No es un desencuentro cualquiera, es mucho más

¿Hasta cuándo podrá resistir el Gobierno de coalición después de haber visto y escuchado ayer todo lo que pasó en la sesión del Congreso en la que se votó la reforma de la ley del 'solo sí es sí'? Es una pregunta pertinente, cuando ayer el PSOE le dijo a Podemos que estaban cansadas de sus peroratas y cuando ayer Podemos acusó al PSOE de traicionar a las mujeres. De verdad, ¿podrán hacer, a partir de hoy, como que no ha pasado nada?

Porque esta vez no se trata de los habituales desencuentros en la coalición, que ya hemos aprendido que no son extraños en los gobiernos multicolores, tampoco se trata de las típicas grietas que se escenifican poco antes de las elecciones para marcar perfil propio.

Esta vez, el enfrentamiento va sobre algo que era la propuesta estrella del ministerio de Igualdad, cuya cartera ocupa Irene Montero de Podemos, va de la ley del solo sí es sí, y el enfrentamiento es además en pleno 8 de marzo. Con lo que no es un desencuentro cualquiera, es mucho más.

La ley se reforma sin la aprobación de quien la ha impulsado, aunque tampoco hay que olvidar que fue una ley que en su momento recibió la luz verde de todo el Ejecutivo. ¿No se siente desautorizada la ministra de Igualdad? ¿Puede permanecer en el Ejecutivo cuando algo que ella ha defendido a capa y espada va a ser modificado sin contar con su consentimiento? ¿Cuál es el límite de las acusaciones que se pueden lanzar unos a otros sin romper la coalición?

Y hoy, 8M, Día de la Mujer, el mismo día que el feminismo vivió con una ilusión renovada en 2018, con el estallido de un movimiento que sorprendió a todo el mundo. Nos vimos juntas, nos vimos fuertes, capaces de encabezar una nueva ola feminista que tenía que suponer un profundo cambio para la sociedad y que nos iba a situar a la cabeza en la lucha por la igualdad, por nuestros derechos, capaces de frenar cualquier amenaza que pudiera venir de la ultraderecha. Porque el feminismo va de esto, claro que tiene sus matices, y claro que tiene sus debates, pero lo que veremos hoy en la calle, no tiene nada que ver ni con los matices ni con los debates. Ni siquiera veremos división, lo que veremos, lo que estamos viendo ya, es enfrentamiento y el enfrentamiento nos debilita. Volvamos a esa manifestación de 2018, cuando las polémicas partidistas no se habían cruzado todavía con nuestras reivindicaciones.

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