Ya no hay que soportar al acosador de turno, hay que denunciarlo

La reflexión de Bob Pop, ayer en este programa, sobre lo que pasó el sábado en la fiesta de celebración de los Premios Feroz nos sacudió a todas. Contó cómo el productor detenido, Javier Pérez Santana, por acosar sexualmente a varias personas, lo había intentado también con él. Y añadió que, afortunadamente, comportamientos que antes se toleraban o se soportaban porque, de alguna manera, formaban parte de la fiesta, de la noche, fruto de la borrachera de alguien, son comportamientos que ahora se denuncian. Que, por fin, sabemos que esto no es normal, que esto puede ser un delito y que hay que denunciarlo, ya no hay que soportar al acosador de turno, hay que denunciarlo.

Y esta es la buena noticia, que estos comportamientos se denuncian y se denuncian, entre otras cosas, porque la sociedad es otra, pero porque las leyes también son otras. Porque desde un Gobierno preocupado e implicado en la igualdad y en la lucha contra cualquier tipo de violencia machista es más fácil identificar los acosos y las agresiones, y, si las leyes acompañan, es más fácil la denuncia.

Y digo esto porque estos días hay mucho ruido en torno a la 'ley del solo sí es sí', una ley fundamental y necesaria, una ley que fortalece a la víctima en las denuncias y en los procesos posteriores, una ley que habla del consentimiento explícito para cualquier tipo de relación sexual, una ley que permite que no sea la víctima la sospechosa siempre, la que tenga que justificarse una y otra vez, la que tenga que explicarse una y otra vez. Es tan sencillo como explicar si ha habido consentimiento explícito o no. Que las mujeres, en lugar de responder a la pregunta de si se resistieron, contesten a la de si consintieron. Algo tan básico y que a muchos todavía les cuesta entender. Y es una lástima que una ley tan necesaria como esta, una ley que ayuda en denuncias como las del sábado en los Feroz, haya generado tanta polémica.

Si una ley que tiene que servir para dar seguridad a las mujeres acaba generando tanta alarma social, aunque parte de ella haya sido teledirigida política y mediáticamente, hay que modificarla en el aspecto que sea, y es muy posible que sea solo un aspecto técnico, porque el consentimiento tiene que seguir siendo el eje en el que pivote la norma. El ruido en torno a una reforma necesaria solo contribuye a dar argumentos a aquellos que la criticaron desde el principio y no por cómo estaba elaborada, sino por el espíritu con el que está elaborada.