El vino en lata llama a la puerta: "Me esperaba hostias por todos lados y hemos crecido un 285%"
Aunque sigue siendo minoritario, el vino en lata triunfa ya en EEUU y no deja de crecer
Barcelona
Sana Khouja reconoce que tiene tendencia a convertirse en la "oveja negra" y, ciertamente, no es muy habitual que una mujer musulmana —de Barcelona, pero con raíces marroquís— se dedique a la producción de vino, como tampoco lo es que una empresa española apueste por el tinto, el blanco, el rosado y el espumoso en lata. Pero eso es exactamente a lo que se dedica Zeena, una de las más de 800 firmas reunidas esta semana en la Barcelona Wine Week.
"La empresa nació en plena pandemia, durante el confinamiento. En marzo diseñé el plan de negocio y en agosto salió al mercado la primera lata", explica. La idea, sin embargo, empezó a fraguarse mucho antes. "Hice un máster en EEUU y allí descubrí que una cadena de supermercados vendía vino en lata, así que me fui a California para aprender qué vinos eran los más adecuados o cuál es el mejor momento del año para envasarlos".
Zeena no produce el vino que vende, pero sí le marca ciertas pautas a las bodegas con las que trabaja, que empezaron siendo de la Terra Alta, sumándose luego otras del Penedés y de la Conca de Barberà. "Podríamos ser D. O. Catalunya —el único consejo regulador, junto al de Navarra y Txacoli, que contempla la venta en lata—, pero hemos preferido no serlo", explica Khouja, quien ha sabido sacarle partido a la combinación de sus estudios de Administración de Empresas con seis años de experiencia en una bodega tradicional del Priorat "que vende vinos muy caros".
Un formato en alza
Más allá de alguna experiencia poco fructífera, hasta ahora, en España apenas se ha vendido vino en lata. Pero la idea, en realidad, tiene ya unos años. "20 o 25", explica la empresaria catalana. "El caso de éxito llegó en 2010, cuando una bodega australiana desarrolló un recubrimiento interno para el aluminio que funcionaba bien con su grado de acidez. Al perder la patente, 10 años después, el vino en lata pegó un boom brutal en EEUU".
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¿Pasará lo mismo en España? Zeena es la primera empresa que apuesta en serio por este formato y Khouja se muestra confiada: "A día de hoy el vino en lata apenas supone un 2% del mercado, pero se estima que en 2025 pueda llegar al 13%. Está experimentando un crecimiento abismal. Me esperaba hostias por todos los lados, pero ya nos han dado varias medallas de oro y plata, exportamos a 10 países y hemos crecido un 285% respecto al año pasado".
Todo apunta a que en los próximos años vamos a asistir a una batalla entre nuestros prejuicios —los mismos que atentan contra el tapón de rosca— y nuestra comodidad, pero Khouja tiene claro que ella compite contra la cerveza (y no contra el vino en botella) por una cuestión de "momentos de consumo".
Los vinos de Zeena, según detalla la responsable de la empresa, están pensados para momentos en los que no nos viene bien llevar encima abridor y copas, o cuando queremos pedir una pequeña cantidad vía delivery. "¡En Glovo hemos entrado muy bien!", señala. "Y también en estaciones de tren y aeropuertos, que es donde la gente no conduce. Además la lata es fácil de abrir, cómoda, se enfría enseguida... y no le decimos a la gente cómo o cuándo se lo tiene que beber. Cuando le dé la gana y como le dé la gana. Las grandes barreras de consumo del vino desaparecen con la lata".
El precio de cada lata de 250 ml ronda los 3 o 4 euros, por lo que el precio del producto en una botella convencional debería situarse en torno a los 10 euros. "¿No te gastas 12 pavos en una cerveza artesana en lata? Estamos acostumbrados a beber vinos baratos, demasiado baratos", dice Khouja. "Hemos hecho catas a ciegas con sumilleres y no solo se han sorprendido mucho, sino que ninguno detectó qué vinos eran de lata".
¿El vino del futuro?
El feedback que está recibiendo en la Barcelona Wine Week, de hecho, dice mucho de su proyección en el mercado: "El proveedor te felicita y te hace la pelota; la bodega viene a sacarte información; y los compradores vienen muy agresivos con el tema del precio porque nos comparan con un refresco o una cerveza. ¡Pero yo no puedo elaborar más vino del que tengo! Y no añadimos agua, como sí hacen otras empresas".
Pero Zeena también destaca por cómo se ha acoplado a las últimas tendencias del sector: vinos 100% veganos, cada vez con menos alcohol (el próximo lanzamiento será un 0,0%) y un packaging muy elaborado, con colores pastel y un lema que no deja lugar a dudas: "100% vino, 0% complejos". El nombre, además, fusiona dos conceptos: el de Xena, la princesa guerrera, y la palabra árabe que significa bella o bonita".
"Aunque en la mayoría de países musulmanes esté estrictamente prohibido, en Marruecos se produce y se consume vino. Influyen mucho las generaciones de migrantes que viven en países de religión cristiana en los que el vino es algo más social, pero en casi todos los hoteles puedes beber alcohol y además hay un gran mercado negro", explica Khouja. "Siempre nos han dicho que el alcohol es pecado y que vamos a ir al infierno. Mi familia aplaude lo que hago, a diferencia de lo que pasaría si lo hiciese mi hermano, al que le animarían a ganar dinero vendiéndole vino al infiel. Pero yo, como mujer tendría que estar casada o teniendo hijos".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...