Cuando nos quisieron robar la democracia con un taladro Black&Decker
La realidad del Asalto al Banco Central de Barcelona que supera la Casa de Papel
El asalto al Banco Central de Barcelona
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Madrid
"Todos los días son cotidianos hasta que dejan de serlo. El 23 de mayo de 1981 la mañana luce azul, casi envuelta en cristal. En breve se torcerá y un aire de terror recorrerá el país". Así comienza el relato del asalto al Banco Central de Barcelona que ha publicado Mar Padilla con la editorial Libros del KO. Así arrancó ese sábado primaveral en un año en el que España vivía asustada, un tanto pálida. Adolfo Suárez, su gobierno, había dimitido en enero. Crecían el paro y las víctimas de terrorismo. España por fuera, a nivel internacional, era una incógnita. Por dentro, el pulso del país seguía acelerado por el susto del 23F.
La gente corriente, que es la que importa, vivía con su transistor o su televisor escuchando noticias de atracos a farmacias, oficinas de correos, tiendas, algún tirón que otro... Era la España quinqui, la que contaba historias de El Vaquilla, escuchaba a Los Chichos y esperaba ver la premiada película de Carlos Saura, "Deprisa, deprisa".
Ese sábado a las 9.18h de la mañana un grupo de atracadores entró al Banco Central. ¿Un golpe más? ¿Una banda de la Barceloneta con ganas de salir con dinero en los bolsillos durante un rato? Podría ser. Pero poco después en una cabina se ecuentra un comunicado en el que los atracadores del banco piden que se libere a cuatro militares que están en prisión por su implicación en el intento de golpe de estado del que se cumple tres meses exactos. Entre los militares quieren que se libere a "nuestro valiente coronel Tejero". El atraco común pasa a ser asunto nacional.
El 23F no acabó el 23F
07:49
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Las teorías de las autoridades toman forma de intento de desestabilización del país; se empiezan a imaginar a militares o guardias civiles dentro del banco. Serían unos 25, creyeron. Y así pasaron gran parte de las 37 horas que duró el asalto; magnificando lo que dentro pasaba.
Los cacos eran 11, se hacían llamar por números y el Número Uno estaba al mando. Era José Juan Martínez Gómez, un viejo conocido de la policía. No era militar ni guardia civil, pero eso él no lo diría durante el asalto, mejor jugar al despiste. Le llamaban "El Rubio" y soñaba desde niño, desde que atracó su primer banco con 12 años y una recortada, con túneles que desembocaban en cajas fuertes. De esos sueños se despertaba en la cárcel una y otra vez. Allí es donde pudo imaginar el golpe al Banco Central.
Fuera: un gabinete de crisis con el delegrado del gobierno, Rovira Tarazona, el director General de la Guardia Civil, Aramburu Topete, el director general de la Policía, Fernández Dopico, el jefe de la nueva unidad, Los GEO, Carlos Holgado... Dentro: un grupo de atracadores con un taladro Black&Decker intentando perforar una pared de piedra. Un disparate. Cuando vieron que no podrían salir hicieron una montaña con todo el dinero que había en el banco y hasta uno de ellos se fumó un cigarro sentado en la cima de los millones. Atendieron por teléfono llamadas de los negociadores y la que buscaba a una tal "Ramona, la del gato", la de un presupuesto de unas obras que urgen... Se piden paquetes de tabaco, bocadillos y lo necesario para ir pasando las horas. Se liberan en varias tandas a los rehenes delicados de salud... El sábado se convierte en domingo. Una tanqueta se acerca a presionar a los asaltantes del banco y tiene que ser remolcada con una grúa. Todo tiene un aire pintoresco, pero el miedo gana. El Número Uno ha salido a pasear por las Ramblas encañonando al cajero del Banco, llegó a herir a un rehén de un disparo al comenzar el atraco, no se sabe qué puede pasar.
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Pasados unos minutos de las 8 de la tarde de ese domingo 24 de mayo, al asalto terminó con un disparo, el de los GEO a uno de los atracadores que estaba en la azotea. Así se desencadena la acción policial y los rehenes y los atracadores saldrán por la puerta del banco juntos y revueltos, pero la policía, que tiene acordonada la zona, les retiene y les identifica. Con solo un rehén herido, nueve secuestradores detenidos, uno fugado y uno muerto, pasadas las 10 de la noche el asalto llega a su fin.
Pero ¿Qué pasó? ¿Fue un atraco disfrazado de confusión? ¿Había algo o alguien detrás?. El entonces Presidente del Gobierno, Calvo Sotelo, reconocía en el Congreso no tener una respuesta solvente a quién estaba detrás de estos hechos. El Número Uno, el Rubio, en su primera declaración apuntó a un encargo de Emilio Manglano, jefe del CESID, para sacar del banco un maletín con documentos del 23f; relacionados con el Rey y su apoyo al golpe de estado. Pero su versión cambió en la segunda declaración; sólo fue un atraco que salió mal. En esta dirección apuntan quienes han ayudado a Mar Padilla a coser, con hilo muy fino, la historia de este episodio de la transición.
Sea como fuere más de 40 años después hay casi 300 rehenes, muchas familias y muchos curiosos, que aún no saben porqué pasó.
Ana Uslé
Redactora y guionista de programas en Cadena SER desde 2008