Lola y Jerez
"Dos nombres, Lola y Jerez, nos están acompañando hoy en nuestro programa. El lugar y la persona están evidentemente ligados, pero también las palabras, por su caracter pionero y por su resistencia en el tiempo"
Madrid
Dos nombres, Lola y Jerez, nos están acompañando hoy en nuestro programa. El lugar y la persona están evidentemente ligados, pero también las palabras, por su caracter pionero y por su resistencia en el tiempo. Jerez da nombre a un vino y ese nombre común, en minúscula, llegó al diccionario hace un siglo, en 1925. Fue el primero, junto al de Valdepeñas, pero el académico que los definió en el diccionario debía de tener querencia por la tierra o por el vino, porque definió al jerez como vino blanco de "fina calidad". Los rioja tuvieron que esperar a 1970, los jumilla y ribera del Duero llegaron ya en este siglo. Otros aguardan, los rueda, los toro... y el jerez, por supuesto, ahí sigue.
Lola, por su parte, es uno de esos hipocorísticos extendidos en España, nombres cariñosos que usaban las familias y los amigos para evitar llamar a las niñas Rosario, Soledad o Dolores, por ejemplo. Diminutivos que un día saltaron al registro civil, muchas veces empujados por la fama de artistas como Concha Piquer o Velasco, Marisol, o, como no, Lola. Pero sucede una cosa curiosa con el nombre de Lola: mientras las Marujas y las Conchas tienen una media de edad de más de 60 años, las Marisoles y Lolitas superan los 50, las Lolas, casi 21.000, tienen una media de edad de 10 años. Como si el nombre hubiera tenido un renacer. Algún día les tendrán que explicar a estas pequeñas quién fue Lola Flores...
