La representación más absurda de los últimos tiempos

En una hora se abre el telón del Congreso para la representación más absurda de los últimos tiempos. La moción de censura contra Pedro Sánchez, presentada por la ultraderecha, que presenta como candidato a un ex comunista que se presta a ello para cerrar casi el círculo de su vida empujado, posiblemente, por una vanidad desbordante.

En frente, un Gobierno que no quiere desaprovechar la oportunidad que la ultraderecha le brinda para contraponer dos modelos opuestos de gestión de un país, no solo sus diferencias con Vox, obvias y evidentes, sino también sus diferencias con el PP, que son las que más le interesan.

Y al otro lado, el propio PP, que no se cansa de decir que esta moción es una pantomima, que está en contra, pero que no va a votar en consecuencia. Se va a abstener, no vaya a ser que si vota en contra la gente se confunda y piense que no es tan de derechas, no vaya a ser que haya votantes que se le vayan a Vox.

Y Vox, que ya sabe que su moción está condenada al fracaso, va a utilizar una de las herramientas que proporciona la democracia para hacer ruido e intentar debilitar a su rival más directo, al PP, en una suerte de inicio de campaña electoral que va a tener como escenario el Congreso de los Diputados, en un claro ejemplo de instrumentalización de las instituciones que acaba, inevitablemente, en un debilitamiento de las mismas.

El candidato ex comunista y ahora defensor de la moción de la ultraderecha, ha hecho estos días una especie de tourné mediática, explicando a quien le quiera escuchar, que no todo son coincidencias con el partido que lo ofrece la posibilidad de tener sus más de cinco minutos de gloria, pero que lo que les une es la necesidad de cambiar el Gobierno sin más argumentos que los esgrimidos machaconamente por la derecha política y mediática de este país. Que si pacta con los que quieren romper España, que si nos lleva a la ruina, que si nunca habíamos estado peor que ahora, que si Sánchez quiere seguir amarrado al poder.

Ayer en este mismo programa pudimos escuchar fragmentos del debate constituyente cuando se abordaba la cuestión de las mociones de censura, hubo sus discrepancias sobre cómo debía ser esta herramienta democrática, hubo consenso para que fueran constructivas y seguro que entonces nadie pudo imaginar quién y para qué lo utilizaría en el siglo XXI. No pudieron imaginar que una moción de censura acabaría siendo contra la propia democracia y sus instituciones.