La increíble historia de Paul James: de jugar el Mundial de Maradona a vivir en la calle y pedir limosna
El exfutbolista canadiense cayó en las drogas y terminó durmiendo entre cartones. Ahora busca una nueva oportunidad
Estamos acostumbrados a ver a los futbolistas en televisión y en redes sociales mostrando una imagen como si de estrellas de cine se trataran. Fama, dinero, éxito profesional, todo eso se suele relacionar automáticamente con el pensamiento de lo que es un jugador, pero basicamente esa es una realidad que les ocurre a unos cuantos elegidos, más aún si nos fijamos en el fútbol de antaño.
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Son muchas las historias de profesionales del fútbol que han tenido que dedicarse a otros quehaceres tras retirarse del deporte, algunos con más o menos fortuna. También conocemos innumerables casos de deportistas de élite de otras disciplinas que tocaron el cielo durante sus carreras y que, después, no supieron gestionar correctamente todo lo conseguido, ya sea por unas razones u otras. Ese puede ser el caso del exfutbolista canadiense Paul John James.
Del primer Mundial de la historia de Canadá a caer en las drogas
De origen galés, James inició su carrera profesional en el Toronto Blizzard, aunque su éxito más grande en el mundo del fútbol fue el de disputar el Mundial de México 1986, el de la segunda estrella de la Argentina de Diego Armando Maradona, pero también la primera Copa del Mundo que disputaba Canadá. Y no fue un mero integrante del equipo, sino que jugó en los tres partidos que su selección disputó en la fase de grupos, ante Francia, Hungría y Unión Soviética.
Un momento histórico para su país y para un Paul James que durante su carrera vistió la camiseta del mencionado Toronto Blizzard, Hamilton Steelers, Doncaster Rovers, Ottawa Intrepid y London Lasers, además de ser internacional en 47 ocasiones, anotando dos goles. Tras retirarse, incluso fue entrenador en las categorías inferiores del combinado nacional, pero todo comenzó a torcerse para un hombre que vivió momentos históricos dentro del fútbol.
Según el propio James, en una entrevista en Daily Mail explica que empezó a consumir cocaína en 1998 porque "no podía conectar con nadie, para encontrar una pareja íntima en mi vida. La sustancia, y el exceso de trabajo, reemplazaron eso". Su idilio con la droga continuó una década y dice que provocó que le discriminaran en Canadá. "Si quieres saber cómo se ve la mirada de absoluto desprecio y disgusto, haz esto. Pero si quieres ver momentos de asombrosa bondad y humanidad, haz esto también".
Busca una oportunidad después de los cartones
Tras 13 años sin trabajo después de que perdiera su empleo como entrenador del equipo de fútbol de la Universidad de Nueva York, lleva seis viviendo en la calle. Ya durmió entre cartones en Toronto, pero el desprecio que comentaba le hizo tomar la decisión de mudarse a Reino Unido. Según el diario argentino Olé, ahora se le puede ver pidiendo limosna en los suburbios de Embankment, Piccadilly y Strand, lo que él llama "recolección de fondos".
"Quiero recuperar la independencia de la prisión metafórica condenada como inocente por trece años perdidos, no por el Reino Unido, con quien me siento en deuda, sino por Canadá como nación. Para encontrar y reavivar la pasión, el entusiasmo y la positividad que una vez tuve. Y, por encima de todo, encontrar una vía para conectar con la gente".
La caída a los infiernos del que, a sus 59 años, debería haber sido héroe del deporte canadiense gracias a su participación en el Mundial del 86 y también en los Juegos Olímpicos de 1984, no ha pasado desapercibida, y el propio Paul John James entiende la gravedad de la vida que ha tenido. "Mi carrera futbolística lo fue todo. No debería haber perdido un día de trabajo. Si tuviera que terminar mi vida mañana, lo cual no haré, la gente lo entendería. Porque ha sido una maldita brutalidad".