Blanca Portillo recogió el pasado domingo un premio más en su carrera. En esta ocasión, no era un galardón por un trabajo concreto sino que se trataba de un reconocimiento a su trayectoria en el Festival de Málaga y la actriz decidió ir a recogerlo en vaqueros y camiseta: «Os estaréis preguntando qué hace vestida así esta mamarracha en una noche de lujo y explendor», comenzó diciendo al subirse al escenario, y arrancó los primeros aplausos de los muchos que se sucedieron a lo largo de su discurso. «Ha sido una decisión muy pensada», explicaba. «Esta noche no estoy aquí para defender un personaje o un trabajo concreto. Esta noche estoy aquí porque habéis decidido poner en valor el trabajo de casi 40 años dedicados casi de forma enfermiza a la interpretación. Y puesto que es eso lo que estáis valorando, quiero recibirlo como persona, no como actriz, y esto es sencilla y llanamente lo que soy: Blanca, una persona», se presentaba. Y a continuación comenzó a describirse: «Un ser humano despojado de lujos y disfraces, sin aditivos ni colorantes ni conservantes. Una mujer de 59 años que la mayor parte del tiempo tiene miedo y frío, y que necesita desesperadamente cariño y apoyo. Que prefiere los vaqueros, a los trajes de noche; las cañas con los amigos, al champán de las fiestas; que prefiere el amor, a la admiración». La actriz ha trabajado con algunos de los directores más reconocidos como Pedro Almodóvar, Mario Camus, Gracia Querejeta Álex de la Iglesia o, recientemente, Icíar Bollaín, con quien ha grabado Maixabel, una película que se reportó un Goya por interpretación. Durante su discurso en el Festival de Málaga, Portillo unió humor con crítica: «Brad Pitt y yo tenemos algunas cosas en común, tenemos casi la misma edad, tenemos exactamente la misma nariz, idéntica...de la mía se sacan 4 suyas pero son idénticas, anyway. Por cierto, es una lástima que naciera en Oklahoma y no en Burgos, por ejemplo, porque se ha perdido conocer al amor de su vida, que soy yo, no Angelina Jolie». Continuó destacando cosas que ambos tiene en común: «Los dos hemos tenido que luchar contra nuestro físico para que se valoraran nuestras capacidades actorales, solo que al revés. Él ha luchado contra su belleza para demostrar que es más que un cuerpo y un rostro hermosos y yo, contra mi falta de belleza para demostrar que, sin ella, también se puede ser actriz», sentenciaba arrancando los aplausos de los presentes de nuevo. Portillo quería aprovechar ese reconocimiento para lanzar un mensaje «de fuerza y de esperanza a todos y a todas a quienes alguna vez les han dicho que les hace falta el físico para dedicarse a esta profesión»: «Para dedicarse a ella o que hace falta es amor, esfuerzo, formación, capacidad de soñar lo que no existe, valentía para sobreponerse al miedo, respeto por ti mismo y por quienes te rodean. hace falta cultura, trabajo y devoción. Todo eso aumenta con los años y con la práctica. Todo lo demás, se lo lleva el tiempo». Antes de recoger el premio, la actriz concedió varias entrevistas y en una de ellas reconocía que con el paso del tiempo, en vez de ganar en confianza, ha ganado «en pánico» y se siente asustada cuando afronta un nuevo trabajo.