Un bidón de gasolina y una cerilla para matar al violador de su hija: "Las desterraron del pueblo porque supuestamente la niña iba provocando"
La periodista Gema Peñalosa publica 'Fuego', donde narra cómo una mujer de Benejúzar quemó vivo al hombre que había violado a su hija de 13 años
'Fuego: La historia de la mujer que buscó justicia en una botella de gasolina', de Gema Peñalosa
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Madrid
"¿Qué tal está tu hija?". Con estas palabras, María del Carmen García, una vecina de la localidad alicantina de Benejúzar, entró en un colapso mental. Se había cruzado a Antonio Cosme, 'El Pincelito'. Siete años antes había violado a su hija Verónica, de 13 años. Aquel día se encontraba de permiso penitenciario, cumplía una condena de 10 años de prisión. La madre, en tratamiento psicológico desde que se produjera el delito, temía que aquel hombre cumpliera con su palabra y matara a su hija, a quien había amenazado para que no contara nada.
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Maricarmen, como la conocían en el pueblo, lo tenía claro. Entró en el bar en el que se encontraba desayunando aquel hombre, le roció una botella llena de combustible y le prendió fuego con un fósforo. Tras la agresión, la mujer huyó, al tiempo que su hija se presentaba en el cuartel de la Guardia Civil. Aquella misma noche, en las inmediaciones del puerto de Alicante, Maricarmen fue detenida. Con su ingreso en prisión terminaban siete años marcados por las pastillas, las amenazas del pueblo, que defendía al violador de su hija, y varias mudanzas.
Ahora, la periodista Gema Peñalosa ha recuperado la historia, 'Fuego: La historia de la mujer que buscó justicia en una botella de gasolina' (Ed. Libros del KO). En este libro narra aquel suceso que cubrió, desde que se produjera la violación hasta que, 10 días después de que Maricarmen le prendiera fuego, Antonio Cosme falleciera. La historia está marcada por la respuesta unánime los vecinos contra la familia de la víctima.
"Lo que paso con estas mujeres nos lo tenemos que hacer mirar, es impensable y relativamente reciente", comenta una Peñalosa que valora positivamente la evolución legislativa en la materia aunque critica que aún queden flecos por cerrar, como ocurre con la 'Ley del sí es sí'. Sobre el germen de este episodio, la autora considera que fue un fallo del sistema. "Si se hubieran activado los mecanismos y se hubiera impuesto una orden de alejamiento durante ese permiso, no hubiera ocurrido", precisa.
Descrédito contra las víctimas
Considera que el "descrédito hacia las víctimas de violencia sexual" aún perdura, como ocurriera con Verónica. "Aquella joven no era dócil ni modélica, su madre no se llevaba bien con sus vecinas, pero el pueblo convirtió a la víctima en verdugo", recuerda. Aquella joven recibía insultos por la calle. La llamaban "la violá", en el colegio se mofaban de ella, la tildaban de buscona, y su familia se vio obligada a cambiar de vida. "Las desterraron del pueblo porque supuestamente la niña iba provocando", señala.
En el caso de Verónica se manifestaron a favor de su violador. En ningún momento recibieron atención psicológica, y es que el Estatuto de la Víctima es posterior al año 2015. "Les fallamos como sociedad, no se activaron los mecanismos, ahora los agentes hacen cursos para interrogar, antes se veía a las víctimas como un apéndice del escenario del crimen, no se tenía en cuenta traumas y sufrimientos", apunta Peñalosa.
Negacionismo
Cuando recibió la propuesta de la editorial para escribir este libro, Peñalosa contactó con madre e hija. "Las llamé con todas las reservas y accedieron", comenta antes de explicar que, a su juicio, considera que no "no son conscientes" de lo que supone. Por el otro lado, la familia del violador no ha querido participar. "No he hablado con la familia del violador, son reacios a hablar", señala. De hecho, recuerda que en el momento de las acusaciones, se aferraron a que el himen de la joven no estaba roto. "Decían que había hecho gimnasia el lunes cuando la violación se había producido ese fin de semana", precisa.
Preguntada por el movimiento negacionista en torno a las agresiones sexuales y delitos machistas, apunta que "es una irresponsabilidad". "Es muy preocupante esta corriente, es irresponsable porque las nuevas generaciones crecen con eso", lanza sobre la falta de campañas contra estos comportamientos. Además, basándose en el testimonio de la sexóloga Raquel Tulleuda, precisa que el libre acceso a la pornografía tiene sus "consecuencias en los juzgados". "Quienes violan son cada vez más jóvenes", culmina.
Desmontando a Marlaska y la cultura de la violación
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