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Martínez de Pisón: "La España de la primera posguerra fue una España de soplones"

El autor aragonés publica "Castillos de fuego" en Seix Barral

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Madrid

Pisón el período de la Historia de España que coincide con la Segunda Guerra Mundial. Era un periodo en el que los vencedores de la Guerra Civil esperaban que se consolidaras sus ideas y que se expandieran por el mundo; y en el que los perdedores deseaban la derrota de los aliados de Franco para promover una invasión que permitiera la vuelta de la democracia.

La mayoría de la gente que aparece en las páginas de "Castillos de fuego" tenía como único objetivo conseguir algo que llevarse a la boca. Señala Pisón que "la violencia era una violencia real, pero también era una violencia moral, heredada de una guerra brutal. Era una España de soplones: o para blanquear su pasado o para medrar con vistas al futuro".

La intelectualidad española estaba completamente desarbolada, no había capacidad de respuesta al Régimen. La Tercera España había desaparecido: estaba fuera o estaba escondida. Los pocos intelectuales que quedaron eran bastante peculiares. Es el caso de Dionisio Ridruejo, un héroe de la Falange, héroe de la División Azul, que se opuso a Franco porque le parecía que el dictador estaba traicionando los principios de la Falange, estaba siendo "poco fascista". O Jacinto Benavente, que durante la Guerra se había vanagloriado de ser republicano, pero que después de ella hizo todo lo posible para que se olvidara ese pasado: llegó incluso a inventarse que había estado a punto de ser ejecutado en una checa.

Algunas de las historias de esta novela tienen que ver con la actividad del Partido Comunista de España en la clandestinidad. "Hicieron un esfuerzo heroico. Fueron los únicos que intentaron plantar cara al fascismo. Sin embargo, los dirigentes en el exterior consideraron que no se ajustaban a las órdenes recibidas y llegaron a mandar ejecutar a alguno de ellos, como fue el caso de Trilla".

En "Castillos de fuego" no hay héroes, pero sí hay muchas heroínas. Las mujeres son las únicas que representan sentimientos positivos, que pueden estar cerca de lo que podríamos considerar como comportamientos democráticos. Intentan insuflar un poco de vida donde solo hay muerte, odio y miseria.

 
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