La resistencia no violenta de Ucrania
Las acciones no violentas frente a las tropas invasoras han sido decisivas en Ucrania, según un informe de ICIP y Novact, y su experiencia es exportable a otros conflictos
Resistir sin violencia en Ucrania
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La lucha contra Rusia en Ucrania no se libra solo en el frente de batalla. Acciones no violentas como manifestaciones o boicots han sido determinantes para frenar al invasor. El instituto Novact de noviolència y el Instituto Catalán Internacional para la Paz (ICIP) han medido esa resistencia casi silenciosa pero constante.
En la primera fase del conflicto, entre febrero y junio de 2022, realizaron entrevistas a actores civiles y militares, y éstos últimos reconocían que los progresos en el campo de batalla se debían en parte también a la colaboración con la sociedad civil. Una ayuda en forma intercambio de información, de ayuda humanitaria e incluso de construcción de barricadas y otros obstáculos a los convoyes militares.
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Como explica el encargado de la investigación, Felip Daza, coordinador de operaciones noviolentas y de paz del Novact, más allá de la necesidad evidente del conflicto de detener al ejército ruso, hay “otro tipo de necesidades que están un poco más ocultas, pero que son fundamentales, en primer lugar, la protección a los civiles, ya que sin el capital humano de la sociedad no tendría sentido del territorio”. Y esa protección de los civiles ha estado liderada por la propia sociedad ucraniana, donde además “el 80% de las organizaciones y grupos informales son mujeres”, que se han encargado desde la evacuación hasta el transporte, la acogida y el apoyo psicosocial de los civiles.
Además, Daza destaca otro gran objetivo de la acción no violenta que es la preservación de los valores culturales y los principios democráticos que ha ido desarrollando Ucrania en las últimas décadas, especialmente tras la descentralización política de 2014.
El estudio ha analizado un total de 235 actos no violentos protagonizados por los ucranianos categorizados en tres grandes bloques en base a la teoría de la acción no violenta: la protesta (manifestaciones y actos simbólicos), las acciones de no cooperación y la intervención no violenta.
Algunos ejemplos de esto son los profesores que se negaron a instruir a los alumnos en el sistema ruso o las instituciones administrativas que no han entregado los censos para desarrollar los “referendos” de anexión de abril y junio del año pasado. Otras acciones de la sociedad civil ucraniana son la interposición física ante tanques y convoyes militares y la creación del llamado gobierno paralelo para suplir la falta de servicios públicos.
Acción clandestina
Pero en el sur de Ucrania y áreas con mayor presencia rusa, la acción no violenta se transformó en algo invisible. “A medida que aumenta la represión y comienzan a darse casos de detenciones arbitrarias, secuestros y tortura, la sociedad civil empieza a reducir la acción pública para evitar esos riesgos”, explica el investigador. Así surge la campaña de los lazos azules y amarillos y símbolos de Ucrania que aparecieron en lugares públicos para mostrar la resistencia en zonas bajo ocupación rusa.
“Esto lo que hacía era mantener la moral, decir ‘seguimos aquí’, y la resistencia continuó de manera clandestina e invisible como respuesta al aumento de la represión”, recuerda Daza. Y también desmonta la narrativa del Kremlin sobre la necesidad de liberar al pueblo ucraniano, algo fundamental en la guerra de la información.
En el proceso histórico en el que se enmarcan estas acciones no violentas, Daza explica que “Ucrania es una nación de naciones que ha resistido más de un siglo de ocupación otomana, austro-húngara y luego formando parte del imperio soviético que estableció un sistema centralizado de poder”. Los sistemas de confrontación a la represión central son el germen de las estructuras de poder informales de hoy. Entretanto, el pueblo ucraniano ha vivido otros picos de resistencia no violencia y empoderamiento.
Esta estrategia de acciones no violentas que está teniendo resultados en Ucrania puede también exportarse a otros conflictos. De esta experiencia, los investigadores concluyen que hay alternativas a las armas que pueden contribuir a la lucha contra la propaganda, a mantener los principios democráticos de un país o a proteger a los civiles. “El modelo ucraniano, conjuntamente con otros modos de acción no violenta como podemos ver en Palestina, el Sáhara Occidental u otras comunidades en Latinoamérica, son fundamentales para crear la ciencia de la no violencia”, dice daza, y estar prevenidos de cara a futuros conflictos.