Pocos pueden presumir de ese logro en su currículum, así que sus Majestades de Oriente les premiaran como debe el próximo viernes. O, más bien, celebrarán la caja que hicieron hoy.