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La moción de censura: un quítate tú para ponerme yo que no suele funcionar

David Junquera

La moción de censura: un 'quítate tú para ponerme yo' que no suele funcionar

Madrid

No tiene mayor misterio, la premisa que se esconde tras la moción de censura es la de quítate tú para ponerme yo. Este instrumento para exigir la responsabilidad política del Gobierno funciona de forma sencilla; se necesita un número determinado de diputados para impulsar una moción (35) y presentar a un candidato para sustituir al presidente en ejercicio.

Cumplidas estas dos premisas solo queda debatir. El espíritu de las mociones es (en teoría) constructivo, tanto los partidos impulsores como el candidato deben presentar un programa de gobierno, contando lo que harían en caso de triunfar y hacer caer al Ejecutivo.

La moción no puede ser votada al menos hasta cinco días después de su presentación y las dos jornadas posteriores a esa puesta en marcha podrán presentarse mociones alternativas. Los debates suelen sustanciarse en dos jornadas porque todos los grupos políticos tienen que expresarse y el Gobierno puede intervenir cuanto desee.

Requiere mayoría absoluta

La votación requiere mayoría absoluta para prosperar (176 síes) y si tira para adelante ya no se votarían otras mociones que se hayan podido presentar. Si esto ocurriera la presidenta del Congreso debería acudir rauda a Zarzuela para informar al rey y tendríamos nuevo presidente, pero (spoiler) esto no suele ocurrir.

De todas las mociones presentadas desde la vuelta de la Democracia solo ha triunfado una. Cuatro intentos naufragaron, pero todas tuvieron su intríngulis político.

En 1980 el PSOE de Felipe González le presentó una a Suárez. La perdieron, pero el debate fue televisado por primera vez e impulsó al candidato socialista que arrasó en las siguientes elecciones.

Siete años después, Hernández Mancha recurrió a la moción para tratar de contener la sangría de Alianza Popular, que veía amenazada su primacía en la derecha. Su fracaso sirvió de germen para el alumbramiento del PP y la llegada de José María Aznar.

¿Para esto se creó la moción de censura?

Tres décadas en el cajón

El batacazo puso en alerta a los partidos y la moción de censura terminó en el cajón durante tres décadas, hasta que la nueva política la desempolvó con gusto.

Ahora las mociones se usan para confrontar con tu propio espacio político más que para remover presidentes. Lo hizo Unidas Podemos para comerle la tostada al PSOE en 2017. No lo logró, pero sin saberlo le marcó el camino a Pedro Sánchez, que un año después presentó la única moción victoriosa de la historia.

Desde que una censura desalojara al PP de Rajoy los únicos que han recurrido a este instrumento han sido los dirigentes de Vox, en su obsesión por robarle la primacía de la derecha primero a Casado y ahora a Feijóo.

La primera moción de Vox en 2020 fue la menos apoyada de la historia y no sirvió para nada más allá de que Pablo Casado hiciera un furibundo discurso contra los de Abascal.

La que empieza a debatirse mañana tiene como único aliciente ver el desempeño de Ramón Tamames, un candidato con pasado en las antípodas de Vox y totalmente impredecible. La iniciativa está abocada al fracaso y el Partido Popular ha anunciado una abstención ante una maniobra que lejos de desalojar a Sánchez de Moncloa puede servir para fortalecerlo, justo lo contrario de lo que buscaban clásicamente las mociones de censura.

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