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"A mis hijas se les congela la cara. Les tapo con tres mantas para que puedan dormir": los vecinos de la Cañada Real y el frío en su tercer invierno sin luz

Asociaciones vecinales y culturales creadas por la comunidad se han organizado para repartir 150 estufas y leña para combatir el frío

"A mis hijas se les congela la cara. Las tapo con tres mantas para que puedan dormir": los vecinos de la Cañada Real se enfrentan a su tercer invierno sin luz

Madrid

La Cañada Real es uno de los lugares más lúgubres de España. A tan solo 14 kilómetros de la Puerta del Sol, lleva tres inviernos consecutivos sin luz. El motivo oficial es que, en algunos sectores del barrio, se cultiva y vende droga. Concretamente, en el sector 6, el más estigmatizado, reside casi la mitad de toda la población de la Cañada, unas 7.000 personas, y aquí es donde llevan más de dos años sin ningún tipo de suministro eléctrico.

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Houda es una vecina de la Cañada Real que se ha convertido en una de las voces más conocidas en reclamar los derechos del poblado, donde vive desde que era solo una niña. Llegó a la Cañada con solo 9 años desde Tánger y lleva ya 29 años allí. Houda se licenció en la Universidad Carlos III, hoy tiene 36 años, dos hijos y un tercero en camino. Afirma que en su cocina no hay agua caliente y su lavadora es un aparato que está de adorno.

"Nos gustaría que tuvieran un poquito de piedad y humanidad"

Para tener luz, se sirve de una lámpara que se recarga gracias a un panel solar. "No uso velas porque el 18 de octubre de 2021 se me quemó toda la casa por una vela que se cayó", recuerda. Por la noche, teme por el estado de salud de sus hijas. "Se les congela la cara. Les tapo con tres mantas para que se puedan dormir", comenta. Los niños se pasan el invierno acatarrados y su único medio para bañarse es una olla con agua caliente.

Houda señala que los supuestos requisitos para recuperar la luz son, directamente, imposibles de cumplir. "Nos gustaría que tuvieran un poquito de piedad y humanidad. Nuestros hijas e hijos son el futuro de la ciudad y es lamentable que les estén creando este trauma", denuncia.

Asociaciones vecinales y culturales creadas por la comunidad se han organizado para repartir 150 estufas y leña para combatir el frío. Gastan mucho más que si estuvieran conectadas a la red. Sin embargo, el gasto económico no es lo más grave a lo que se enfrentan. La angustia y la incertidumbre que padecen está teniendo un enorme coste en la salud de muchas vecinos.

La salud de los vecinos

Esto se traduce en enfermedades respiratorias, intoxicaciones por inhalar humo, quemaduras por incendios o por las velas . También existen informes médicos que acreditan un deterioro general en la salud de la población de la Cañada por efecto de este corte de luz que dura ya más de dos años. La doctora Beatriz Aragón acude cada día a recorrer el poblado. "Vemos niños con casos de ansiedad, enuresis nocturna y sin buen control de esfínteres. Sienten que no les importan a nadie como ciudadanos", explica.

Gladys, vecina del sector 5, describe cómo varios niños se han quemado el pelo al dormirse estudiando junto a las velas. Dos hijos de Gladys han terminado sus carreras universitarias. Son las conocidas como "luces de La Cañada", aquellas y aquellos que incluso en la mayor precariedad demuestran sus capacidades a pesar del abandono de las administraciones.

No es solo cuestión de suministro eléctrico, realojos o condiciones de vida, para ellos es también una cuestión de respetar la identidad de su barrio. Los vecinos señalan a todas las administraciones, se sienten más respaldados por organismos internacionales que por España, están viendo mermar su salud mental pero así y todo prometen que no se van a rendir, sobre todo porque quieren un futuro digno para sus hijos, que siguen siendo la luz en medio de la oscuridad de la Cañada.

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