Las huellas de la matanza se perciben aquí en todas las esquinas

Hubo un día, al poco de empezar esta guerra de la que mañana va a hacer un año, en la que creo que todos fuimos conscientes de la brutalidad de lo que estaba pasando. Se retiraron las tropas rusas de la localidad de Bucha, muy cerca de Kiev, y lo que dejaron detrás fue un rastro de muerte escalofriante. Cadáveres en las calles, en las aceras, muertos y más muertos, torturados algunos, con las manos atadas otros, asesinados a sangre fría todos. Después del horror, de las fotografías que recorrieron el mundo, llegó el horror del relato de los supervivientes, de los que vieron cómo mataban a sus familiares, a sus vecinos, a sus amigos de toda la vida. Bucha ha sido uno de los más horribles escenarios de esta guerra, solo uno de ellos, porque ha habido muchos más, pero este fue el primero que nos dio un puñetazo en el estómago.

Les saludamos hoy desde Bucha, recorriendo ahora mismo esa misma calle que hace casi un año estaba repleta de cadáveres, la misma calle que se convirtió en la tumba de decenas de vecinos. Ahora mismo, por donde yo estoy caminando, yacían esos cadáveres en los márgenes, en las aceras, en las puertas de sus casas, en los jardines... Yacían ejecutados sobre el suelo. Son los cadáveres que vimos, porque hubo muchos más. Los que los soldados rusos arrojaron a la fosa común que fue descubierta poco después. Los vecinos relataron cómo veían que los lanzaban allí de manera salvaje. Lo observaron incrédulos, sin poder hacer nada.

Ellos, hasta solo un mes antes de la matanza, tenían una vida normal, una vida como la de todos, con sus cosas buenas y sus cosas malas, pero tenían su vida. Ahora mismo, recorriendo esta calle, es imposible no imaginar cómo debía ser hace tan solo un año. Aquí los supervivientes intentar tirar para adelante, pero las huellas de la matanza se perciben en todas las esquinas. Es una ciudad que murió con los vecinos que fueron ejecutados, aquí siguen muy presentes las huellas de la matanza. Nadie puede olvidar, pero, en verdad, aquí, nadie puede olvidar.