Mensajes de año nuevo
Según muestra el estudio que se presenta hoy, la mayoría de ciudadanos cree que se deben destinar más recursos al funcionamiento del sistema sanitario público, incluso si esto implica aumentar la presión fiscal
La manifestación del pasado 13 de noviembre en Madrid en defensa de una sanidad pública, universal y de calidad fue el pistoletazo de salida de una ola de protestas que se han ido extendiendo por todo el territorio español. Para este mes de enero, ya se han confirmado huelgas de sanitarios, paros y protestas en varias comunidades autónomas. Además, en estos momentos, la sanidad ocupa el cuarto puesto entre los principales problemas de España en el ranking que registra el CIS todos los meses, tras el paro, la economía y la política.
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Se podría pensar que la mayor preocupación por la sanidad es una de las consecuencias no deseadas de la pandemia, que tensó hasta el límite la capacidad del sistema y dejó exhausto al personal sanitario. Es cierto que con la COVID-19 la preocupación por la sanidad se intensifica, pero el problema viene de más lejos: el descontento, de hecho, se instala en la opinión pública a finales de 2011, a raíz de las movilizaciones en defensa de la sanidad pública impulsadas por el Movimiento 15M y la marea blanca posterior. Antes, otros problemas inquietaban más a los ciudadanos, como la educación, la inmigración, la inseguridad ciudadana, el terrorismo o la corrupción, además del paro, la política y la economía.
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El primer barómetro de 2023 de 40dB. para El País y Cadena SER pone el foco precisamente en la sanidad pública, en un año en el que se celebrarán elecciones en la mayoría de las comunidades autónomas, que son las responsables de los servicios sanitarios. La encuesta deja dos mensajes de trascendencia para los gobiernos regionales. Por un lado, la sanidad pública, considerada tradicionalmente la joya de la corona de nuestro Estado de bienestar, aprueba por los pelos: aunque hay más opiniones positivas que negativas (por poco margen), una mayoría de alrededor del 40% la califica de regular.
Esta valoración mediana se da al margen del color político del partido en el gobierno autonómico, aunque en las comunidades gobernadas por el PSOE la sanidad pública sale algo mejor parada que en aquellas en manos del PP. En realidad, no sólo la sanidad preocupa más ahora que hace una década: la valoración del sistema sanitario también ha empeorado. Si hace más de diez años sólo una cuarta parte de la ciudadanía creía que se necesitaban cambios profundos, ahora lo piensa la mitad de la población.
Por otro lado, según muestra el estudio que se presenta hoy, la mayoría de ciudadanos cree que se deben destinar más recursos al funcionamiento del sistema sanitario público, incluso si esto implica aumentar la presión fiscal. Como es lógico, son los votantes de partidos progresistas los más partidarios de mejorar la sanidad vía impuestos, pero cabe destacar que esta es también la posición mayoritaria entre los electores de los partidos conservadores, muy especialmente del PP y de Ciudadanos.
Además, aunque la defensa de mejora de la sanidad es una demanda trasversal a todas las capas sociales, son las personas con más dificultades para llegar a fin de mes las más propensas a creer que hay que redoblar esfuerzos, como también lo son aquellas que no gozan de un seguro de salud privado. Necesitar la sanidad pública hace aún más probable defenderla. En suma, la ciudadanía, tanto de izquierdas como de derechas, pide revertir el desempeño de un sistema de salud público que, hoy en día, es más bien mediocre. A pocos meses de la cita electoral autonómica, los partidos tienen ahí un reto mayúsculo.