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Jugarse la vida desactivando una bomba: "Los terroristas te ponen trampas para cazarte a ti también"

Hablamos con un equipo TEDAX de la Guardia Civil para conocer en detalle todo el proceso para desactivar un explosivo

Jugarse la vida desactivando una bomba: "Los terroristas te ponen trampas para cazarte a ti también"

Jugarse la vida desactivando una bomba: "Los terroristas te ponen trampas para cazarte a ti también"

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Madrid

En 2023, el grupo TEDAX de la Guardia Civil cumple 50 años en activo. Así que un equipo de Hora 25 visita el centro de Adiestramiento en Desactivación de Explosivos y Defensa Nuclear, Radiológico, Biológico y Químico de la Guardia Civil, en la localidad madrileña de Valdemoro. Hemos quedado con tres agentes TEDAX para que nos expliquen cómo se enfrentan a su trabajo: desactivar explosivos. No son artificieros, son técnicos en desactivación de explosivos.

"El término es artefacto explosivo improvisado, porque no sabes cómo es", aclara de primeras el teniente Salvador. Le acompañan el sargento Javier y el cabo Evangelino. Este equipo es el encargado de actuar en cuanto llega un aviso de explosivo. "Si hay aviso tienes una oportunidad, si no hay aviso no tienes una oportunidad", dice el teniente, que explica que lo primero que se activa es el equipo TEDAX y es este el que tiene que recabar toda la información. "Una vez tiene toda la información, a partir de ahí empieza la labor profesional y técnica del especialista, que es el que va a decidir cómo atacarlo".

El equipo lo forman dos técnicos: operador 1 y operador 2. "El 1 tiene que estar a lo que tiene que estar y el 2 tiene que estar concentrado para apoyar en todo lo que sea", dice el cabo Evangelino. Es decir, uno se juega la vida, el otro es el responsable de que su compañero esté liberado de todo lo demás. En ese momento 1 y 2 saben que lo son todo para el otro. "Cuando estás encima del artefacto y te entra la duda, tu único apoyo es tu compañero", cuenta el cabo.

Los TEDAX cuentan además con la ayuda de perros entrenados para detectar explosivos. "Nos aportan en la búsqueda y localización del artefacto. Nos abren muchas variantes, nos limpian terreno", explican los agentes. Esta información es fundamental, porque los terroristas ponen trampas a los artificieros. "Nos lo han hecho muchas veces, nos han trampeado los caminos. Te lo trampeaban para cazarte a ti también", dice Evangelino.

"Es fundamental que una vez que se ha localizado el artefacto explosivo, los compañeros que llegaron los primeros tomen una serie de medidas de seguridad para evitar que nadie resulte herido", dice el sargento Javier, que pasa a enumerar todos los riesgos: "Riesgos de seguridad ciudadana, de funcionarios, de personal, de estructuras de edificios y riesgos sobre el operador. Ese es el fin: quitar esa amenaza a la seguridad ciudadana". "La mayor seguridad es la mía propia: si yo consigo que mi seguridad sea absoluta, la de todos los demás lo va a ser", añade el cabo Evangelino. Así se establece el perímetro en el que nadie, solo el operador número 1, puede acceder.

Una vez se ha establecido el perímetro, y una vez se ha evaluado toda la situación, el equipo debe responder una pregunta: ¿qué hacer, intentar desactivar el explosivo o hacerlo explotar de manera controlada? "Eso te lo dice la misma incidencia. Si ese artefacto está en un sitio en el que no hay un riesgo ni para la población ni para el edificio, entonces a lo mejor no interesa correr un riesgo personal y se puede hacer una detonación controlada", afirma el teniente.

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Nos ponemos en la situación de intentar desactivarlo. Los TEDAX deciden acercarse al artefacto. El operador 1 se enfunda el traje antiexplosivos. Pesa unos 40 kilos. "Los trajes están evolucionando mucho. Les están quitando peso. Normalmente soporta un kilo de explosivo, a un metro de distancia, para que no te cause lesiones graves ni la muerte", dice Salvador. "Te tiene que proteger de tres cosas: de la onda de presión, de la onda térmica y de la metralla", añade el sargento Javier. "Un traje al lado de un coche bomba de ETA con 200-300 kilos de explosivo, no sirve para nada", reconoce el teniente.

