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El 'online grooming', otro peligro más para niños y adolescentes en la red: qué es, cómo detectarlo y evitarlo

Según un informe de 'Save the Children', uno de cada cinco jóvenes había sufrido este tipo de conductas y un 15% en más de una ocasión

Un menor trabaja con un ordenador portátil delante. / SHAWN THEW (EFE)

Un menor trabaja con un ordenador portátil delante.

Madrid

Cada vez es más frecuente que en espacios como redes sociales se comience a hablar de algunos términos, generalmente escritos en inglés, que remiten a comportamientos o nuevos peligros incrementados por el creciente uso de las nuevas tecnologías y, en algunos casos, con un público objetivo claro: los más jóvenes. Dentro de esta descripción se puede englobar el llamado grooming o también su variante, el online grooming, que podría traducirse como acoso y abuso sexual a través de Internet.

Ambos se refieren a dos formas de acoso que "implican a un adulto que se pone en contacto con un niño, niña o adolescente con el fin de ganarse poco a poco su confianza para luego involucrarle en una actividad sexual". Esta es la definición que da la organización Save The Children. Esta práctica, según explica el organismo, tiene varios niveles de interacción y puede ir incrementándose el peligro progresivamente, desde enviar fotos de contenido sexual hasta acordar un encuentro íntimo.

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Lo que más preocupa es el vínculo de confianza que el acosador fragua para ganarse a la víctima y que así consienta a sus peticiones, consiguiendo que incluso se aleje de su círculo más próximo o red de apoyo para que no cuente lo que está sucediendo. En la variante online el acoso es el mismo, la única diferencia es que se hace todo a través de una pantalla. También puede conseguir material sensible y llegar a dominar a la víctima. A veces puede que se haga pasar como un menor para lograr más cercanía.

Antes de la pandemia, Save the Children publicó el informe de Violencia Viral, que incluía una encuesta realizada a casi 400 jóvenes de entre 18 y 20 años de diferentes puntos de la geografía española. Les preguntaban si durante su infancia o adolescencia habían sido víctimas o se habían visto afectados por este tipo de acoso. De estos testimonios se extrajo que la modalidad online del grooming es muy habitual: uno de cada cinco lo ha sufrido y el 15% en más de una ocasión. La edad media de las víctimas es de 15 años. Estos datos llevan sin actualizarse desde 2019.

Fases del 'grooming online'

El organismo divide las fases del grooming en cinco pasos, cada uno de ellos compuesto por una serie de conductos que tienen por objetivo final conseguir un fin de carácter sexual:

  1. Crear un vínculo de confianza. El engaño es el principal sistema para conseguir un acercamiento con el niño o niña y suele ser un proceso lento. En muchos casos se hacen pasar por menores, con una edad próxima a la víctima. El otro método es mediante el soborno: realizarle regalos o escuchar sus problemas para luego utilizarlos en su contra.
  2. Aislar a la víctima. De esta forma minimizan el riesgo de que cuente a alguien lo que está viviendo y lo mantenga en secreto. Le alejan de su círculo más próximo y seguro, como pueden ser familiares, amigos o docentes.
  3. Evaluar riesgos. El agresor se asegura de que nadie conoce la relación que tiene con la víctima e intenta confirmar, con el fin de cubrir sus espaldas, que nadie tiene acceso al ordenador del niño o niña y, por lo tanto, no puede descubrir las conversaciones.
  4. Hablar de sexo. Es el primer paso para conseguir su último fin, el de un encuentro sexual. Una vez lograda la confianza, acerca a la víctima la terminología sexual para que se familiarice con ella y lo normalice.
  5. Pedir un encuentro sexual. Es el último paso y el objetivo principal. Con manipulación, amenazas o mentiras, el agresor le pide material íntimo o, en el peor de los casos, que se produzca un encuentro físico.

Métodos para evitarlo

Al igual que ocurre con otros delitos, sobre todo, los que tengan que ver con las redes sociales o internet, la prevención es la clave. Y esta se empieza por la educación, por ejemplo, en los colegios o institutos, con charlas informativas o espacios seguros en los que se pueda abordar el tema.

Formación que no solo debe ceñirse a explicar este tipo de delito, sino también debe empezarse por una educación afectivo-sexual para que sepan de sexualidad y también de los peligros de la red.

 
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