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La vergüenza en pareja o cómo ir al baño sin morir en el intento

Un fantasma bien gordo: el pudor

La vergüenza en pareja o cómo ir al baño sin morir en el intento

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La vergüenza nos cohíbe de hacer mil planes o de intentar nuevos retos. Cuando comencé a escalar hace un año era un pato. No es que ahora sea una crack de la escalada, pero sí que es cierto que mis movimientos han mejorado mucho. He optado por la filosofía de que si quiero intentar algo nuevo me digo “no soy torpe, necesito práctica”, porque eso me ayuda a quitarme un poco la vergüenza que me da que me vean hacer el ridículo. Porque si no empiezas de alguna manera nunca vas a ser capaz de mejorar. Eso de que se te de bien algo desde el principio no suele pasar. Detrás suele haber mucho esfuerzo y mucho trabajo.

Pero lo que sobre todo me ayuda a perder la vergüenza, es entender que pasa por nuestro cerebro cuando la sentimos. Y es tela de curioso. Os cuento:

En ‘Muy Interesante’ describen como investigadores de la Universidad de California han descifrado qué parte del cerebro actúa cuando sentimos vergüenza y está muy relacionado a cuando nos imaginamos que alguien nos critica.

Hicieron un experimento a 79 pacientes que tenían algún tipo de enfermedad neurodegenerativa y les hicieron cantar la canción de My Girl de los Temptations. Les iban grabando los signos vitales y les grabaron en video. Después hicieron que se viesen en video bailando y cantando, pero sin música de fondo.

Pues fíjate que curioso que a las personas que no tienen ningún tipo de enfermedad neurodegenerativa, es decir, personas sanas, verse en video les generó muchísima vergüenza y les subió la presión sanguínea y se les aceleró el ritmo del corazón. Por el contrario, a las personas con algún tipo de enfermedad responden de una manera diferente.

Aquellas que tenían la corteza prefrontal dañada (que es el área que nos permiten llegar a una meta, conseguir un objetivo, planificar, mejorar la atención, la concentración, la memoria de trabajo…) tenían menos vergüenza. Es más, cuanto más dañada estaba esa zona, menos vergüenza al verse actuar.

Esto descoloca mucho, porque lo curioso es que la zona prefrontal está íntimamente ligada a la zona prefrontal lateral, y las funciones de esta área, en su mayoría, son filtrar las ideas y decidir si esas ideas son buenas o no. Y esta es la parte que tiene más que ver con las reglas y marcos sociales, con el ámbito cultural, con los marcos externos.

Es decir, los miedos que tenemos de ser aceptados en sociedad, de cómo tenemos que actuar o qué se espera de nosotros. Esto quiere decir que muchas cosas no las haces por el miedo a qué dirán.

Así que, vamos a abrir un melón que debe abrirse: las cacas en una nueva relación. Me explico. Es algo que nos ha pasado a todo el mundo. Desde la pareja que lleva 10 años, como la que lleva 3, como 1 o como los que acaban de empezar. Al comenzar una relación siempre pasa.

Y es cuando te empiezas a quedar en casa de la persona o esta persona en tu casa, y claro, tienes que ir al baño, es un verdadero drama. La vergüenza de que te escuche, de que pase después al baño, de que piense que eres humano y vas al baño, vamos.

Porque al final si lo racionalizas no tiene sentido sentir esa vergüenza porque es algo que hace todo el mundo, pero ese “qué dirá de mí”, esa corteza prefrontal lateral ahí dándote por saco es dramática. De todas formas, considero que es algo que afecta más directamente a las mujeres, porque se ha construido el imaginario de que tenemos que estar siempre perfectas y que cuando vamos al baño sale purpurina o algo.

Es algo que estoy trabajando porque es cierto que me cuesta mucho. Pero lo cierto es que no hay nada como naturalizar, ponerte música y pedirle a la otra persona que se vaya a la otra habitación o directamente que se vaya a dar una vuelta.

Y por eso hoy he querido abrir el melón, para que las parejas que llevan poquito tiempo y estén en esta situación hablen de la manera que más cómoda les parezca. Para poder ir al baño tranquilas.

 
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