Biden: de líder contra el cambio climático a permitir buscar petróleo en el Ártico
La cercanía de las elecciones, la crisis energética mundial o los costes derivados de un potencial juicio hacen que el presidente de Estados Unidos haya dado un volantazo en su defensa del medio ambiente
Madrid
Apenas se había sentado por primera vez como presidente en el Despacho Oval cuando Joe Biden anunció entre sus primeras decisiones un compromiso con una política que protegiera el medio ambiente: ese 20 de enero de 2021 ordenó que Estados Unidos regresara al seno de los Acuerdos de París después de que Donald Trump hubiera decidido dar la espalda a toda la comunidad internacional en la lucha contra el calentamiento global. La política climática se había colado incluso en un debate entre ellos en la campaña, y Biden había sido muy tajante con respecto a lo que haría si ganaba las elecciones: "no más perforaciones en tierras federales. Punto. Punto. Y punto". Period, period, period. Un mensaje que era un eslogan al mismo tiempo. Y que luego ha acompañado de la intención de que la administración pública llegue a las cero emisiones en 2035 y de decenas de leyes de protección medioambiental.
Hasta este mes de marzo de 2023. Biden ha dado luz verde a un proyecto de perforaciones petrolíferas en un terreno inmenso, suelo federal, en el Estado de Alaska. En uno de los lugares aún más inexplorados del país y dentro ya del Círculo Polar Ártico. Una aprobación que, aunque ha venido acompañada del anuncio de un incremento de la protección medioambiental en otras zonas del Estado, y que reduce la intención inicial de la compañía explotadora de abrir cinco zonas de extracción, supone un giro total en la política medioambiental de Biden y ha levantado las protestas de decenas de organizaciones ecologistas. Más allá del impacto en el medio natural y de las implicaciones directas en la fauna, la flora y el ecosistema del norte de Alaska, la decisión de Biden viene influida por el calendario y las tensiones geopolíticas del último año.
El proyecto va a sacar el equivalente al consumo del 40% de todos los vehículos de España. Es una locura
— Francisco del Pozo, responsable de combustibles fósiles de Greenpeace España
Motivaciones políticas
A principios de 2024 se pone en marcha la maquinaria electoral que desembocará en los nuevos comicios de noviembre del próximo año. El tiempo corre y Joe Biden trata de acercarse a aquellos votantes indecisos o más de centro. En las anteriores elecciones algunas zonas obreras de grandes ciudades votaron más al Partido Republicano y Biden quiere lanzar un mensaje de tranquilidad al consumidor estadounidense en un momento de incertidumbre energética. Además, la única representante demócrata en el Congreso por Alaska, Mary Peltola, se ha posicionado a favor del proyecto desde el primer momento. "Mientras otros Estados no han dejado de crecer, Alaska ha retrocedido un 8% en 15 años", argumenta Peltola, que ha apelado directamente a Biden para que apoyara la intención de la empresa ConocoPhillips de incrementar sus plataformas de extracción.
El proyecto además viene acompañado de la promesa de creación de 250.000 puestos de trabajo y también permite a Biden presentar un incremento de las ganancias del Estado gracias a los impuestos. En declaraciones a la SER, la principal organización opositora a este proyecto en Alaska, Alaska Wilderness League, admite que más allá del impulso económico que pueda suponer se sienten "profundamente decepcionados" y en palabras de su portavoz, Maddie Halloran, "no hay un proyecto con más potencial para suponer un revés para la administración Biden y para retrasar sus objetivos climáticos y de protección de tierras públicas que Willow".
Motivaciones económicas
El golpe de timón del presidente estadounidense llega también en un momento de gran volatilidad en los mercados de la energía. A día de hoy, todavía el 8% del petróleo que importa Estados Unidos procede de Rusia, con quien está enfrascado en una tremenda crisis diplomática por la guerra de Ucrania. Estados Unidos es consciente del daño que la dependencia energética ha hecho a Europa, que busca soluciones contrarreloj para recortar sus importaciones de gas y petróleo desde Rusia, y Alaska es una de las principales fuentes de estos recursos para el país norteamericano.
No obstante, la apuesta de Biden en este ámbito tampoco convence a las organizaciones ecologistas. Como explica Francisco del Pozo, responsable de combustibles fósiles de Greenpeace, "era una buena noticia lo que la administración Biden había hecho hasta ahora, pero era insuficiente, todavía sus promesas estaban por debajo de los objetivos de los Acuerdos de París. El número máximo de barriles que nos podemos permitir al día en Alaska es cero", argumenta.
Es una decisión errónea para el futuro del clima y va contra todas las comunidades que han protestado en primera línea
— Maddie Halloran, Alaska Wilderness League
Motivaciones judiciales
La última justificación para el cambio de política de Biden en Alaska tiene que ver con el coste potencial de un juicio contra la empresa. ConocoPhillips lleva más de 20 años siendo la principal compañía extractora de petróleo en Alaska y, a pesar de que la Justicia detuvo este proyecto durante el gobierno de Donald Trump por la falta de un informe de impacto medioambiental conciso, los medios norteamericanos creen que la administración Biden teme que pueda tener algunos derechos adquiridos que deriven en un conflicto judicial largo y costoso.
Aún así, su decisión precisamente le puede meter en otra lucha judicial, ya que varias organizaciones ecologistas han acudido ya ante los tribunales y seguirán su lucha, como nos explica Maddie Halloran: "estamos junto a millones de personas que se alzan contra las amenazas climáticas más inaceptables y vamos a seguir llevando ese impulso hacia delante".
Buenismo Bien | 06x20 | Climabar, ecologismo generacional
Antonio Martín
Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó...