Una subida del alquiler de 600 euros de golpe: "Siento estrés y ansiedad, no puedo asumirlo"
En un edificio con 42 inquilinos en Madrid se han enterado -por burofax- de que la propiedad, en manos de una empresa, les sube su mensualidad 400 euros más los gastos de la caldera del gas. Muchos ya se están marchando
Un subida del alquiler de 600 euros de golpe: "Siento estrés y ansiedad, no puedo asumirlo"
Madrid
"A la empresa propietaria le damos igual, le da igual mi depresión, mi hijo dependiente y cualquiera de mis circunstancias". Con esta frase explica una de las vecinas afectadas la situación de este inmueble situado en el madrileño Paseo de la Chopera. No quieren dar más señas para que no se identifique la vivienda y la empresa propietaria no lleve a cabo lo que califican como "represalias" por contar el caso, por hacerlo público en la SER.
Hay zonas en las que el alquiler ha subido hasta un 25%
Hay miedo entre ellos porque "si han tomado ya todas estas decisiones, nada impide que tomen alguna más y nos echen mañana mismo", dice una vecina. Son 42 familias de diverso tipo -hay parejas, con hijos, personas solas, gente con familiares a su cargo- que se han encontrado, de la noche a la mañana, un aluvión de cartas y burofax señalándoles que las condiciones del alquiler cambian, que ahora tendrán que pagar 400 euros más y que también tendrán que hacer frente a los gastos derivados de la caldera del gas que "ni siquiera sabemos cuanto serán porque hasta ahora estaban incluidos en el precio". La situación afecta a unas 100 personas. Muchos de ellos llevan 10 años viviendo en estas casas. "Es mi hogar, y me lo van a quitar de la noche a la mañana", asegura una de ellas.
Expulsados de sus casas
La situación es durísima: Si no lo hacen, si no pagan, van a ser expulsados de sus casas de manera inmediata o, en su defecto, "en un periodo máximo de 6 meses", que es lo que señala la ley, les dice la empresa en otra de sus cartas.
El "temido" burofax le ha llegado ya a casi todos los vecinos. "El día que me llegó me puse muy triste, sentí una gran desesperanza", dice una inquilina. No es una carta normal. Es una carta, aseguran, "intimidatoria" en la que no hay ninguna capacidad de respuesta más allá de avenirse a pagar lo que se pide. "Es eso, o te vas fuera", aseguran.
Algunos vecinos prefieren no hablar y "solucionarán el problema pagando", cree el resto. Otros ya se han marchado "porque es un incremento imposible", dicen. Ya hay, al menos, dos o tres familias que han hecho las maletas.
"Desprecio e indiferencia"
El resto quieren hacer frente común y le están plantando cara a la empresa que les contesta "con el máximo desprecio y con indiferencia, agarrándose a los resquicios legales que permite la norma y sin tener en cuenta nuestras circunstancias", dice -enfadada- otra vecina. Y es que la empresa es eso, una empresa. "Y no atiende a ningún criterio de sensibilidad", aseguran.
Los inquilinos están intentando explicarle a los propietarios su situación y se han asesorado legalmente. Le han dicho, por ejemplo, que hay un tope legal de subida del 2% pero "al otro lado no atienden a razones". A los que se han atrevido a sugerir que tiene que haber -lo dice la ley- "algo parecido a un periodo de demora de 6 meses para subir el alquiler"... con esos ha sido "todavía más dura" y les ha dicho que "en seis meses van fuera".
Y con esta situación, detrás de las ventanas de este edificio cuadros depresión que van en aumento, de ansiedad, de miedo, de tristeza y -sobre todo- una "gigantesca sensación de impotencia". Varios vecinos no han aguantado la presión y ya se han marchado. Otros lo meditan. Todos sienten que se les está expulsando de sus viviendas. La empresa ya les ha dicho, a través de otra carta, que muy probablemente, en los pisos que están quedándose vacíos, pondrá pisos turísticos.
Se considera mobbing inmobiliario, por ejemplo, "cortar el agua, luz o gas" o "exigir pagos que no estaban en el contrato" pero también son acoso todas estas presiones psicológicas que usan la carta, la comunicación impersonal, la llamada de teléfono para infundir miedo. Son gestos, dice la portavoz de los vecinos, "muy sutiles" pero que hacen mucho daño porque "destruyen todo proyecto de vida".
La vecina mayor, que no sabe qué hará y cómo atenderá a su hijo dependiente en la nueva situación, termina señalando que "quizás estas medidas sean legales pero desde luego, ni son éticas ni son morales". Ya se han ido varios inquilinos. y otros muchos lo están meditando.
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Javier Ruiz Martínez
Redactor de temas de sociedad, ciencia e innovación...