La localidad de Bucha es considerada como uno de los escenarios simbólicos de la invasión rusa sobre Ucrania debido al hallazgo de una de las mayores masacres documentadas. Desde allí ha comenzado este jueves Hoy por Hoy su emisión con Àngels Barceló. La otra gran masacre de esta guerra se descubrió en septiembre en Izzum cuando los ucranianos recuperaron este territorio ocupado por el ejército ruso, cuyos soldados abrieron una enorme fosa común con más de 400 cuerpos en un bosque a las afueras de la ciudad. La Cadena SER se ha desplazado hasta esa fosa común donde fue enterrada Luva (45 años), que murió en el jardín de su casa donde cayó un misil ruso. Andri, su marido, de 44 años, nos ha contado cómo fue el momento en el que al final supo donde los rusos habían arrojado el cadáver de su mujer y cómo fue el día que acudió a la fosa común a ver cómo la desenterraban. Solo pudo hacer un funeral digno por la memoria de su mujer y enterrarla dignamente 4 meses después, cuando la zona fue liberada: «Estoy muy desanimado. No tengo trabajo, tengo un hijo de 14 años y mis padres están conmigo. No tengo intención de salir de Izzum, no tengo dónde ir», relata. Él era de los “afortunados” que recibió un certificado de la muerte de su mujer y supo que estaba enterrada en el bosque. Cuando se produjo el desentierro de los cuerpos, Andri estaba allí, siendo testigo de cuando sacaron el cadáver de su mujer. También estaba allí Sergui (62 años), otro vecino de Izzum que explica que al comienzo el Ejército ruso se posicionó en el bosque y comenzó el asedio que acabó en una brutal masacre. “Hemos vivido aquí todo el tiempo de la ocupación pero veíamos lo que podíamos desde el portón. Nos tenían prohibido cruzar la calle, solo nos dejaban ir a la tienda. Aquí mismo había un puesto de control ruso. Las sepulturas no las pudimos ver porque los primeros 3 meses nos tenían totalmente prohibido salir a ver a los vecinos, a ver si había alguien muerto o su casa afectada. Solo 3 meses después comenzaron a desenterrar y llegaron unos rusos y comenzaron a enterrar a más gente, por ejemplo, 17 cuerpos de militares ucranianos en una fosa común sin ataúdes ni nada, recuerda. «Lo vimos con nuestros propios ojos, no sabíamos a quién enterraban. Veíamos los camiones, no sabíamos si eran civiles o militares , solo que enterraban . Y solo después de que los nuestros atacaran y liberaran la zona fue cuando descubrimos las tumbas. En una ocasión vino una vecina y me dijo »ven a ver, que yo no puedo mirarlo«. Entonces vi que cuando enterraban apenas cubrían las tumbas con una capa muy fina de tierra y al caer la primera lluvia se iba la tierra y se podían ver las cabezas, la indumentaria verde oliva y las moscas, porque ya la temperatura era muy alta. Nos acercamos y les dijimos ¿Qué estáis haciendo cabrones, que son nuestra gente, por qué no habéis hecho una tumba digna? ¿Por qué no cubrir con las ramas del bosque y luego la tierra? Por eso con la primera lluvia los que estaban arriba quedaron al descubierto», detalla Sergui. El vicealcalde de Izzum, Vlodimyr Matzokin, explica que aún no se han terminado las labores de identificación de todos los cuerpos. La policía sigue trabajando en esta tarea complicada ya que había muchas personas solas que no han sido reclamadas por ningún familiar: «Ahora lo más importante es que la guerra acabe. La labor de identificación de las víctimas continúa. Es un trabajo complicado y lento».