"Cuando te metes en el traje, te metes en tu mundo y tienes que trabajar. Piensas en que tienes que hacer tu cometido, hacer tu trabajo, ser ágil y tener la mente fría", explica Javier, que reconoce que él no se pone nervioso cuando llega el momento. "Entras en Matrix, entras en tu traje, en tu trabajo, tienes que centrarte, vuelves y ya está". Su compañero reconoce que saben a lo que se arriesgan. "Sabes a lo que te vas a enfrentar y el riesgo que corres, todos corremos un riesgo", dice su compañero. El sargento Javier lo tiene claro: "¿Qué es temblar? Cuando estoy operando yo en particular no me pongo nervioso"

En esta profesión hay patrones a la hora de actuar, pero siempre hay un punto de incertidumbre porque cada artefacto es único. No son los mismos explosivos los que se usaban en la época de ETA que los que los TEDAX se pueden encontrar hoy en un aviso. "De cada terrorista sale un artefacto distinto, cada mente inventa una forma, un sistema distinto, que tienes que tratar de descubrir y tienes que buscar la forma de, con tus conocimientos, tratar de destruirlo", explica Salvador. "No hay que tener unos conocimientos de ingeniero para hacer un artefacto explosivo. Lo más sencillo puede matar igual que lo más complicado. Cuanto más se complique el terrorista la vida haciendo un artefacto más problemas va a tener, más peligro corre él".

En la actualidad es más difícil encontrar explosivos profesionales, pero más fácil hacer explosivos caseros. "Hoy en día es imposible conseguir explosivos comerciales, hoy en día lo que hacen son explosivos caseros que hay en el mercado: consigue en el mercado productos para fabricar un explosivo casero. No necesita fabricar nada, encuentra en el mercado cualquier componente que se le ocurra meter en ese artefacto", dice el teniente.

¿Y qué pasa cuando el explosivo está instalado en un cuerpo humano? Es el momento más delicado. "La situación más complicada es que esté vivo, lleve puesto el explosivo y aún no lo haya hecho detonar".

Les preguntamos qué se siente en el instante preciso en el que un TEDAX desactiva un explosivo y sabe que ya está todo bajo control. "Satisfacción, has llegado a la meta", dice Salvador. Su compañero Javier reconoce que es entonces "cuando me viene el bajón, es cuando te das cuenta de que el trabajo es delicado".

Los TEDAX de la Guardia Civil reciben una media de 1.800 avisos al año. Y no siempre sale bien. "Desgraciadamente también tenemos accidentes, cuando manipulas este tipo de cosas te puedes quemar", cuenta Evangelino, cuya experiencia más traumática fue asistir al accidente de un compañero en Almería. 14 miembros del cuerpo han muerto en acto de servicio.

Lo peor que le puede pasar a un TEDAX, dicen los tres agentes, es llegar demasiado tarde. "Llegar a un sitio después de un atentado es la peor experiencia que puedes tener porque lo que ves cuesta mucho asimilarlo", afirma el teniente Salvador. "Es muy frustrante cuando llegas, ha reventado sin que tú hayas podido hacer nada y encima hay víctimas. Ver la comandancia de Burgos tirada por la mitad pues es algo impactante, es la devastación total", dice el cabo.

¿De qué pasta está hecha una persona que elige este trabajo, que elige arriesgar su vida en un proceso extremadamente crítico para desactivar un explosivo? Las respuestas son claras: es el deber. "Tiene su punto vocacional, es algo que te tiene que llamar la atención", responde Evangelino."Hay que hacerlo, estamos aquí para eso. Alguien tiene que hacerlo. Todo el mundo corre su riesgo, evidentemente nosotros un poco más", dice Salvador. "Nosotros tenemos que acercarnos sí o sí, hay que restablecer la seguridad ciudadana y hacerlo. Por qué voy a pensar que me va a salir mal si puedo pensar que me va a salir bien", concluye Javier.

 
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